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Ya no estoy al día con mi plan anual de la Biblia, ¿qué hago?

Cada año un gran número de cristianos comienzan el plan de lectura anual de la Biblia. Pero en el medio muchos terminan abandonándolo. Si esto te ha pasado, este blog es para vos.

Blog 229: Ya no estoy al día con mi plan anual de la Biblia, ¿qué hago?

"Por heredad he tomado tus testimonios para siempre, porque son el gozo de mi corazón. Mi corazón incliné a cumplir tus estatutos de continuo, hasta el fin." Salmos 119:111-112

Siendo honestos creo que no hay cristiano al que no le haya pasado. Empieza el año y nos ponemos como meta "Este año voy a leer toda la Biblia". Pero conforme van avanzando los días más nos empieza a costar y más empezamos a despegarnos de ese plan. Para cuando nos queremos acordar ya nos atrasamos demasiado como para ponernos al día en algún punto y terminamos posponiendo esa resolución para el año siguiente. A algunos les empieza a costar ya en el primer mes y no pasan del pentateuco, otros perduran un poco más hasta Crónicas, otros llegan a los profetas menores, pero la realidad es que muchas veces es difícil.

En la cultura cristiana ya está muy instaurado esto de la Biblia en un año, a tal punto que cada año esa resolución que nos ponemos lo hacemos por una obligación que sentimos, y eso está mal. Si alguna vez leyó el Salmo 119 verá que no hay obligación allí, el autor está enamorado de la Palabra. En el versículo que leímos antes, ¿cuál es la razón por la cual el salmista toma los "testimonios para siempre"? Él lo hace porque son un gozo el poder leer la Palabra, su corazón lo lleva a eso, lo dice el mismo versículo. No lo hace por obligación sino porque quiere, lo desea, lo necesita. Y aquí es cuando nos viene el pensamiento "a mí me falta eso".

Ante la falta de deseo, es ahí cuando nos obligamos a leerla, y una de esas formas en las que nos obligamos es con estos planes anuales. Sin embargo, como ya he dicho en otros blogs, el problema no está en leerla o no, el problema está en nuestro corazón ¿Por qué no deseamos leerla? Puedes obligarte las veces que quieras, pero a no ser que seas una persona con muchísima autodeterminación, jamás terminarás estos planes si no tienes ese corazón que tenía el salmista. Y no es algo sobrehumano, el autor era un pecador más como vos y como yo. De hecho, la Palabra de Dios para él era simplemente el pentateuco en ese entonces, esa parte que muchas veces es lo que más nos cuesta leer. Aún así él dice estas cosas con respecto a la Biblia.

Entonces ¿por qué no tenemos ese mismo corazón? Porque somos olvidadizos. Nos olvidamos de la gracia que Dios nos mostró, nos olvidamos del Evangelio y nos olvidamos que aquel Salvador que nos redimió se revela y lo podemos conocer por medio de las Escrituras. Si la razón por la cual no deseamos leerla es porque nos olvidamos de lo hermoso que es Él y lo que ha hecho por nosotros, la solución entonces es recordar con asombro todo esto, algo que cada vez, tristemente, se pierde más. Nos olvidamos de maravillarnos día a día de Dios y el Evangelio. Entre más nos recordemos estas cosas, más amor surgirá hacia Él al contemplarle, y más vamos a querer conocerle como el salmista por medio de Su Palabra día y noche siendo nuestra meditación.

Otra cosa también para analizar es ¿por qué nos obligamos? Acá hay dos opciones. Primero porque pensamos que si leemos la Biblia entonces nos va a ir bien ese día o porque pensamos que si la leemos Dios nos va a recompensar de alguna forma. Y esto no es más que olvidarse de la gracia intentando comprar el favor de Dios por medio de obras. Es horrible este pensamiento. La segunda razón es "porque tengo que hacerlo". Acá es donde voy a decir algo super controversial, pero escuchen la idea completa. Y es que en ningún lado de la Biblia hay un imperativo mandándonos a leerla. Pero ojo, antes que se escandalicen todos, eso no significa que estoy diciendo que no la leamos, bajo ningún punto. Que no haya un imperativo no significa que no la leamos. Leer la Biblia no es un mandato, sino una gracia que tenemos. Fíjense el salmista, no lo hace por obligación, lo hace al maravillarse de su Señor y querer conocerle más. En la Biblia sí se nos anima mucho a leerla, pero porque es una gracia, un regalo inmerecido que tenemos al ser pecadores e igualmente poder conocer más al Dios Creador, y a su vez nos es beneficioso.

Hay una diferencia abismal en hacer algo por obligación a hacerlo porque vemos que es un regalo, un privilegio que tenemos y que encima es beneficioso. Y no es que sea beneficioso en el sentido de que me va a ir bien en el día, sino en que no hay nada que sea mejor para nosotros que conocer más a Dios. Cuando tenemos en mente esto, que es lo mejor para nosotros, ni siquiera hace falta un mandamiento ¿O acaso alguien después de 40 días de ayuno, a punto de morir, le diría que no a un buen plato de comida? U otro ejemplo, ¿acaso una persona enamorada no pasaría tiempo con su pareja porque no la quiere conocer más? No leemos la Biblia por obligación, sino porque lo necesitamos, necesitamos saber más de nuestro Salvador, estamos enamorados y queremos conocerle más. Cuando no la leemos es porque justamente no vemos cuán precioso es Él y ese es nuestro mayor problema. Tu motivación jamás será un imperativo, tu mayor motivación es el amor hacia Él producido por el amor que Él nos mostro primero, amamos porque Él nos amó primero (1° Juan 4:19). Es por eso que Dios no puso imperativo, porque hay algo mayor que el imperativo y es el amor hacia Él.

Entonces, volviendo, para contestar a la pregunta que da el título a nuestro blog de hoy ¿Qué hago cuando me perdí en mi plan anual? Primero no ponerte mal, es un privilegio que tenés, no una obligación, miralo como tal. Segundo, recordá. No dejes que tu mente se olvide del Evangelio, de semejante obra que hizo por vos. De vuelta, no digo que no la leamos, sino que digo que vayamos a la verdadera motivación que es el Evangelio, por eso lo debemos recordar. Que sea al recordar cuan grande amor nos tiene que le quieras conocer más, que surja en vos amor por Él y desees, al igual que el salmista, pasar todo el tiempo conociéndole. Tercero, no importa que no lo hagas en un año, si realmente querés conocer a tu Salvador seguí con el plan a tu tiempo. No te pongas metas que después no puedas cumplir, lee de a poco. Mejor es leer menos pero que con ese poco te puedas maravillar y puedas continuar en el tiempo, a leer mucho y que no sólo te olvides de lo que lees, sino que se te hace insostenible en el tiempo. No importa si te lleva un año y medio o dos, lo importante es que lo puedas hacer con un corazón sincero buscando al Señor. No te desanimes por no poder seguir un plan, concéntrate en conocer más a Aquel que se humilló y dio Su vida por vos para reconciliarte consigo mismo.

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