Continuamos con nuestra serie sobre la epístola dirigida a los gálatas. Hoy veremos cómo Pablo se vuelve a dirigir a los Gálatas reprendiéndolos por intentar buscar algo más allá de la fe.
"1 ¡Oh gálatas insensatos! ¿quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado? 2 Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe? 3 ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne? 4 ¿Tantas cosas habéis padecido en vano? si es que realmente fue en vano. 5 Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe?" Gálatas 3:1-5
Luego de defender su apostolado, sobre todo para proteger el mensaje que él les predicó, el apóstol conectará la exhortación que le hizo a Pedro que vimos la semana pasada, con lo que estaba pasando en la iglesia de Galacia. Recordemos que Pablo lo exhortó a Pedro por volver a la Ley a causa de la presión que ejercían los judíos, y le recordó que ya no vivimos bajo la Ley, sino para Dios, lo cual puede ser parecido pero el tema está en el corazón con el que uno vive y para qué lo hace. Ya no vivimos para querer cumplir con algo, sino en agradecimiento a Dios.
Ahora es cuando el autor comienza a ponerse duro con los destinatarios. Otras versiones traducen el principio del versículo 1 como "¡Gálatas torpes!". La realidad es que Galacia era conocida por ser una región intelectual, pero aquí la palabra que usa griego en el original es el antónimo de intelectual, lo opuesto. Por lo que esto les da directamente en el orgullo a los gálatas, de modo que podemos entender un tono bastante fuerte por parte de Pablo. Y es que es lógico, vemos que ni él lo podía entender, al punto de decir que alguien los fascinó, o más bien la traducción sería los hechizó.
Como es común del apóstol Pablo, esta porción tiene muchas preguntas retóricas. La primera que vemos en el versículo 1 demuestra que no lo podía ni creer, ya que a los gálatas se les había sido presentado el Evangelio bien claro. Acá también el original da un poco más de claridad, ya que habla que fue predicado de manera pública y fuerte. Aún así, estaban desplazándolo como hizo Pedro en el ejemplo que dio.
A continuación Pablo los hará pensar en base a su experiencia. Recordemos que los gálatas eran gentiles que habían creído en el Evangelio y más tarde, cuando Pablo se fue, los judaizantes les querían hacer cumplir la ley judía. El versículo 2 entonces les va a hacer pensar en base a su experiencia antes de que vengan estas personas con la Ley ¿Eran ya salvos simplemente creyendo? La respuesta claramente es que sí. Entonces ¿por qué ahora estaban intentando sumar algo más? El versículo 3 vuelve a usar la misma palabra que el versículo 1, básicamente diciendo que eran tontos.
El resto del versículo 3 es el centro de nuestro pasaje de hoy. Y es que habiendo empezado por la fe dada por el Espíritu, ahora querían irse a la carne. Solemos asociar el término carne con la naturaleza pecaminosa. Pero este, según el contexto, claramente no es el caso. Los gálatas en lugar de querer irse a vivir a pecado, se querían cargar con la Ley. La palabra carne se refiere al cuerpo mismo. A la luz de esto, y del contexto de la carta, más el contexto de lo que está hablando Pablo, la gran cantidad de comentaristas interpreta que la carne acá se refiere al propio esfuerzo humano. Y esto es algo muchísimo más común de lo que pensamos.
Cuando creímos en el Evangelio nuestra fe es puesta sólo en Cristo y no en nuestras obras. Sabemos que nuestro desempeño no nos salvará, es imposible. Sin embargo, al igual que los gálatas que eran intelectuales, después en nuestra vida cristiana viene muchas veces el pensamiento de "El Evangelio fue el primer punto de partida, ahora debe haber algo más". Al pensar esto nos solemos concentrar en nuestras obras, en intentar ser santos por nuestro propio esfuerzo. Esto es lo mismo que estaba pasando en esta iglesia. Dejamos de pensar en el Evangelio, dejamos de pensar en la obra de Cristo, y pensamos que nosotros tenemos que aportar algo a la misma. Esto es ver el Evangelio como insuficiente para la vida cristiana. Recordemos la exhortación a Pedro, ya no intentamos obedecer porque haya que cumplir con algo, sino por amor, vivimos para Dios. El esfuerzo humano, el creer que nosotros podemos, y la fe dada por el Espíritu, Pablo los pone muy bien como polos opuestos. En el Evangelio no hay lugar para las obras de la carne.
