Continuamos con nuestro estudio sobre la salvación, este hermoso plan que Dios ideó para salvar al hombre y así revelarse para manifestar Su gloria. La semana pasada hablamos sobre cómo Cristo nos reconcilió con Dios, pero ahora veremos que no es una simple relación sino que a la vez somos Sus hijos.
Este blog será quizás el más expositivo de la serie, ya que estaremos estudiando sólo un pasaje bien en profundidad. Si bien hay otros que mencionan a la adopción, creo que este es el único pasaje en el cual podemos ver con exactitud cómo fue el proceso. Leamos Gálatas 3:24 al 4:7
"24 De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. 25 Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo, 26 pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; 27 porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. 28 Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. 29 Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa. 1 Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo; 2 sino que está bajo tutores y curadores hasta el tiempo señalado por el padre. 3 Así también nosotros, cuando éramos niños, estábamos en esclavitud bajo los rudimentos del mundo. 4 Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, 5 para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. 6 Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! 7 Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo."
Este es un pasaje largo y profundo, por lo que nos estaremos concentrando solamente en el tema de la adopción. Si bien mencionaremos algunos otros temas no profundizaremos en ellos, cosa que el pasaje da para hacerlo. Ya haremos una serie de Gálatas donde podremos profundizar en cada aspecto, pero hoy quiero que nos concentremos en el tema que se asocia a la serie que estamos haciendo. En esta carta el apóstol Pablo tiene un tema bien claro: La justificación por la fe y no por la Ley. Ya hemos hablado de la justificación en esta serie, pero igualmente la mencionaremos ya que está relacionada a la adopción como todo el plan de salvación.
Comenzamos con el versículo 24 y Pablo dará la razón principal de la Ley, la cual es guiarnos a Cristo. Para mostrar esto lo ilustrará con el ejemplo del ayo. Un ayo era un esclavo que se encargaba de la crianza del hijo del amo. Su ocupación abarcaba cosas como llevarlo a la escuela, administrar sus pocos bienes, pero principalmente la disciplina como una forma de instruirlo moralmente. A veces el ayo llegaba a ser tan severo que era un alivio cuando se dejaba de tenerlo, al fin se sentían en libertad. Esta "liberación" se daría cuando el hijo cumplía determinada edad (dependiendo la cultura podía ser entre los 14 o 18 años). La Ley era ese ayo, sin embargo el versículo 25 nos marca que cuando viene la fe, el ayo se va ¿Qué significa esto? Que cumplimos la mayoría de edad por así decirlo.
Hemos visto en la serie que la fe viene gracias a la regeneración, sin embargo, nuestra posición como hijos mayores viene por algo más, y es el objeto de nuestra fe: Cristo (versículos 26 al 28). Es gracias a nuestra unión con Cristo por medio de la justificación por la fe (como ya vimos también en la serie) que ahora podemos disfrutar como hijos sin el ayo ¡Estamos en el verdadero Hijo! Todos los que nos identificamos (a eso se refiere con bautismo aquí) con Cristo estamos recubiertos de Él. Es por eso que ya no hay distinción en cuanto a la salvación se refiere, porque lo que importa no somos nosotros sino Cristo en nosotros. Es gracias a eso que adquirimos los beneficios del Hijo (versículo 29). Y esto no sólo habla de nuestra posición en la familia, sino también habla de una herencia (Efesios 1:3-5 también menciona esto).
Como dije antes, hay muchísimo más que podríamos tocar sobre este pasaje, pero me quiero concentrar en la adopción y todavía ni tocamos ese tema, aunque me parecía necesario hablar de lo anterior. Hemos hablado que nuestra relación por medio de la reconciliación es tan grande que somos hijos sin ayo en Cristo. Pero ahora Pablo en el capítulo 4 comenzará a dar más luz sobre esta ilustración. Para esto nos mostrará nuestra posición antes de ser liberados del ayo. El versículo 1 dice algo muy interesante, y es que no había diferencia entre el hijo del amo y uno de un esclavo, todos están igualmente bajo un tutor (versículo 2). Pero hay una diferencia, si bien a simple vista era lo mismo, el hijo seguía siendo hijo del amo. Y esto nos habla del primer concepto que vimos a lo largo de la serie que es la predestinación.
