Esta semana hacemos una pausa a nuestro estudio sobre la salvación ya que en estos días se conmemora el nacimiento de nuestro Salvador en aquel pesebre hace más de 2000 años. Hoy estaremos reflexionando en la importancia de ese nacimiento, no solamente de la encarnación.
Si bien no sabemos la fecha exacta, se cree que es más bien cerca de abril/mayo, y ni siquiera está bien el año, ya que Herodes murió en el año 4 antes de Cristo, por lo que el nacimiento de Jesús debería haber sido entre el 6 y el 5 antes de sí mismo, pero igualmente cada año está bueno tomarse un día en específico para recordar este hecho que cambió la historia. Obviamente que como cristianos, el nacimiento de nuestro Salvador, es algo que recordamos, o deberíamos recordar, más que simplemente un día al año. Pero el 25 de Diciembre es un día en el que el mundo entero sabe que se conmemora el nacimiento de Jesús, por más que se haya pervertido tanto últimamente con los regalos, Santa Claus (Papá Noel en Argentina), y hasta la familia. Es una oportunidad única para compartir del Evangelio y hay que aprovecharla. Hoy justamente veremos la relación de la Navidad, el Evangelio y por qué es tan importante lo que pasó en aquel pesebre.
Si hablamos del Evangelio, lo primero que se nos viene a la mente como una imagen es la cruz, allí fue la consumación del plan de salvación, el punto cúlmine de las Buenas Nuevas. Sin embargo, el pesebre también tiene un rol muy importante en el Evangelio. Por lo general, cuando hablamos de la Navidad, como cristianos, nos solemos referir a la encarnación de Cristo, Dios mismo se hizo humano. Con esto no sólo citamos las profecías del Antiguo Testamento como Isaías 9:6, sino también que citamos Filipenses 2 con respecto a cómo se humilló Cristo al venir a la Tierra. Pero ¿por qué fue tan importante el nacimiento?¿No se podría haber encarnado siendo ya adulto, haber venido con 30 años listo para comenzar Su ministerio?¿Fue únicamente por las profecías que vino siendo un feto en la panza de María, o hay algo más allí?
Si el nacimiento no fuese importante, tranquilamente Dios podría haber obviado las profecías, no haber dicho nada al respecto en el Antiguo Testamento y haberlo hecho venir como un adulto listo para hacer Su ministerio. Pero no fue así porque el nacimiento de Cristo es de suma importancia, no sólo por la encarnación, que no es poco de por sí, sino también porque es el inicio de una vida, y no cualquier vida, sino una vida perfecta. Ahí está también la importancia de la Navidad que a menudo ignoramos. Desde ese momento hasta que murió, resucitó y ascendió hubieron 33 años. Durante ese período Jesús no pecó, no transgredió ni en un punto la Ley, sino que cumplió absolutamente todo.
La importancia de la Navidad es justamente por el inicio de esa vida perfecta, la cual hace que Cristo tenga derecho de ser el Cordero sin mancha para la expiación de nuestros pecados y también derecho de ser nuestro Sumo Sacerdote ante el Padre. Pero, de vuelta, no sólo eso. Como mencioné al principio este blog está saliendo en el medio de nuestra serie sobre la salvación. En la misma vimos cómo, en la expiación, nuestros pecados le fueron imputados (puestos en Su cuenta) a Cristo, por eso Él pagó por ellos. Sin embargo, en la salvación hay una doble imputación (algo que veremos con mucho más detalle más adelante en el estudio de la salvación) ¿Y qué es la otra cosa que se imputa? Bueno, en este caso es al revés, ahora algo de Cristo se nos imputa a nosotros. Y aquella cosa que se nos pone en nuestra cuenta es nada más y nada menos que aquella vida perfecta que comenzó en el Pesebre.
Es gracias a que Cristo vivió esos 33 años de forma perfecta, que Su vida cumpliendo toda la Ley se nos pone en nuestra cuenta. Ahora el Padre, cuando nos ve, no ve nuestra vida de pecado, sino que ve la justicia de esa vida que tenemos imputada, la de Cristo mismo. El Evangelio no es simplemente el perdón de nuestros pecados obtenido en la cruz, lo cual es sólo una parte de la doble imputación. No, el Evangelio son las dos partes de la imputación, y para obtener esa vida perfecta que se nos puso en nuestra cuenta Cristo tuvo que nacer. Sin toda esa vida cumpliendo la Ley a la perfección no tendríamos justicia de dónde agarrarnos, no habría justificación, ya que el Padre no nos declara justos porque sí, lo hace en la base de la vida perfecta de Cristo.
Por eso, esta Navidad, cuando celebres el nacimiento de Jesús, no sólo te acuerdes del pesebre, de los pastores, María y José, o aún sólo de la encarnación. Acuérdate de esa vida que comenzó allí, la cual es la que hoy tenés en tu cuenta, la que hoy está en vos. Solemos pensar que la Pascua está más relacionada con el Evangelio que la Navidad, pero nada más alejado de la realidad. La Navidad, no solamente refleja la encarnación de Cristo, Dios hecho carne, sino que también marca el inicio de la vida más perfecta que haya existido y existirá en el mundo. Y es esa vida la cual se te ha dado por gracia. Cristo cumplió con la Ley para que ahora nosotros no tengamos que hacerlo, lo cual nos sería imposible. Nuestra vida de agradecimiento se da entre más recordamos eso, entre más recordamos el Evangelio. La Navidad, o natividad, fue tan necesaria porque es gracias a que Jesús vino siendo un niño que ahora podemos gozar de Su justicia en nosotros. En estas fechas recordemos y prediquemos eso, esa doble imputación. Y que en nuestro día a día nos podamos acordar del Evangelio completo, el perdón de nuestros pecados pero a la vez la vida justa de Cristo en nosotros. Eso es lo único que impactar y modificar nuestras vidas. Ese es el mensaje del Evangelio en la Navidad.
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