Hoy vamos a hablar de un tema que le incumbe a todo cristiano y del cual hay diversas posturas: La santificación.
Si ustedes me conocen y han leído blogs míos antes, sabrán que yo suelo empezar con un versículo que hable del tema que tocaremos hoy. Pero como la Palabra está repleta de versículos sobre la santificación, los iremos viendo a medida que hablamos del tema. Primero, para comenzar, debemos definir a qué es a lo que nos referimos cuando hablamos de santificación. En la salvación, cuando somos declarados justos delante de Dios (justificación) somos declarados santos. Esta es nuestra posición en Cristo, hemos sido santificados posicionalmente delante de Dios en Cristo (1° Corintios 1:2). Ahora, si usted lee ese versículo, justo luego de decir que Dios nos santificó habla de que también nos llama a ser santos ¿Hay una contradicción entonces? No, delante de Dios, cuando nos encontremos con Él, por el sacrificio de Cristo y porque gracias a eso estamos en Él, somos santos, esa es nuestra posición. Pero nuestro estado en esta tierra no es de un ser santo, seguimos pecando. Es por eso que Dios nos llama a ser santos, a crecer en Él. Desde que nos hizo nacer de nuevo hasta que Dios nos glorifique hay un proceso de crecimiento en el creyente donde busca parecerse más a Cristo. Este proceso de crecimiento es a lo que nos referimos cuando hablamos de santificación.
Al principio dijimos que hay distintas posturas, y una justamente niega lo que dijimos antes. Sólo se centran en la posición ante Dios, lo cual hace que en esta tierra puedas vivir como quieras, que ese proceso de crecimiento no importe. La realidad es que eso es totalmente antibíblico, porque una y otra vez en la Biblia veremos que Dios nos llama a crecer y hay un cambio en el creyente que se va reflejando cada vez más (con sus altos y bajos obviamente, no siempre es perfecto hacia arriba). Pero es eso, un proceso, no es que esperamos quietos a que en un punto Dios nos santifique de una forma sobrenatural como sostiene el quietismo. Negar el crecimiento, el proceso de santificación en el creyente, es volver a lo que Juan o Pablo refutaron sobre los gnósticos en algunas de sus cartas. Ellos creían que no importaba cómo vivieses, a lo que los apóstoles les refutarán con el Evangelio. Y eso puede llevar también a una postura liberal en cuanto a la santificación que básicamente dice que Dios obra, nos santifica, y niega totalmente la responsabilidad del hombre haciendo que el creyente pueda vivir como el mundo, sin usar los medios de gracia, total Dios hace la obra.
Ahora, establecido que la santificación es ese proceso, analicémoslo un poco más. Si vamos a Romanos 8:30 veremos todo el plan de salvación de Dios para el hombre "Y a los que predestinó, a estos también llamó; y a los que llamó, a estos también justificó; y a los que justificó, a estos también glorificó." La santificación es el proceso que hay durante nuestra vida cristiana en esta tierra, es decir entre la justificación y la glorificación. Entonces, la santificación es parte de este plan de salvación. De hecho en Filipenses 2:12 Pablo habla de ocuparse en nuestra salvación. Si entendemos la salvación sólo como nuestra regeneración, nuestra justificación, ese momento de creer que tuvimos, es raro este pasaje entonces. Ya que si nuestra salvación es 100% de Dios (Jonás 2:9), como decía Jonathan Edwards "No contribuyes en nada a la salvación excepto el pecado que la hace necesaria", entonces es complicado que nos ocupemos de la misma. Sobre todo también porque Pablo se está dirigiendo a creyentes que ya han sido salvos. Sin embargo, si entendemos la salvación como todo ese plan, y teniendo en cuenta que ahora estamos en ese proceso de santificación, tiene sentido que el apóstol nos invite a ocuparnos en la misma, en ese proceso. También tiene sentido que los ponga como sinónimos, ya que la santificación es parte de todo ese plan de salvación que Dios tiene para nosotros.