Ya a este punto debería sobrar la aclaración, pero como para que no me malinterpreten, siempre la hago. Que el esfuerzo humano no tenga lugar no significa que podemos vivir como el mundo o sin hacer nada y vamos a crecer igual. Sino que habla de un esfuerzo sin Cristo en el medio, por eso lo pone como "carne", contraria al Espíritu. Si tu motivación al leer la Palabra, al orar, o al hacer cualquier cosa "cristiana" es intentar crecer, es hacerte mejor cristiano, tener un mejor desempeño, entonces dejame decirte que te estás esforzando en la carne. Porque crees que por medio de hacer cosas, Dios te va a recompensar y dar santidad. Eso es exactamente lo mismo que creen los judaizantes, eso NO es la gracia, ya que si fuese por hacer cosas, entonces esa santidad no sería un regalo inmerecido. Creemos que por esforzarnos en leer la Biblia Dios lo va a ver y nos va a hacer crecer. Eso sería una recompensa contraria a la gracia y creeríamos que podríamos estar forzando la mano de Dios. Leemos la Biblia porque Dios ya nos hizo crecer para eso, nos dio el querer como el hacer, por eso vivimos y la leemos agradecidos, ese esfuerzo es una gracia de Dios. Si no fuese por eso, ni tocaríamos nuestra Biblia.
Ahora, si tu motivación es Cristo mismo, vivis para Dios, tu fe te lleva a querer obrar, entonces ahora ese esfuerzo ya no es visto como una falsa causa de tu santidad, sino todo lo contrario, como la consecuencia. Una vida cristiana por gracia, una vida en el Espíritu, por la fe, va a ser consecuencia de la obra del Evangelio día tras día en tu vida, tu esfuerzo se da porque Dios puso el querer como el hacer (Filipenses 2:13) y ahí tu esfuerzo no será para algo, sino por algo, por el Espíritu. Y muchas veces no notamos la diferencia, simplemente vemos que nos estamos esforzando, pero la diferencia se ve en nuestra motivación. Me esfuerzo ¿porque quiero cumplir con algo u obtener algo?¿O por amor a Cristo, porque quiero conocerlo más, porque estoy maravillado por Él?
Siguiendo con nuestro pasaje, el versículo 4 hablará sobre la experiencia. De vuelta, el original nos da más luz, ya que no habla de sufrir, sino de haber vivido. Todo lo que experimentaron hasta ese entonces habría sido en vano si todo este tiempo hubiesen estado necesitando de cumplir con sus obras, ya que hasta el momento vivían por fe. Y justamente, como era por fe, en el Espíritu, Pablo en el versículo 5 apelará ya no a la experiencia, sino a Dios mismo. Para ponerlo con palabras más sencillas, el Espíritu Santo ¿obra en nosotros por medio de la Ley, o por medio de la fe? Parece bastante tonta esta pregunta, pero muchas veces caemos en el error. Creemos que por obrar de tal y tal forma, forzamos al Espíritu a que nos transforme conforme a la imagen de Cristo. Creemos que aportando nuestro granito, el Señor ahora sí nos santifica. Como que Dios está ahí expectante esperando a que nosotros obremos para hacernos crecer. Pero de vuelta, tus obras no son la causa, sino la consecuencia del crecimiento que da Dios.
A menudo a los gálatas se los tiene, como dice el pasaje, como unos tontos. Se los juzga por caer en este error y pensamos que es algo tan obvio que no podemos entender cómo cayeron. Pero hoy vimos que muchas veces hacemos lo mismo, intentamos torcer la mano de Dios con nuestras obras. Queremos recompensas por parte de Dios por hacer tal y tal cosa. De esta forma la fe queda desplazada, y la gracia desaparece. Tengamos cuidado de no confundirnos. La vida cristiana es por fe, centrados en Cristo. Sólo Su gracia nos puede transformar y que eso se refleje en un cambio de conducta. Tu cambio de conducta jamás podrá cambiar tu corazón, sólo la fe, sólo el Evangelio puede hacerlo. Por eso es que necesitamos todo el tiempo volver al mismo, tener presente nuestra fe. La fe no es un simple amuleto para cuando nos muramos ir al cielo. La fe es algo que se vive todos los días, sólo así nuestra vida pasará de estar centrada en nuestro desempeño, a estar centrada en Cristo. Acuérdate que vivimos por fe. Entonces céntrate en el objeto de la fe, no en tu desempeño. Tu vida cristiana partirá justamente de estar focalizado en tu fe, en Cristo, porque Cristo es todo y en todos.
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