Continuamos con nuestro estudio sobre la salvación, este hermoso plan que Dios ideó para salvar al hombre y así revelarse para manifestar Su gloria. Seguimos hablando de los efectos que tiene en nosotros el sacrificio de Cristo en la cruz y hoy veremos cómo Su sangre nos libera, nos redime.
"Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero)" Gálatas 3:13
"En quien tenemos redención por Su sangre, el perdón de pecados." Colosenses 1:14
Cuando hablamos de redención es probable que se les venga un libro de la Biblia a la mente: el libro de Rut. Sin embargo la redención de la cual hablamos en la salvación es distinta, veamos. En el caso de Rut lo que pasaba es que tanto ella como Noemí, su suegra, habían quedado viudas. En ese tiempo las mujeres no se podían encargar de las posesiones de sus esposos por más de que ellos hubiesen muerto. Necesitaban de uno de los hermanos de sus esposos o algún pariente que justamente las redimiese, o sea que se casen con ellas para dejar de ser vagabundas sin posesión, poder formar parte y poder también gozar de todas sus pertenencias. En este sentido la palabra redención va más por el lado de un rescate. El redentor, el pariente que las redimiese las iba a rescatar de ese estado en el cual se veía a las viudas.
En cierta forma Dios en la salvación sí nos rescata, porque mientras antes no teníamos ninguna parte con Él, ahora podemos ser parte de esa herencia y somos Su esposa. Pero el cuadro de Rut va más por este lado justamente, por el lado de que ahora estamos desposados con Él, pero en cuanto a la redención el cuadro en realidad es mucho más amplio. Mientras que la palabra que se usa para redención en Rut tiene esta connotación de rescate, también tiene otra connotación que es la de liberar. Esta se usaba para cuando alguien compraba la libertad de un esclavo. Se le pagaba un precio al dueño y el esclavo era redimido. Teniendo en mente esto, la palabra "apolútrosis", la cual es la que se utiliza en el Nuevo Testamento para redención, tiene ese mismo significado que la connotación del esclavo.
Así, la redención no es únicamente como en el caso de Rut que se rescata, sino que habla de una liberación. Esto connota otra cosa, y es que si fuimos redimidos, eso significa que antes éramos esclavos. Jesús mismo dijo en Juan 8:34 que éramos esclavos del pecado, y Pablo en Romanos 6:18 habla de que justamente fuimos liberados del pecado. Para apreciar bien a la redención debemos ser conscientes de cuán sumergidos estábamos en el pecado. Éramos sus esclavos, nos controlaba totalmente, todo lo que hacíamos estaba manchado por estar bajo su reinado.
Esta redención que vemos en nosotros no es nada más ni nada menos que el resultado de cosas que ya hemos visto a lo largo de esta serie. Primero con la expiación. En la expiación Cristo pagó el precio por nuestros pecados delante de Dios, con ello quitaba totalmente el pecado de nosotros, no sólo lo tapaba. Ahora, por medio de la redención vemos que ese pago de sangre no era únicamente para sacar el pecado de nosotros (expiación), sino también para sacarnos a nosotros del pecado. Y sí, hay una diferencia. Mientras la expiación hace como si jamás hubiesen existido nuestros pecados pasados, presentes y futuros, la redención lo que hace es quitarnos el poder del pecado de nosotros. Sin la redención, una vez que nos convertimos seguiríamos bajo el poder del pecado haciendo que continuemos pecando como antes (únicamente que con la expiación el pago por esos pecados estaría pagado). Dios, con la sangre de Cristo compró nuestros papeles, nos liberó de la esclavitud del pecado.
Con esto se vincula otro concepto que es el que vimos la semana pasada: la regeneración. Ahora como nuevas criaturas no estamos bajo el reinado del pecado, ya no nos controla. La redención es la que hace posible la regeneración. Gracias a que Él pagó por nosotros es que ahora somos nuevas criaturas. Somos libres de la esclavitud del pecado y es gracias a esa libertad que ahora podemos ver a Cristo tal cual es, podemos tener esos nuevos afectos hacia Él de los que hablamos la semana pasada. El pecado ya no nos domina. Tristemente sigue estando en nosotros, se irá cuando todo este plan de salvación llegue al final en nosotros (cuando Cristo vuelva y seamos glorificados, lo veremos más adelante). Pero si bien sigue estando, como dijimos antes, ya no tiene ese dominio sobre nosotros, no es nuestro amo.
La pregunta que puede surgir entonces es ¿Y ahora qué?¿Somos libres y ya está? Bueno, leamos un versículo que mencionamos antes. Romanos 6:18 dice: "y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia." Somos libres del dominio del pecado, sí, pero ahora somos esclavos (esa es la palabra en el original) de la justicia ¿Qué significa esto? Bueno, van a tener que esperar, ya que es algo que estaremos viendo junto con la justificación, adopción y santificación. Pero les hago un spoiler, tiene que ver con estos nuevos afectos que tiene la nueva criatura. Al poder ahora ver las cosas como son, sin ningún velo, uno va a querer servir a la justicia, es una esclavitud voluntaria al ver lo que Cristo hizo, al ver el Evangelio. En los momentos en los que no estamos viendo a Cristo, que no vemos el Evangelio, es cuando no tenemos esos deseos y no servimos a la justicia.
Hoy la conclusión la quiero hacer un poco más práctica. La redención es un tema hermoso. Imagínense ser un esclavo en el primer siglo, totalmente maltratado por su amo, y que de repente llega un desconocido y lo libera de ese amo, no tiene a donde ir pero ve la bondad y la gracia de este buen hombre que lo rescató, por lo cual le sigue a donde quiera que vaya ya que le debe su vida. Bueno, deje de imaginárselo, porque así fue con cada uno de nosotros. Es más, fue peor en nuestro caso, porque ni siquiera veíamos el maltrato y ni sabíamos que éramos sus esclavos. Dios no sólo nos liberó, pagó nuestro precio a nuestro amo malvado, el pecado, sino que también nos abrió los ojos para que veamos lo horrible de ese dueño que teníamos. Esa gracia que tuvo para con nosotros, ese obrar (el cual vemos otra vez que es 100% de Él, nosotros no hicimos absolutamente nada para escapar del pecado) es el que debemos tener presente. Cuando la tentación venga, mira al Evangelio, recuerda que ese pecado ya no te domina, sino que alguien pagó por vos, síguelo a Él, recuerda a la persona que te redimió.
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