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Pietismo: El legalismo de las iglesias reformadas

El deseo por la piedad es algo muy bueno para el cristiano y algo que todo hijo de Dios debería tener. Pero ¿qué pasa cuando ese deseo y esfuerzo se pone en primer lugar, aún antes que Cristo? El resultado: Un legalismo desmedido.

Blog 202: Pietismo: El legalismo de las iglesias reformadas

Si sos un hijo de Dios, al ver el Evangelio, lo que Él hizo por vos en Su vida, muerte y resurrección, y no sólo lo que hizo sino el gran amor que te demostró, vas a querer vivir una vida que le agrade. Querer vivir una vida piadosa debería ser un resultado natural del Evangelio, para nada forzado. Ante esto muchas personas ponen a la vida piadosa como un deber más que una respuesta. Es por esto que viene un afán y un esfuerzo desmedido por intentar vivir de forma piadosa, poniendo así la santidad del creyente en un nivel de importancia aún mayor que a Cristo. Esto es el pietismo.

Muchas veces cuando hablamos de legalismo lo relacionamos con las personas que creen que la batería es del diablo, con un tipo de vestimenta en específico, iglesias muertas en su alabanza, etc. Pero esto más que legalismo lo considero más inmadurez que otra cosa. Si vamos a la palabra en sí de legalismo esta viene de la Ley. El legalismo es un regreso a la Ley. Y no, no hablo de los movimientos judaizantes y heréticos que buscan volver a las raíces hebreas que hay hoy en día. Efectivamente esos movimientos vuelven a la Ley afectando y modificando el mensaje de salvación. Pero lo que vamos a ver hoy es una vuelta a la Ley sin irse al extremo de herejía, afectando principalmente en la vida del cristiano, esto es lo que hace el pietismo.

Dijimos antes que el pietismo es un afán desmedido por la piedad, mi foco principal está en ser cada vez más santo y ya no tanto en Cristo. Y la respuesta ante esto suele ser "No, yo persigo la santidad pero mi foco principal sigue siendo Cristo". Bueno, déjenme hacerles algunas preguntas. En su iglesia ¿Se lo menciona al Evangelio solamente al final del sermón como una invitación al inconverso?¿O se ve claramente y se lo proclama al Evangelio para el creyente?¿El Evangelio es un punto de partida o es lo que te sostiene, tu motor?¿Las predicaciones están centradas principalmente en tu crecimiento, tu deber, tu santidad, o se proclama principalmente a Cristo y el resto es resultado de eso y maravillarnos de Él? Básicamente el centro de la prédica ¿Es el creyente o Cristo?¿Se lo llena de deberes, se incentiva con miedo y amenaza sobre el juicio de Dios dudando de la salvación de todos los allí presentes?¿O se habla de una vida de agradecimiento por el Evangelio y se busca afirmar al creyente por medio de las Buenas Nuevas? Mismo en la Cena del Señor ¿Es un momento de introspección, de verme a mí y mi desempeño durante la semana como cristiano?¿O es un momento donde recordamos a Cristo y Su gracia?

Esto último que mencionamos es crucial, porque si bien se suele ver muy marcado en la Cena del Señor, la vida entera del pietista es así, un constante verme a mí, mi desempeño, mis obras, y en ellas "hallan" seguridad de que realmente son cristianos ¿Ven el gran problema del pietismo? Vuelve a la Ley, quizás no en el sentido de la Ley del pentateuco, pero si en el sentido de las obras. El pietismo hace un gran énfasis en los imperativos de la Palabra sin que sean los indicativos los que guíen esa práctica. Es el Evangelio lo que nos lleva a obedecer, no nuestro esfuerzo desmedido. Esto se relaciona también con todo lo que venimos hablando en el blog sobre el monergismo, la santificación, la intencionalidad, etc. El pietismo es un constante esfuerzo por santificarme por medio de cumplir con mi deber, buscan una santificación basada en nuestra obediencia, básicamente una santificación por obras, no por gracia.

