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Estudiemos la salvación: Expiación (Imputación parte 1)

Continuamos con nuestro estudio sobre la salvación, este hermoso plan que Dios ideó para salvar al hombre y así revelarse para manifestar Su gloria. Después de ver la predestinación desde antes de la fundación del mundo, hoy nos adelantamos en el tiempo para ver el siguiente paso: la expiación.

Blog 213: Estudiemos la salvación: Expiación (Imputación parte 1)

"Porque la vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas; y la misma sangre hará expiación de la persona." Levítico 17:11

"Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión." Hebreos 9:22

La semana pasada hablamos de la predestinación la cual se sitúa antes de Génesis 1:1, antes de la fundación del mundo. Ahora vamos a saltar en el tiempo al momento de la ley judía. En Levítico 16 podemos observar cómo Jehová instituye el día de expiación, un día en el cual se harían sacrificios para cubrir el pecado del pueblo. De hecho, esa palabra "cubrir" es lo que significa la palabra expiación en su original hebreo. Como dicen los versículos que leímos antes, los pecados solamente se pueden expiar mediante el derramamiento de sangre. Es por esto que en ese día de expiación se tomaban dos machos cabríos y a uno se lo sacrificaba, derramando su sangre en lugar de la del pecador, y al otro el sacerdote le ponía su mano sobre su cabeza, confesaba todos los pecados del pueblo y se lo liberaba para que no volviese como un símbolo de que sus pecados se fueron. De hecho, como un dato, más adelante los fariseos, para asegurarse de que ese macho cabrío no volviese, lo liberaban al borde de un abismo. Así no lo matarían pero igualmente el macho cabrío se caería y bueno, se imaginan lo que pasaba.

Este es un muy breve resumen de lo que era la expiación en el Antiguo Testamento, básicamente era un día de sacrificio para ocultar los pecados que se cometían. Ahora adelantémonos un poco más en el tiempo al Nuevo Testamento. En Hebreos 10:4 nos da un poco más de claridad sobre lo que hacían estos sacrificios: "porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados." Todo este sistema del Antiguo Testamento, como lo dice la palabra expiación en su original, no servía para quitar el pecado, sino para simplemente cubrirlo. Dicho de una forma más informal, sería como poner la basura debajo de la alfombra. Según el primer versículo de ese capítulo de Hebreos, todo ese sistema era simplemente una sombra de lo que habría de venir, como un anticipo que te hacía ver que lo que iba a pasar después era aún más grande ¿Y qué era eso más grande? Juan 1:29 nos da la respuesta: "El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo."

Todo eso que se hacía en el día de expiación era simplemente una sombra de lo que Cristo haría en la cruz. Y no sólo eso, sino que sería aún más perfecto, porque el sacrificio de Cristo no solamente cubre el pecado, sino que según las palabras de Juan el bautista, Él directamente lo quita. Un sacrificio simplemente lo oculta y hace de cuenta que no está, el otro directamente lo quita olvidándose que alguna vez existió. Es como dice Miqueas 7:19, Él los echa al fondo del mar sin recordarlos.

Ahora veamos los paralelismos. Como dijimos antes, en el Antiguo Testamento se sacrificaban dos machos cabríos. El que era sacrificado en el altar y del cual su sangre era la que servía como expiación es quizás el más fácil de ver el paralelo, es literalmente Cristo en la cruz, la parte física del sacrificio que se ve. Sin embargo, el otro macho cabrío es el que comúnmente ignoramos. Y aquí es donde nos vamos a adentrar en otro concepto que contempla la expiación, este es el de la imputación. La imputación es un término contable el cual literalmente habla de poner en la cuenta del otro. Pongámoslo más claro de la siguiente forma: Supongamos que tengo una deuda en mi cuenta de banco, la imputación justamente lo que hace es agarrar esa deuda y ponerla en la cuenta bancaria de otra persona, por lo cual ya no tengo que pagarla yo, sino que la otra persona lo hace. En la expiación lo que ocurre es que justamente todos nuestros pecados, y la deuda de sangre que con ellos conllevan, fueron transferidos a la cuenta de Cristo, los cuales Él pagó en la cruz.

Vemos entonces que en la expiación que hizo Cristo en la cruz están las dos cosas que hacían, a una escala muchísimo menor, los dos machos cabríos (el sacrificio y la imputación de los pecados). Y para continuar, quizás con uno de los temas más controversiales que existen en el mundo cristiano, déjenme hacerles una pregunta: La expiación de Levítico 16 ¿servía para todo el mundo de ese entonces?¿o solamente para el pueblo escogido de Dios? Creo que la respuesta es clara que sólo era para el pueblo. Entonces ¿por qué muchos afirman que la expiación de Cristo fue para todas las personas en la historia de la humanidad? No voy a hablar en su totalidad de lo que es el tercer punto del calvinismo (la expiación limitada) porque ya hablamos en todo un blog al respecto, pero sí me parecía importante mencionar sobre todo por el paralelismo con el Antiguo Testamento y por su relación con el paso anterior del plan de salvación: la predestinación.

Si Dios ya había predestinado a todos los que iban a ser salvos, entonces no tendría sentido que muriese por el resto que sabía que sus pecados los iban a pagar para toda la eternidad en el infierno. Además, si la expiación hubiese sido por todas las personas de la humanidad, y si no somos universalistas (los que piensan que absolutamente todos serán salvos, nadie irá al infierno, lo cual es antibíblico), eso significa que los que van al infierno estarían pagando por segunda vez por sus pecados, porque tanto ellos como Cristo los pagaron. Y ahí viene el concepto de que la expiación se hace efectiva con nuestra fe, al momento de creer es que se aplica a nosotros. Pero eso, además de darnos un poder y lugar en la salvación (cosa que la Biblia niega que sea así, Jonás 2:9), lo que hace es que la expiación de Cristo sea aún menos que la de los machos cabríos, porque ni aún en el Antiguo Testamento se limitaba así a la expiación. Igualmente, de vuelta, si quieren estudiar más sobre el tema les recomiendo leer el blog sobre la expiación limitada.

Concluyendo, vimos la semana pasada la predestinación, cómo Dios preparó todo este plan, y hoy vimos la expiación, que fue la forma de llevarlo a cabo por medio de la cruz. Todo lo que vendrá después hubiese sido imposible si Cristo no derramaba su sangre para pagar nuestros pecados que le fueron imputados. En Su plan de salvación, no es que Dios simplemente nos perdona y ya, alguien pagó el precio para que ese perdón pueda existir y Dios siga siendo Justo, y ese alguien fue Jesús. Si Dios hubiese pasado por alto los pecados, sin cobrar el pago por dicha transgresión, ahí sí hubiese sido injusto. Justamente para eso es que estuvo la expiación en nuestro lugar. Es gracias a ese pago que nuestros pecados ya no están en nuestra cuenta, y el hecho de haber recibido eso es por pura gracia, porque no lo merecíamos. Una vez más podemos apreciar cómo nosotros no hacemos nada en este plan más que simplemente recibirlo de una forma gratuita (para nosotros) e inmerecida (100% gracia). Cristo en la expiación fue tanto el Cordero como el Sacerdote, nosotros somos simplemente Su pueblo escogido que admira y es espectador de semejante obra.

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