Continuamos con nuestro estudio sobre la salvación, este hermoso plan que Dios ideó para salvar al hombre y así revelarse para manifestar Su gloria. Hoy hablaremos de otro tema hermoso dentro de esta serie que es la reconciliación con nuestro Creador.
"9 Pues mucho más, estando ya justificados en Su sangre, por Él seremos salvos de la ira. 10 Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por Su vida. 11 Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación." Romanos 5:9-11
"21 Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado 22 en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de Él." Colosenses 1:21-22
Cuando hablamos de la salvación lo que la gente se suele imaginar es ir al cielo. Ante esto surge la duda de por qué una persona puede o no ir allí. La mayoría de las religiones hablan de obras. En el catolicismo están los sacramentos, en el judaísmo la Ley, en el islam los 5 pilares, etc. Además debes ser una buena persona. Por otro lado, para ir al infierno, todos coinciden en que siendo una mala persona ya está aunque igualmente también es dependiente. Por ejemplo en el catolicismo está el purgatorio donde debes expiar tus pecados, o en el islam si Alá en ese momento no te quiere dejar entrar, por más que cumpliste con todo, igualmente no entrarás al paraíso. Sin embargo el cristianismo es diferente, y eso es lo que veremos hoy.
¿Alguna vez escucharon decir que el cristianismo en realidad no es una religión?¿Qué es lo que se suele decir que es en lugar de una religión? Una relación. Independientemente de si esto está bien o mal, ya lo vamos a hablar más adelante en otro blog, me parecía interesante mencionar esto. Ya que justamente lo que nos distingue del resto de las religiones es este hecho de relación. Mientras en el resto de religiones uno va al cielo en base a las cosas que uno hizo, en el cristianismo todo se basa en nuestra relación con Dios.
Si una persona se va al infierno ¿por qué es esto? Porque era un enemigo de Dios a causa de su pecado, ya lo vimos en el pasaje de Romanos que leímos antes. Si vamos al cielo o no está determinado por qué relación tenemos con Dios. Como pecadores, ya por defecto somos enemigos suyos, ya que nuestro pecado va en contra de Él. Por eso pasaremos la eternidad en un lugar distanciados de Él, el infierno. Para ir al paraíso necesitamos estar bien con Dios, necesitamos reconciliarnos con Él ¿Y cómo lo hacemos? Bueno, no podemos. Como vimos en la redención, éramos esclavos del pecado, y como tal un esclavo no se puede liberar a sí mismo. Como leímos en los versículos al principio, es gracias al sacrificio de Cristo que dejamos de ser sus enemigos y tenemos una relación con Él.
¿Cómo es que nos reconciliamos con Dios? Como dijimos recién es por medio de Cristo, pero esto es muchísimo más profundo de lo que pensamos. La redención hace que seamos libres del pecado, por lo cual la barrera que había entre Dios y nosotros ya no está. Sin embargo ¿alcanza que no esté la barrera para tener una relación? Veámoslo con un ejemplo. En el año 1961 se construyó el muro de Berlín. Este separaba la Berlín occidental de la oriental, básicamente el capitalismo del comunismo. Muchas familias quedaron totalmente divididas ya que algunos quedaron del este y otros del oeste y no se podía cruzar. Sin embargo en 1989 el muro fue derribado. Claramente en ese momento las familias se reunieron y celebraron, pero ¿qué pasó con las personas que ni siquiera se conocían que vivían de lados opuestos?¿Acaso que el muro haya sido derribado formó una relación entre dos completos desconocidos? No. Entonces no sólo era necesario que la barrera ya no esté.
El versículo 22 de Colosenses 1 que leímos antes, al final, nos da un poco más de claridad al respecto cuando dice "para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de Él." ¿Cómo es que Dios nos presenta de esta forma? Lo vimos la semana pasada con la justificación. Es gracias a que la vida perfecta de Cristo se nos ha sido imputada y gracias a que nos unió con Él que ahora podemos tener esa relación con Dios. No es sólo gracias a librarnos del pecado, derribar el muro, sino gracias a unirnos a Cristo también. El plan de Dios para salvar al hombre es totalmente perfecto, ha pensado cada detalle para que no haya ni el más mínimo cuestionamiento. Además no es una relación cualquiera la que tenemos con Dios, ya que al estar unidos a Su Hijo, Él nos adoptó (ya veremos la adopción la semana que viene). Hay un pasaje que ya hemos visto a lo largo de la serie, y que continuaremos viendo porque describe muy bien el plan de salvación, que creo que nos da un poco más de luz sobre todo este tema. 2° Corintios 5:17-21 dice:
"17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. 18 Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; 19 que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. 20 Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios. 21 Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en Él."
Este pasaje habla primero de la regeneración (versículo 17), la cual afirma que sólo fue posible gracias al perdón de nuestros pecados por medio de la expiación (versículo 19), y que gracias a Cristo nos reconcilió con Dios. En el versículo 21 podemos ver la doble imputación de la cual ya hablamos, y es gracias a esa justicia que se nos es dada (la de Cristo) que ahora estamos reconciliados con Dios. Y es hermoso que a la evangelización la llame el ministerio de la reconciliación, ya que es eso. Exhortar a reconciliarse con Dios es predicar que somos pecados, que reconocemos que necesitamos a Cristo para la reconciliación y confiamos en esa doble imputación para la misma (tanto que mis pecados son perdonados en Cristo, como que ahora soy declarado justo gracias a la vida perfecta de Cristo en mí).
Este tema es una de las pruebas más grandes que la salvación es 100% de Dios. Si bien está la exhortación hacia el hombre en el versículo 20 de 2° de Corintios, vemos que es simplemente una exhortación y que todo el resto de versículos que leímos sobre la reconciliación hablan sobre cómo es un accionar de Dios, Él tomó la iniciativa para reconciliarnos y proveyó los medios. Y es tremendo porque los problemáticos somos nosotros, nosotros le dimos la espalda y nos hicimos enemigos. Pero igualmente Él vino y nos reconcilió consigo mismo ¡Cuán inmenso es el amor y la gracia de Dios! El hecho que este obrar sea 100% de Él cuando no le correspondía, cuando nosotros estábamos mal con Él, sólo puede hacer que le adoremos más por este glorioso Evangelio de la reconciliación.
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