Estas últimas dos semanas estuve escuchando mucho un podcast que se llama Theocast que habla mucho de lo que venimos hablando acá nosotros, y que también tiene un libro gratuito al respecto de todo esto (que si Dios quiere lo vamos a traducir al español). En uno de los capítulos del podcast dijeron una frase que me gustó mucho, parafraseando decía que no es que el cristiano DEBE obedecer, sino que VA a obedecer. El primer pensamiento es el pietista, que se concentra en ese deber, porque lo tenemos que hacer. Pero el segundo pensamiento, el bíblico, habla de que es un resultado natural de la obra regeneradora de Cristo, no lo podemos evitar, el que es justificado va a ser santificado, porque el que comenzó la buena obra la va a terminar (Filipenses 1:6). Al ser así, nuestro foco no está en nuestro deber, sino en Aquel que por medio de su obra lo hace capaz, y nuestro crecimiento será un resultado natural del Evangelio actuando e impactando día tras día en nosotros.

El pietismo es un gran herramienta del diablo para poner nuestra mirada en algo que parece noble como lo es la piedad, pero que bajo ningún aspecto algo que nos hace vernos a nosotros antes que a Cristo y Su obra es algo noble. Y no me malentienda, no digo que no debemos buscar la piedad, pero nuestro foco siempre tiene que estar primero en Cristo, conocerle y enamorarnos más de Él, sólo así la verdadera piedad vendrá. Si nuestro foco principal para ir a la iglesia, para leer la Biblia, para orar, es nuestra santificación, entonces estamos buscando más la piedad que a Cristo mismo. Estos medios de gracia Dios nos los dio para conocerle más, para estar en comunión con Él. Pero nosotros los hemos pervertido a tal punto que ahora se trata de nosotros y de ser mejores cristianos. La vida que resultará de eso no es una vida piadosa, mucho menos una vida cristiana ya que no se centra en Cristo, sino una vida moral. Y no es casualidad que este blog venga después del blog donde hablamos sobre cómo la Biblia es la revelación de Dios y no un simple manual de instrucciones para nosotros. Quería hablar primero de la Palabra ya que el pietismo desplaza totalmente su razón y propósito (revelar a Dios) y nos pone a nosotros en ese lugar, siendo simplemente un libro tutorial de cómo debemos vivir, y las predicaciones reflejan eso.

Si usted nos sigue desde hace tiempo sabrá que hace algunos meses se cambió el nombre de este ministerio. Antes se llamaba "Un Cristiano Reformado" y ahora se llama "Los Ojos en Cristo" y todo este tema tiene algo que ver. Y no, no hablo sólo porque el eje en un nombre está en el hombre y en el otro en Dios. Sino porque tristemente el movimiento reformado se ha visto muy manchado por el pietismo. En la búsqueda de contradecir a la enorme cantidad de iglesias liberales y antinominales que hay se han ido al otro extremo, donde las obras, mi desempeño, mi santidad opaca aún al Evangelio mismo, quedando este en un segundo plano y como un mero punto de partida (aunque con la boca digan que no es así, en la práctica lo es, incentivando siempre al deber y la intencionalidad de uno para santificarse). Gran cantidad de iglesias reformadas han dejado de ser reformadas en cuanto a la santificación y parecen más arminianas en estos asuntos apoyándose principalmente en la responsabilidad del hombre.

Antes, cuando se hablaba de la perseverancia de los santos, se decía que el nombre estaba mal puesto y se expresaba mal porque era más bien la preservación de los santos, cómo Dios era quien nos hacía perseverar (Vea las clases de Sproul mismo al respecto si no me cree). Pero ahora ya no es más así. Ahora sí se cree en la perseverancia de los santos en el sentido de que somos nosotros los que lo hacemos por medio de nuestras obras. Es por esto que el cambio de nombre tiene mucho más sentido. Porque debemos dejar de vernos a nosotros mismos, tener como objetivo principal de todo lo que hacemos nuestra santificación, nuestro crecimiento (todo siempre yo, yo y yo), y comenzar a que nuestro objetivo principal sea el de conocer más a Dios, maravillarnos y enamorarnos de Él (lo cual también tendrá como consecuencia una vida piadosa), pero siempre con los ojos en Cristo.

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