Llegamos al blog número 200 y hoy quería hablar de algo de suma importancia: cómo el Evangelio es central en nuestras vidas y suficiente para absolutamente todo lo que necesitamos.
Para hablar de la suficiencia del Evangelio primero debemos definir lo que es. Como la mayoría sabe, la traducción es buenas noticias pero ¿cuál es la buena noticia? ¡Que hemos sido reconciliados con Dios! (2° Corintios 5:18-19) Aunque también, para entender esto hay que saber algo previamente, y es que estábamos enemistados con Dios. Él es Santo en su máxima expresión y nosotros no, somos pecadores, transgredimos Su Ley una y otra vez (1° Juan 3:4). Ser Santo justamente significa estar apartado, esto es del mal, por lo cual Dios no se podría relacionar con nosotros sin dejar de lado Su Santidad, que es parte de Su Ser, de Su esencia. Y esto es muy triste porque fuimos creados por Él para darle gloria (Isaías 43:7). Por causa de nuestro pecado estamos separados de Dios y separados de nuestro propósito de existencia que es Él. La Biblia en Efesios 2:5 llama a esta separación muerte espiritual, y un muerto no se puede revivir por sí solo, tampoco podemos dejar de pecar, porque nadie puede cumplir la Ley de Dios, es imposible. Es por esto que al Dios ver nuestra imposibilidad de acercarnos, Él vino, vivió la vida que nos es imposible vivir, cumpliendo la Ley a la perfección. Pero la paga del pecado es la muerte (Romanos 6:23), el pecado exige un precio de sangre (Hebreos 9:22) y Cristo, que jamás pecó, que no tenía esa deuda, tomó nuestra deuda y la pagó por nosotros en la cruz resucitando también al tercer día confirmando que nuestra deuda del pecado fue saldada y que ahora ya Dios no nos ve como pecadores, sino que nos ve como a Jesús y su vida de perfección, no entrando así en conflicto nuestra relación con Su Santidad ¡HEMOS SIDO RECONCILIADOS!
Es hermoso pensar que no había nada que nosotros podamos hacer para reconciliarnos, pero que Cristo, sin nosotros merecer nada más que la muerte como paga por nuestro pecado, lo hizo sin costo para nosotros, aunque a Él le costó su preciosa sangre. Eso es la gracia: el regalo más costoso en la historia de la humanidad totalmente gratuito para personas que se merecían lo contrario. Si lo que escribí hasta ahora lo leyó rápido, o no se maravilló de semejante obra de Dios, por más de que ya la sepa de memoria, el resto del blog no va a tener sentido. El Evangelio no es algo a lo que nos debamos acostumbrar, sino que es algo que nos debe dejar maravillados cada una de las veces que lo recordamos. Es lo más glorioso que nos pueda pasar ¿Cómo lo vas a leer rápido?
Ahora que ya estamos con nuestros corazones conmovidos al recordar la obra de nuestro Salvador es que podemos hablar de su suficiencia ¿A qué me refiero con esto? Que el Evangelio es todo lo que necesitamos en nuestra vida cristiana. Toda la Biblia cuenta la gran historia de la redención del hombre, y es por medio de ella que Dios se nos revela. Si bien el objetivo de la Palabra es ser la revelación de Dios, la mejor forma de hacerlo siempre fue por medio del Evangelio, y el mismo es el que vemos en la Biblia desde Génesis hasta Apocalipsis. Y si, el Evangelio es suficiente para salvarnos, pero la Biblia no nos habla sólo de salvación, sino también de todo nuestro peregrinar por este mundo. Entonces, lo que vamos a ver hoy, es que también es suficiente para nuestro paso por la Tierra.
Tito 2:11 y 12 habla de que es la gracia de Dios la que nos enseña a vivir en este mundo. Esa misma gracia de la cual nos maravillamos antes es la que nos mueve, nuestro incentivo, a vivir una vida acorde a lo que Dios quiere para nosotros. Creo que la mejor forma de ver esto es por medio de ejemplos, por lo que aquí les voy a hacer una lista de problemas o situaciones donde la solución para nosotros está en el Evangelio.
- Seguimos pecando: 1° Juan 1:9 y 2:1 nos recuerdan que ahora lo tenemos a Cristo, estamos reconciliados con Él gracias a Su obra, no hay pecado que nos vuelva a separar. Él ya pagó por todos nuestros pecados pasados, presentes y futuros, y lo tenemos como abogado. Por lo cual no te desesperes al seguir pecando, antes corre a Él.
