Continuamos con nuestra serie sobre la epístola dirigida a los gálatas. Hoy veremos la exhortación que le hizo Pedro a Pablo por alejarse de los gentiles y cómo lo redirigió a ver a Cristo.
"15 Nosotros, judíos de nacimiento, y no pecadores de entre los gentiles, 16 sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado. 17 Y si buscando ser justificados en Cristo, también nosotros somos hallados pecadores, ¿es por eso Cristo ministro de pecado? En ninguna manera. 18 Porque si las cosas que destruí, las mismas vuelvo a edificar, transgresor me hago. 19 Porque yo por la ley soy muerto para la ley, a fin de vivir para Dios. 20 Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. 21 No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo." Gálatas 2:15-21
La semana pasada vimos cómo Pablo les contó el incidente con Pedro en Antioquía como parte de la defensa de su apostolado pero principalmente para mostrar el Evangelio puro. Ahora vamos a ver entonces esa exhortación que le hizo a Pedro. En los primeros dos versículos de esta exhortación (15 y 16) vemos cómo Pablo lo expone a Pedro ya que si bien los dos eran judíos, y no gentiles (quienes los judíos consideraban como meros pecadores), ellos creían que la ley del Antiguo Testamento no justificaba a nadie (final del versículo 16). Y una aclaración importante que hace la gran mayoría de comentaristas, es que cuando habla de "obras de la Ley", se suele referir a cualquier tipo de esfuerzo humano. Ya hemos hablado de la palabra justificar, tenemos todo un blog al respecto, pero para resumir, justificar significa ser declarado justo, sin mancha, por el Juez (siendo en el juicio eterno el juez Dios mismo). Pablo afirma que Pedro también cree esto, y que en lugar de la Ley, somos justificados "por la fe de Jesucristo". Es raro que diga que es "de Jesucristo" y no "en Jesucristo". Esto es porque el original también se puede traducir como "la fidelidad de Jesucristo" ¿A qué se refiere con esto?
Primero tenemos que tener en cuenta que lo que voy a decir a continuación para nada cancela la doctrina de la justificación sólo por la fe. De hecho, inmediatamente después de esto, habla del creer en Cristo. Somos justificados únicamente por la fe, no hay que hacer ninguna obra para ser declarados como justos por más pecadores que seamos, esa es la gracia de Dios de la que habla el versículo 21 y ya veremos. Pero ¿por qué podemos ser justificados? Justamente acá es donde entra la "fidelidad de Jesucristo". Cristo tuvo una vida totalmente fiel a Dios, Él sí cumplió toda la Ley. Nuestra justicia que se nos da únicamente por la fe no salió de la nada, es la justicia de Jesús, es esa vida perfecta sin quebrantar la Ley que tuvo todos esos 33 años de vida. Siendo hombre cumplió toda la Ley, pero siendo Dios al mismo tiempo tiene el poder para darnos esa justicia a todos los que creen en Él.
Ahora, como es común en Pablo, el autor se anticipará a una duda que puede surgir de esto en el versículo 17. Y présteme atención aquí porque es bastante complejo y profundo el caso. Al buscar la justificación por la fe en Cristo, y no por la Ley, el cristiano se goza de la libertad cristiana de la que hablamos la semana pasada, por lo que ahora no hay que obedecer todos los ritos de la Ley ya que no sirven de nada. Pero si no hay que cumplirlos para justificarse, estamos quebrantando la Ley, entonces Cristo con Su justificación ¿nos está incitando a transgredirla, a pecar? Déjeme ponerlo un poco más en claro con el ejemplo de lo que estaba pasando con Pedro. Pedro entendió la justificación por la fe, entonces ahora estaba comiendo con gentiles comida que estaba prohibida en la Ley, cuya prohibición no servía para nada teniendo la justicia de Cristo. Entonces, a los ojos de los judíos, esta justificación por la fe los llevaba a pecar. Porque en la libertad cristiana, esta dieta alimenticia no había que cumplirla. Es ahora que Pablo desarrollará entonces qué es lo que pasa con la Ley para el cristiano.
En el versículo 18 el apóstol empieza a explicar con una figura de construcción. Cuando Cristo cumplió con la Ley, la justicia que requería la misma fue completada. Recordemos también que el cristiano tiene esa fidelidad de Jesucristo dada por medio de la fe (justificación). Por lo que a los ojos de Dios, nosotros hemos cumplido la Ley a la perfección. Ahora, si habiendo cumplido la Ley, volvemos a la misma, entonces vamos a volver a fallarle, jamás vamos a poder cumplirla. Así que habiendo ya cumplido con la Ley ("por la ley" versículo 19), ya no nos afecta, no tiene dominio sobre nosotros ("soy muerto a la ley" versículo 19 también). Esto no significa que viva como quiera. Justamente ahora ya no es una carga para nosotros la Ley, no es una obligación para cumplir. Pero en ella vemos expresada la voluntad moral de Dios. Y por más que nos sea imposible cumplirla, deseamos movernos lo máximo posible acorde a la misma, no por obligación, sino en respuesta a la gracia demostrada en la justificación. En palabras del versículo 19: deseamos "vivir para Dios". Ese es el efecto de la gracia en nosotros.