Entonces, la santificación es parte de ese plan de Dios para redimir al hombre, es parte de la salvación. Por lo que si decimos que la salvación es 100% de Dios, que la salvación es monergista (como sostiene la doctrina reformada), entonces es una incongruencia decir que la santificación es sinergista. Para los que no están familiarizados con estos términos se los explico de forma rápida. El monergismo habla de que sólo es una parte de las involucradas la que actúa (esta parte actuante es Dios, lo vemos en la salvación). Y el sinergismo habla de que son las dos partes involucradas las que actúan (Esto pondría tanto a Dios como al hombre trabajando juntos para salvar al ser humano). En cada uno de los aspectos que nombra Romanos 8:30 vemos claramente que el único que obra allí es Dios, no aparecemos en ese plan. Si bien Dios nos llama a arrepentirnos y creer (Hechos 17:30), vemos que es Dios que produce el arrepentimiento (2° Corintios 7:10 y 2° Timoteo 2:25). Él nos lo demanda, pero Él también se encarga de dárnoslo porque somos incapaces por nosotros mismos (Romanos 3). Esto no es más que la gracia de la cual nos habla Pablo en Efesios 2:8-9. La salvación es por gracia, porque es Él quien hace la obra y nos la concede sin nosotros hacer nada para merecerla. Entonces, decir que la justificación es por gracia, es monergista, pero que antes de Él también glorificarnos Dios cambia su forma de actuar en este plan y nos dice de nosotros colaborar con nuestra santificación, o sea que en el medio se vuelve sinergista el plan de salvación, es una incongruencia total. Decir que la salvación es monergista pero que la santificación es sinergista es una contradicción más grande que decir que sos calvinista de 4 puntos y que creer que Dios murió por toda la humanidad.
La santificación es por gracia, es monergista, es una obra de Dios en nosotros, es un proceso que dura toda nuestra vida cristiana donde Él nos va haciendo crecer, el crecimiento lo da Dios (1° Corintios 3:7). Ahora, con esta declaración usted quizás piensa que me estoy contradiciendo con lo que dice el versículo de 1° Corintios 1:2 donde se nos llama a nosotros a ser santos. Bueno, es que no hay ninguna contradicción, recordemos lo que dijimos antes del arrepentimiento. Dios nos lo demanda en Hechos 17:30, pero luego vemos que es Él quien lo produce en nosotros. De la misma forma en la santificación, vemos en Filipenses 2:12 que Dios nos llama a ocuparnos en nuestra santificación, pero el versículo siguiente vemos que es Dios quien produce el querer como el hacer en nosotros por su buena voluntad. Efesios 2:10, luego de hablar de que la salvación es por gracia, no por obras, nos habla de que es Dios mismo quien preparó las obras para que anduviésemos en ellas. Esto no se refiere a que Él nos dio un manual para que sepamos cómo movernos, sino que Dios las PREPARÓ, que es la misma palabra en el original que se utiliza en Romanos 9:23 para decir que Él nos preparó para salvación, nos predestinó, lo cual habla de un decreto, no una guía. Lo que Dios decreta se hace, punto, sino tendríamos serios problemas con nuestra predestinación. Dios es el que produce en nosotros las buenas obras.
Con esto hay que tener algo de cuidado igualmente, porque se puede confundir con el punto de vista monergista quietista o con el liberal que vimos antes, pero nada que ver. Como dijimos, la santificación produce obras en nosotros, el obrar de Dios se va viendo, no es que somos quietistas y no hacemos nada, tampoco es que nos santificamos por nuestras obras, sino que Dios obra en nosotros lo cual nos mueve a actuar. El sinergismo pone las obras antes de la santificación, siendo ellas las que la producen. Al monergismo quietista ni le interesan las obras, simplemente espera. Y al liberalismo tampoco le importan las obras, y si vamos al caso tampoco le importa la santificación. Pero en la Biblia vemos que es primero Dios obrando creando en nosotros obras de justicia. Esto lo vemos muy en claro en Levítico 20:7-8 "Santificaos, pues, y sed santos, porque yo Jehová soy vuestro Dios. Y guardad mis estatutos, y ponedlos por obra. (hasta acá parece bastante sinergista, pero atención a lo que dice a continuación) Yo Jehová que os santifico." Dios llama a santificarnos y actuar, pero vemos que antes es Dios el que nos santifica, el que lo produce en nosotros. La obediencia no lleva a la santificación, eso es santificación por obras lo cual, como vimos, nos haría decir que Dios cambia su forma de actuar en el medio de la salvación. Decir que la obediencia lleva a la santificación es entender las cosas al revés. Hay obediencia, no somos liberales, pero esa obediencia es el resultado de la santificación, es la forma en la que se externaliza la obra de Dios en nosotros.