Dios predestinó a todos los que iba a salvar, nuestra posición está garantizada desde antes de la fundación del mundo (Efesios 1 también habla de esto). Sin embargo, vivíamos como los esclavos bajo el ayo, o como dice el versículo 3 "estábamos en esclavitud bajo los rudimentos del mundo" ¿A qué se refiere con rudimentos del mundo? Bueno, no está hablando del pecado que es lo que uno comúnmente cree. El contexto, tanto del ayo como lo que dicen los versículos 8 y 9 (donde se vuelve a utilizar esta palabra rudimentos), habla que se está refiriendo a la Ley (aunque la Ley es buena, Romanos 7), o en el caso de los gentiles a las falsas religiones (versículo 8). Básicamente habla de un sistema por obras o de ver la propia justicia de uno. Sin embargo, cuando Cristo vino a nuestra vida, nos regeneró, nos dio la fe, nos justificó y unió consigo mismo, nos redimió (liberó) de la Ley (aquel ayo) y somos hijos mayores, el Padre nos adoptó (versículo 5). Y ahora es donde viene el verdadero concepto de adopción.
En la actualidad estamos familiarizados con un concepto de adopción el cual se define por la RAE como "Tomar legalmente en condición de hijo al que no lo es biológicamente". Sin embargo, en el primer siglo esto no era así. La palabra en el original se refiere a aquel momento en el que el hijo del amo dejaba a su ayo, se convertía en mayor de edad, y ahora podía recibir la herencia y disfrutar de sus derechos como hijo real. Esta mayoría de edad es parte de lo que al día de hoy se sigue celebrando en las comunidades judías en el bar mitzvah. La diferencia que hay entre los dos conceptos es de suma importancia. Mientras en el concepto que se tiene hoy en día no éramos hijos y de repente ahora sí, en el concepto bíblico vemos que éramos hijos pero que no teníamos ninguna diferencia con los que no. Fue cuando el Padre quiso, cuando se nos unió con Cristo por medio de la justificación por la fe que recibimos el regalo de ser declarados hijos ya adultos, fuimos realmente adoptados. Y esto, como siempre, no por nosotros sino por estar unidos a Cristo. Antes de que venga la duda: no, ningún hijo en la tierra ni en la historia de la humanidad irá al cielo sin antes ser adoptado. Esa es la Soberanía de Dios en la salvación. No es que Dios predestinó, son hijos, e irán al cielo sin ser adoptados, sin ser declarados mayores, sin ser justificados, sin todo el proceso que nosotros vimos. Como dice Romanos 8:29-30: A los que predestinó a estos también justificó. Si o si pasará eso.
Hemos visto luego de la expiación y la propiciación todo lo que Cristo obtuvo para nosotros en la cruz, y cómo cada cosa está ligada. La adopción no es una excepción. Todas estas cosas van impactando en nuestra vida de manera particular. La regeneración, por ejemplo, nos deja ver las cosas como realmente son y sobre todo la hermosura de Cristo; la justificación nos une y nos da la vida perfecta de Cristo; la redención nos libera de la esclavitud del pecado, etc. La semana pasada vimos cómo ahora tenemos una relación con Dios, y la adopción se complementa con esto. El versículo 6 de nuestro pasaje nos muestra que ahora podemos clamar "¡Abba, Padre!" por medio del Espíritu. Mucha gente se ha hasta peleado por qué significa esto. Algunos hablan que significa como decirle a Dios "papito", otros hablan que es cuestión de respeto. La verdad me parece que no importa eso, sino que lo que realmente importa son las palabras de Jesús mismo en Marcos 14:36:
"Y decía: Abba, Padre, todas las cosas son posibles para Ti; aparta de Mí esta copa; mas no lo que Yo quiero, sino lo que Tú."
Cristo mismo lo llamó de esta forma, no sé si se entiende lo tremendo de esto. Podemos literalmente llamar al Padre tal como Cristo, la segunda persona de la Trinidad, lo llama. Tenemos esa confianza con el Creador de todo gracias a nuestra unión con Jesucristo. Por eso, tal como dice el versículo 7, dejemos de vivir como esclavos. Ahora somos hijos mayores los cuales no sólo no están más bajo el ayo, no estamos bajo los rudimentos de la justicia propia, sino que pueden disfrutar de la herencia y por sobre todo una relación con nuestro Padre celestial. Así que, como dice Hebreos 4:16, ahora nos podemos acercar confiadamente al trono de la gracia, ya que todo, incluyendo nuestra adopción, ha sido por la misma.
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