Lo que acabo de decir, Pablo lo desarrollará por medio del Evangelio, y sobre todo de la doble imputación, en el versículo 20. La imputación es un término contable que significa poner en la cuenta de alguien. Al hablar de una doble imputación estamos hablando de lo que vemos en este versículo. Nuestros pecados fueron imputados en Cristo en la cruz, Él murió llevando nuestro viejo hombre. Y Su vida perfecta, se nos fue imputada a nosotros, por eso habla de que "vive Cristo en mí". Esto no es una referencia al Espíritu Santo, sino que está hablando de esta imputación, tenemos la vida de Cristo en nuestra cuenta. Es por eso que ante tal despliegue de gracia, la vida que hoy en día tenemos en este cuerpo, en la carne, la vivimos por fe, pensando en la obra de amor de Cristo por nosotros. Esto es lo que nos lleva a justamente "vivir para Dios" no buscando obedecer por deber, a un esfuerzo vano en la Ley, a volver a lo que nos condenaba, sino viviendo en libertad pero en constante gratitud. El versículo 21 es la conclusión final un tanto sarcástica ya que, en otras palabras, lo que le está diciendo a Pedro es que si él iba a volver a la Ley, estaba desechando la gracia de Dios, volviendo al esfuerzo en sí mismo, no teniendo en cuenta la obra de Cristo, menospreciándola.
Para terminar, saben que me gusta siempre llevarlo todo a hoy en día, a la vida cristiana actual. Probablemente muchos deben haber pensado "Y sí, es obvio que la justificación es sólo por la fe, sin obras". Pero el punto no está ahí, Pedro también creía en eso (lo vimos en los dos primeros versículos del pasaje de hoy). Mismo Pablo en la carta le está hablando a creyentes, personas ya salvas. El problema vino después, como dice el versículo 18, buscando reedificar la Ley. Hoy en día muchos tienen ese mismo corazón, quizás no con los ritos judíos (aunque hay quienes sí), pero sí con la Ley moral expresada en la Ley del Antiguo Testamento. Buscan volver a imponerla. Es el típico "Ya sos salvo, tenés al Espíritu Santo, ahora podes y debes cumplir con los 10 mandamientos, esforzate". Si creemos que esto es así, no hemos entendido la doble imputación ni todo lo que dijo Pablo del versículo 17 en adelante.
Primero que nos sigue siendo imposible cumplir con los 10 mandamientos por más años que tengamos en el Evangelio. Cristo en el sermón del monte se aseguró de subir la vara de los mandamientos aún más para no dejar a duda que todo el mundo falla con ellos, al punto de decir que mirar con codicia a alguien es adulterar y odiar es matar. Esa vara es imposible de cumplir, aún como cristianos. Por lo que si volvemos a reedificar la Ley, si nos la volvemos a cargar encima, lo único que haremos es seguir pecando. Cristo ya la cumplió, morimos a la misma.
Hasta acá parece todo extremadamente liberal nuestra aplicación, pero ahí es cuando nos perdemos el punto de Pablo y nos hacemos la misma pregunta que expresa el apóstol en el versículo 17. El punto es que ya no es un deber, ya no es una carga para nosotros, ya no es algo que debamos cumplir, nuestro esfuerzo no tiene lugar acá porque nuestro esfuerzo en las cosas espirituales es nulo. Por eso es que Pablo no vivía centrado en su esfuerzo, sino que vivía por fe en la obra de amor que Cristo hizo por nosotros. Vivir por fe significa vivir centrado en el objeto de nuestra fe (Cristo) ¿El resultado? Como dijimos antes, una vida de agradecimiento, la cual ve la voluntad moral de Dios y desea vivir a la luz de la misma. Un esposo no va a amar más a su esposa porque ella le haga su comida favorita. Aún así, cada vez que puede, ella buscará hacérsela, no porque deba, sino porque lo ama. Es el mismo caso con nosotros y Cristo. Él no nos va a amar más por cumplir la Ley, porque aparte no podemos. Y nosotros no intentamos porque debamos, sino porque le amamos. El foco de la vida de Pablo no estaba en las obras, sino en la fe. Al hacer esto, no sólo no se desecha la gracia que Él nos tuvo en esa doble imputación, sino que esa gracia toma absoluto protagonismo.
Volvemos a la Ley muchísimo más seguido de lo que pensamos y debemos tener cuidado. Porque al cargarnos de nuevo con un deber ya cumplido, estamos dejando de lado que Cristo ya la cumplió por nosotros y nos la dió por gracia por medio de la fe. Estamos dejando de lado, en otras palabras, la justificación. Al vivir quereriendo cumplir con obras, en lugar de vivir por la fe, desplazamos la obra de Cristo y nos centramos en nosotros. Es un hilo muy fino, pero la diferencia está en el foco de nuestro esfuerzo. Tu esfuerzo ¿está en un obrar acorde a la Ley moral de Dios?¿O está en poner tu mirada en Cristo, en recordar el Evangelio, hacer uso de los medios de gracia para admirarlo más a Él y que sea eso lo que de forma innata te lleve a una vida de gratitud sin deber, sino motivado por el amor que Él nos mostró? Si Pedro cayó en desmerecer el Evangelio de esta forma, no viéndolo en la vida cristiana, cualquiera puede. De hecho todo el tiempo lo hacemos, porque nuestra carne busca vivir en su esfuerzo en lugar de vivir en y, como dice Pablo, para Cristo. Es en esos momentos, que debemos hacer lo que hizo el apóstol con Pedro en el versículo 20: recordar el tan glorioso Evangelio.
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