Por último ¿Qué pasa con todos los imperativos, todas las órdenes y mandamientos que nos da la Palabra? Los imperativos nos muestran cómo Dios quiere que sus hijos vivan, así como nos muestran cómo quiere que nos arrepintamos (De vuelta, Hechos 17:30 es un imperativo, nos está ordenando) ¿Me entiende por dónde voy? Es el mismo caso que con el arrepentimiento, no hay dos formas distintas de manejarse de Dios. Cuando nos predicaron el Evangelio, lo que vimos fue nuestra incapacidad de poder cumplir con lo que Dios nos pedía ¿Y eso a qué nos llevó? Corriendo a Cristo, a creer en ese sacrificio que hizo por nosotros. De la misma forma es en la vida cristiana. No es que yo ahora soy capaz de obedecer a Dios. La Biblia nos manda a ser santos como Él es Santo (1° Pedro 1:16, que de hecho cita al pasaje de levítico que vimos antes), y yo no puedo ser santo como el ser más santo del universo. Y muchos dicen ante esto: "No, bueno, puedo obedecer pero a mi forma imperfecta". Eso no es obedecer, obedecer a medias no es obedecer, sino hubiésemos podido "obedecer" a la Ley. Antes, yo, como cuando creí en el Evangelio, veo mi incapacidad y voy corriendo en dependencia a Cristo, que sea Él quien obra en mí, quien me santifica, y quien produce obediencia, buenas obras en mí, que sea Él quien se lleve la gloria. Decir que ahora podemos obedecer a Dios es no vivir en dependencia a Dios, es decir que el Evangelio ya no es necesario para el día a día del creyente, es un pensamiento de empoderamiento totalmente mundano, antibíblico y peligroso porque a lo único que lleva es a ahora centrarme en mi conducta, en mi obediencia, en mi santificación, en lugar de centrarme en el Evangelio, de Cristo, me estoy centrando en mí, no en Él ¿Dónde lo veo esto en la Biblia? Primero en Romanos 7, donde vemos la lucha tremenda del apóstol Pablo, su total incapacidad, la cual lo lleva luego a escribir Romanos 8 viendo la tremenda obra del Evangelio ¿Ves? El Evangelio es nuestro motor ante nuestra incapacidad, es lo que nos impulsa, es la obra de Él la que nos mueve, no somos nosotros, es todo de Él.
Para terminar quiero cerrar con un ejemplo que me dio hace unos días el pastor Sugel Michelén cuando le pregunté en persona sobre si soy capaz de obedecer a Dios. Él me dijo "Supongamos que estás en frente de un río caudaloso y Dios te ordena cruzarlo. Vos vas a decir que no podés, pero Dios te sigue ordenando que lo hagas. Entonces ¿qué haces? Vos vas pero no confiando en que vos podés, sino confiando en Dios, en que si Él te lo dijo Él lo va a hacer posible, y cuando empezás a cruzar Él va poniendo piedras debajo tuyo." En este ejemplo que me dio, si nosotros hubiésemos creído que podíamos, el río nos hubiese llevado totalmente, por más iniciativa e intencionalidad que hubiésemos tenido, nos hubiésemos muerto. Cuando Cristo murió por nosotros Él restauró nuestra relación con Dios, y es por medio de esa comunión (usando los medios de gracia) que ahora, ante mi incapacidad de obedecer (porque sigo siendo incapaz), puedo depender de Él. Esa es la diferencia entre un no cristiano y un cristiano. Yo no tengo poder de nada, no hago ni siquiera lo que quiero como Pablo, sólo espero que Dios me libre de este cuerpo de muerte, y eso es lo que me lleva a la cruz día tras día. Por eso cada sección práctica en las epístolas, cada sección de imperativos que tanto les gusta a los legalistas, está precedida de una sección de indicativos, mostrándonos la hermosura y el poder de Dios para que nos agarremos de eso, para que dependamos de Él. La vida cristiana es una vida de dependencia. La santificación es 100% de Dios porque es parte del plan de salvación, porque es todo por gracia (no puedo hacer nada para ganarme más santificación), depende de Él. Esto antecede a mi obediencia, la cual es la muestra exterior de que Dios efectivamente está trabajando en mi vida. Esta es la única forma donde Dios se lleva absolutamente TODA la gloria y nada nosotros. Esta es la santificación según la Biblia.
Comentarios
Publicar un comentario