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Estudiemos la salvación: Santificación

Estamos a punto de llegar al final de nuestro estudio sobre la salvación, este hermoso plan que Dios ideó para salvar al hombre y así revelarse para manifestar Su gloria. Hoy vamos a ver un tema que a menudo se lo deja de lado del plan de salvación, estamos hablando de la santificación.

Blog 221: Estudiemos la salvación: Santificación

"Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor." Filipenses 2:12

"Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo." Filipenses 1:6

"Según nos escogió en Él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de Él." Efesios 1:4

"Guarden, pues, mi ordenanza, para que no lleven pecado por ello, no sea que así mueran cuando la profanen. Yo Jehová que los santifico." Levítico 22:9

Ya tenemos todo un blog hablando de la santificación pero hoy la abordaremos desde la perspectiva de dentro del plan de salvación. Para comenzar debemos claramente definir lo que es la santificación. Este no es un concepto únicamente del cristiano, ya desde la Ley judía en el pentateuco vemos que se repite una y otra vez la palabra santificar. La palabra en el hebreo original es “cadásh” la cual habla de apartar algo con un fin o también limpiarlo. Es algo que se veía muy comúnmente en el sumo sacerdote. Antes de hacer cualquier sacrificio se tenía que limpiar de todo. Este es el concepto externo. Sin embargo está también el concepto interno. La palabra y la traducción siguen siendo las mismas, pero cuando hablamos de santificación desde un punto de vista interno, hablamos de limpieza del corazón. Durante la Ley vemos que Jehová habla que Él los santifica. Si bien por momentos también habla desde la perspectiva que Dios los apartaba del resto de naciones, hay otros momentos, como el versículo de Levítico 22:9 que leímos antes donde habla sobre cómo el pueblo se podía, y debía, limpiar exteriormente para presentar sus ofrendas, pero Él era quien los limpiaba al fin y al cabo desde dentro.

En la Biblia solemos ver cómo varios conceptos se definen en el Antiguo Testamento, pero luego, en Cristo, estos son perfeccionados y llevados al ámbito del día a día del creyente. Entonces, si bien vemos en el Antiguo Testamento diferentes aspectos de la santificación, veamos cómo este concepto se ha perfeccionado ahora. Para eso vamos a hacer énfasis en los dos versículos del libro de Filipenses que leímos. Empezando por Filipenses 2:12, allí vemos que no se menciona a la santificación pero esto es porque la pone como un sinónimo de la salvación. El apóstol Pablo les manda a los filipenses a que se ocupen de su salvación ¿Cómo es esto? Si Pablo le habla a creyentes ¿por qué se tienen que seguir ocupando de su salvación?

Acá es donde se debe desmentir un mal concepto que se tiene en el mundo cristiano. La salvación no es el momento en que nos convertimos únicamente sino que, como estuvimos viendo a lo largo de la serie, es un plan que se va efectuando desde antes de la fundación del mundo hasta la glorificación (que ya la veremos la semana que viene). En el otro pasaje que leímos de Filipenses 1:6, cuando habla de la obra que Dios sigue perfeccionando en nosotros es justamente la obra de la salvación. O sea que ya desde ese punto Pablo los está poniendo como sinónimos, porque no es que nos convertimos todos los días, sino que ahora que ya estamos en Cristo, Él nos va santificando.

Ahora, hay otros dos conceptos de santificación, el posicional y el de nuestro estado. El posicional es la razón por la cual se nos llama santos en la Biblia (como leímos en Efesios 1:4) y es algo que ya estaba determinado desde antes de la fundación del mundo (por eso también vemos que es todo parte del mismo plan de salvación). Este concepto es el de la justificación, o sea que somos declarados justos, santos en otras palabras, delante de Dios. Si usted ha visto alguna vez su vida se dará cuenta igualmente que no somos santos, seguimos pecando. Y es que no somos santos por nuestra propia santidad, sino por la santidad de la vida perfecta de Cristo imputada en nosotros. Es todo lo que vimos en el blog sobre la justificación.

Cuando hablamos de la santidad en términos de estado, allí la cosa ya cambia. Ese es el concepto que se lo denomina como santificación progresiva. Mientras la santificación posicional es algo que ocurre en un momento, cuando somos declarados justos por gracia por medio de la fe, nuestro estado de santificación es algo que se va formando progresivamente a lo largo de nuestra vida cristiana. Esto es a lo que se refiere Pablo, de vuelta, en Filipenses 1:6. La buena obra que el Señor va perfeccionando es la salvación. Lo que aquí se ve es un proceso entre la justificación y la glorificación, eso es justamente la santificación progresiva. No podemos separar a la santificación de la salvación por el mero hecho que la Biblia no lo hace, sino que una está dentro de la otra.

Volviendo a Filipenses 2:12 allí dice que nos debemos ocupar en nuestra santificación. Volviendo también a las definiciones que se ven en el Antiguo Testamento, esta es la limpieza externa de la cual habla el pasaje que leímos de Levítico, pero la misma no cambia nuestro corazón. El que realmente los limpiaba y los hacía aptos era Dios que los santificaba. Esto mismo vemos en el versículo 13 de Filipenses 2. Mientras nosotros nos intentamos limpiar exteriormente, Dios es el que produce el querer como el hacer. En otras palabras, Dios es el que nos santifica interiormente, quien perfecciona la obra en nosotros, para que luego eso se refleje en una santificación externa.

Por más que nosotros nos apartemos de las cosas, nos "santifiquemos" justamente, si no está la obra interna de Dios en nosotros es lo mismo que nada. Nos podemos aislar de un montón de cosas, pero si Dios no cambia nuestro corazón, a la mínima que podamos vamos a caer. No hemos crecido realmente, simplemente fue algo externo. Por lo que en definitiva el obrar para la santificación no es nuestro, sino de Él, nosotros simplemente respondemos de forma natural a la obra que está siendo perfeccionada en nosotros.

Hemos visto a lo largo de esta serie que la salvación, cada aspecto, es 100% de Dios. Cuando les dije al principio que habían muchos que dejan de lado este tema de dentro del plan de salvación, no me refería únicamente a aquellas iglesias de la prosperidad donde la santidad ni se menciona (de hecho no mencionan prácticamente nada del plan), sino a aquellas personas que piensan que nosotros aportamos algo a nuestra santificación. Decir que nosotros contribuímos a nuestro proceso de santificación es aislarlo del plan de salvación. Por eso es tan importante tener un correcto entendimiento de este plan, ya que esto repercute directamente en nuestra vida cristiana.

O la aislamos de la salvación que es de Dios y nos ponemos la carga de santificarnos, o la vemos incluída en el plan, sabiendo que está garantizada su totalidad para nosotros, que vamos a crecer en la misma (de vuelta filipenses 1:6) y vivimos en agradecimiento y adoración ante semejante obra. Una santificación, un apartarse simplemente de forma externa no sirve de nada, eso es moralismo, no es santificación pura. La santificación pura es la que viene de Dios, se origina y es de Él. La salvación no es algo que terminó el día que nos convertimos, sino que es algo que continuará hasta que estemos viendo a Dios cara a cara siempre siendo un obrar Suyo, no nuestro que somos simples beneficiarios. Esto nos hace ver que es algo muchísimo más grande de lo que podemos imaginar y que continúa hoy en día, lo cual es otra razón para adorarle a nuestro Señor.

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