Continuamos con nuestro estudio sobre la salvación, este hermoso plan que Dios ideó para salvar al hombre y así revelarse para manifestar Su gloria. Luego de la pausa para hablar de la importancia de la Navidad, hoy vamos a ver cómo todo lo que venimos hablando en la serie se aplica al creyente por medio de la regeneración.
"3 Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. 4 Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? 5 Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. 6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, Espíritu es." Juan 3:3-6
Hasta el momento hemos visto todo lo que Dios ha hecho. A partir de ahora comenzaremos a ver lo que Él hace y obtuvo gracias a eso que hizo (la expiación y propiciación por nuestros pecados que hizo Cristo en la cruz como parte de su plan predestinado). Sin todo lo que vimos hasta ahora sería imposible lo que vamos a ver hoy: la regeneración. Por lo que si no leyó los anteriores blogs de la serie lo invito a primero leerlos y después volver aquí para continuar.
La regeneración o nuevo nacimiento es una pieza central en este plan de salvación. Es a partir de esta obra que esta salvación se aplica de forma práctica en los escogidos de Dios. Pero ¿a qué nos referimos con esto? Bueno, esta es la pregunta que tuvo Nicodemo en Juan 3 como leímos antes. Nicodemo era un erudito de la Ley, era parte del Sanedrín y fariseo, por lo que mínimamente se debía saber todo el pentateuco de memoria. Sin embargo ante esta respuesta de Jesús se ve confundido. Si él estaba confundido, entonces nosotros también podemos estarlo. Los versículos 5 y 6 nos dan una clave, y es que este segundo nacimiento, esta regeneración, no es algo natural del ser humano (nacimiento de agua) sino que es algo hecho por el Espíritu de Dios.
La regeneración nos hace nuevas criaturas con nuevos afectos, ya hablamos un poco de eso en el blog que se llama "El viejo hombre vs el nuevo hombre: ¿Qué cambia?". En resumidas cuentas, no es una nueva criatura que ahora es capaz de obedecer la Ley, no es una criatura libre del pecado (al menos no por ahora, ya lo veremos más adelante), sino que es una criatura que tiene nuevos afectos, puede ver y hasta amar cosas que antes le eran imposibles. El Espíritu nos hace nacer de nuevo para ser estas nuevas criaturas, pero ¿por qué es necesario esto?
Para eso hay un versículo clave que es Efesios 2:1 que dice "Y Él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados." Estábamos muertos en nuestros delitos y pecados, jamás íbamos a poder hacer absolutamente nada. Es por eso que Él nos tuvo que dar vida, regenerarnos, hacernos nacer de nuevo. Ahora, como dijimos antes en la serie, esa muerte por esos pecados tenía un costo. Es por eso que es tan importante la expiación y propiciación, porque es gracias al sacrificio, a la muerte de Cristo allí que ahora nosotros podemos tener vida. Y no cualquier vida, una vida donde tenemos el Espíritu de Dios morando en nosotros. Antes, como hombres muertos, éramos lo que describe Romanos 3, no le buscábamos, no hacíamos lo justo. Ahora, con esta nueva vida, nuestra carne sigue siendo así, pero también tenemos a la nueva criatura, la cual no está todavía 100% manifestada (eso será cuando Cristo vuelva, Colosenses 3:4) pero que igualmente ya con ella podemos apreciar la obra de Cristo.
Estando muertos no podíamos ver, no podíamos contemplar la obra de Cristo ni siquiera ver nuestro propio pecado tal como Dios lo ve. Sin embargo, gracias a la regeneración, esta nueva criatura puede ver la obra del Señor y al verla no queda otra cosa más que creer. Y acá es cuando se pone un poco más controversial: ¿Cuándo sucede la regeneración?¿Primero yo creo y luego nazco de nuevo?¿O primero Dios me hace nacer de nuevo y luego creo? Bueno, si vemos la profundidad de nuestro pecado tal como la describe Romanos 3, o Romanos 1 también, entonces nos daremos cuenta que nosotros no podemos ni siquiera creer. Es el Espíritu el que nos muestra nuestro pecado (Juan 16:8), no somos nosotros que nos damos cuenta, sencillamente porque estamos muertos en nuestros delitos y pecados. Necesitamos primero la obra regenerativa del Espíritu para que nos abra los ojos, podamos ver la obra de Cristo y así creer.
Pero esto no es nada nuevo tampoco. 1° Juan 5:1a dice "Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios." El versículo no dice que al creer naces de nuevo, sino que si crees es porque eres nacido de Dios, has sido regenerado. El creer es una consecuencia innata del nuevo nacimiento. Es imposible creer si el Espíritu no hace su obra antes. Ezequiel 36:26 habla sobre cómo nos da un corazón de carne, nos cambia el corazón duro de piedra que teníamos. Es gracias a esa sensibilidad del corazón de carne que podemos creer. Y ya que estamos en el Antiguo Testamento, la Ley misma nos habla de esto. Deuteronomio 30:6 dice "Y circuncidará Jehová tu Dios tu corazón, y el corazón de tu descendencia, para que ames a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas." Aquí lo vemos de nuevo, es sólo gracias a la obra que Dios hace en nuestros corazones que le podemos ver, le podemos amar, que tenemos nuevos afectos y podemos creer.
En conclusión, la regeneración, el nuevo nacimiento, es el regalo inmerecido que Dios nos da para ahora poder ver y creer en el regalo inmerecido mayor que Él nos da: Cristo. En la regeneración podemos apreciar el poder enorme que Dios tiene para levantar a los muertos espiritualmente y darles vida. Su poder va más allá que milagros como multiplicar peces, calmar tormentas o sanar enfermedades. Acabamos de ver cuál es el mayor milagro que podemos apreciar: Darnos vida. Es gracias a esta obra del Espíritu Santo que todo lo que obtuvo Cristo, con lo que venimos viendo en la serie, se comienza a aplicar en los escogidos de Dios y eso traerá consecuencias en nuestra vida, las cuales también están dentro del plan de salvación para que la obra sea 100% completa de Él. Una vez más podemos apreciar cómo Él es quien lleva a cabo cada parte de este glorioso plan y nosotros continuamos siendo simplemente beneficiarios por pura gracia.
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