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Nos estamos olvidando de esta parte del Evangelio

El Evangelio es el mensaje más completo que puede existir, desarrollarlo en su totalidad nos llevaría toda la eternidad ya que en él se revela el infinito Dios. Sin embargo cuando lo predicamos intentamos resumirlo pero muchas veces nos olvidamos de puntos muy importantes. Uno de ellos es el que veremos hoy que cada vez se lo menciona menos.

Blog 224: Nos estamos olvidando de esta parte del Evangelio

"Mas el impío, si se apartare de todos sus pecados que hizo, y guardare todos mis estatutos e hiciere según el derecho y la justicia, de cierto vivirá; no morirá. Todas las transgresiones que cometió, no le serán recordadas; en su justicia que hizo vivirá." Ezequiel 18:21-22

Este es un blog que quería hacer ya hace tiempo y va muy relacionado con la serie que terminamos hace poco sobre el estudio de la salvación. Justo esta semana estaba leyendo el libro de Ezequiel y cuando llegué al pasaje que leímos lo vi muy oportuno para hablar del tema de hoy. Pasajes como este han llevado a personas a creer que en el Antiguo Testamento la salvación era por obras, y si, he escuchado a gente pensar eso. Claramente sabemos que esto no es así, sabemos que es por gracia por medio de la fe (Efesios 2:8-9) y siempre ha sido así.

Ezequiel viene hablando sobre cómo cada uno es responsable por su pecado, y cómo por el mismo estamos condenados. El versículo 21 empieza con un "Mas" marcando un contraste (es lo mismo que decir "pero"), ya que habla que aquel pecador que se arrepiente de su pecado y comienza a vivir una vida justa, en lugar de sufrir la muerte espiritual, tendrá la vida eterna. A lo largo de la Biblia hay varios pasajes que hablan de esto, y el pensamiento común es decir que para salvarnos debemos arrepentirnos y comenzar a vivir alejados del pecado. Bueno, eso es lo mismo que pensar en la salvación por obras, sobre todo la última parte.

Veamos el estándar que pone este pasaje, dice que aquel que vivirá debe apartarse de su pecado, guardar TODOS los estatutos y actuar según la justicia. Primero, seguimos pecando una vez convertidos, así que ya en el primer punto fallamos. Segundo, ¿alguien puede guardar TODOS los estatutos de Dios? No, es imposible cumplir la Ley. Y tercero, dice de actuar según la justicia (claramente según la de Dios), pero Romanos 3 nos dice que no hay justo ni aún uno.

Además el versículo 22 dice otra cosa, primero dice que no le serán recordados sus pecados, pero luego dice que vivirá por la justicia que hizo, y esto es lo que nos hace adentrar en el tema de hoy. Recién vimos que esas obras necesarias no las podemos cumplir, al menos no a la perfección, lo cual, según el estándar de Cristo es lo mismo que nada. Pero eso no significa que la Biblia aquí nos esté mintiendo. Si alguien pudiese cumplir con eso a la perfección sería salvo, el tema es que es imposible. Pero hay una solución.

A menudo cuando predicamos el Evangelio hablamos sobre cómo la buena noticia es que Dios se hizo hombre y murió pagando por nuestros pecados para que la condena por ellos ya no sea para nosotros y resucitando al tercer día confirmando ese pago. Ahora, acá falta algo, porque sí, nuestros pecados son pagados y al ser librados de la esclavitud del mismo, al ser nuestros ojos abiertos gracias a ese pago, nos arrepentimos. Pero el versículo de Ezequiel habla de arrepentirse y a la vez vivir una vida justa, lo cual no podemos. Ya de por sí el arrepentimiento nos lo concede Dios y no es nuestro propio, necesitamos el nuevo nacimiento, necesitamos que Él nos libere del pecado, mucho menos vamos a poder vivir una vida justa.

Aquí es cuando entra la importancia de la vida de Cristo, la cual fue y será la única en la historia de la humanidad que sí cumple con lo que dice el pasaje que leímos. Y mientras nuestros pecados se le fueron puestos en la cuenta a Jesús en la cruz, Su vida perfecta se nos es puesta en nuestra cuenta por medio de la fe ¿Qué significa esto? Que ahora sí cumplimos con lo que dice el pasaje de Ezequiel, pero no por nuestras propias obras, sino porque ahora tenemos las obras de Cristo en nuestra cuenta, y en lugar de vivir por una justicia que hicimos, lo cual no existe, vivimos por Su justicia que hizo y que ahora tenemos.

Esta unión con Cristo, y la imputación de Su vida perfecta en nosotros es parte esencial del Evangelio, ya que es aquello por lo cual tenemos vida eterna, y es algo que muchos se están olvidando hoy en día. Y no, quizás no se olvidan del concepto de la justificación, lo cual es el acto de esta justicia Suya imputada en nosotros, sino que se olvidan en el día a día de lo que ahora tenemos: La vida de Cristo ¿Cómo es esto? Y es que ahora muchos tratan de buscar la justicia propia, y se apoyan en la misma para afirmar que realmente son salvos. Si hay una justicia en la que te debes apoyar para estar seguro que eres salvo jamás será la tuya, ya que jamás será suficiente, sino que es la de Cristo imputada en vos.

Parte de predicarse el Evangelio todos los días es predicarse que tu justicia es nula pero que ahora tienes la que Jesús vivió. Recuerda que jamás nuestras obras aportan algo, ya que no son suficientes. Debemos recordar la justicia de Cristo y recordar que la tenemos en nosotros, esa es la única forma en la que realmente podremos descansar y no cargarnos con llegar a un estándar imposible. Y obviamente que nuestra unión con Cristo no es una invitación a pecar total mis obras no importan, porque ellas, si bien no nos aportan nada a nosotros, Dios las utiliza para mostrarse, para mostrar Su poder transformador al mundo y a nuestros hermanos, quienes pueden tomar fuerzas al ver ese poder que nos sacó de la misma miseria.

Y ahora para vos tomar fuerzas para tu día a día, para toda tu vida cristiana, si te estás predicando el Evangelio completo, te fortalecerás a través de confiar en esa unión con Cristo y Su justicia, no confiando en tus propias obras y tu propio esfuerzo. En la actualidad se ven a muchísimos cristianos cansados, con una carga enorme por sus obras, cuando estas deberían surgir de forma natural al predicarnos el Evangelio completo ¿Por qué no ocurre? Porque nos estamos olvidando del Evangelio en nuestro día a día, o por lo menos de esta parte tan esencial. Y cuando dejamos de ver a Cristo, es cuando nos vemos a nosotros mismos y nuestra propia justicia. El polo opuesto a nuestra unión con Cristo es la justicia propia, o confiamos en una o en la otra. Recuerda que el Evangelio no es simplemente la imputación de nuestros pecados a Cristo en la cruz, sino que también es la imputación de Su justicia perfecta en nosotros, nuestra unión con Él, sólo en ello encontramos genuino descanso para nuestro día a día. No nos olvidemos de esta maravillosa unión que ahora tenemos.

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