- Vivir una vida piadosa: De vuelta, la gracia nos enseña. La motivación no es querer crecer, no es que Dios se vaya a enojar con Sus hijos, no es temor, tampoco querer cumplir con los imperativos de la Biblia. Sino que la motivación es admirar de vuelta la tremenda obra de Cristo, la cual es la que va transformando nuestro corazón, y nuestra vida entonces será una respuesta al ver lo precioso del sacrificio. No por nada siempre, siempre, los imperativos en la Biblia o las "partes prácticas" están precedidos de indicativos mostrándonos el Evangelio. La mejor motivación para no pecar es recordar lo mucho que Cristo nos amó y lo que pagó por nosotros. 1° Juan 4:19 nos muestra que nuestra obediencia, nuestro amor, es una respuesta de ver el Suyo.
- No tengo ganas de leer la Biblia: ¡Mira la cruz! ¿En serio no querés conocer más de la persona que hizo todo eso por vos cuando le diste la espalda? Recordá y maravíllate del Evangelio, de esa forma saldrán solas las ganas de leer tu Biblia.
- Estoy pasando por un mal momento (anímico, económico, o el que sea): Juan 16:33 lo deja bien en claro que vamos a sufrir, pero que en el medio de eso confiemos en Él que venció al mundo ¿Y dónde hizo esto?¡En la cruz! Aquel que hizo tremenda obra por nosotros no nos va a abandonar. En el lugar donde más consuelo encontramos es en el Evangelio, ya que allí es donde más hemos sido amados. Los problemas van a seguir, pero confiamos en que Dios es fiel, porque en la cruz es donde más nos lo demostró.
¿Podría seguir? Definitivamente, porque el Evangelio sirve para absolutamente TODO. Pero creo que estos ejemplos contemplan una generalidad muy grande: Cualquiera que sea la situación, tu mayor motivación, o tu mayor consuelo, tu mayor refugio, siempre será Cristo y ver lo que Él hizo por vos. En el momento que no lo es, es cuando nos estamos centrando más en las cosas de este mundo que en lo que sí importa: Dios, recordemos que fuimos creados para Él. Nuestras vidas no nos pertenecen, sino que le pertenecen a Él. Ante esto adivinen cuál es la solución ¡Si, el Evangelio también! Al recordarlo vamos a volver a fijar nuestros ojos en la persona más importante en nuestras vidas: Cristo.
Si bien muchos afirman creer en la suficiencia del Evangelio, la realidad es que no muchos lo reflejan ¿Cómo nos damos cuenta? Cuando la consejería se basa en dar tips sobre cosas prácticas para superar lo que haya que superar en lugar de guiarnos a Cristo por medio del Evangelio donde hallaremos la motivación y consuelo para superar aquello. Cuando las predicaciones se basan en conducta, o nuestro deber, cuando el objetivo principal es la vida piadosa en sí y no el maravillarnos de Cristo cuando esto es la única motivación que nos lleva a cambiar. Todo aquello que te lleve a obrar vos primero, que te lleve a creer que vos podés, no te está llevando principalmente a la cruz, ya que vamos a ella desesperados al ver nuestra incapacidad. Por lo tanto, todo aquello que pone nuestro obrar de esa forma no está creyendo en la suficiencia del Evangelio, sino que cree que se necesita algo más, otro tipo de sabiduría, "algunos tips necesarios".
Si decimos que fuimos creados para Su gloria, que Él es lo más importante, tal como lo dice Su Palabra, entonces aquello que fue el medio por el cual nos reconcilió, el Evangelio, es central y suficiente para todo en nuestra vida. Vivir una vida de dependencia a Dios es imposible si no vemos la grandeza del Evangelio, lo insignificante e incapaces que somos. Es a raíz del Evangelio que todo el resto (crecimiento, santidad, consuelo, motivación, y todo lo que nos haga falta) vendrá. Vive maravillado por el mismo, vive en el Evangelio, y tendrás la mayor motivación en Él para tu vida entera. Es a partir de contemplar el Evangelio, es a partir de ver a Cristo, que todos tus problemas pareceran como si nada. Si bien estarán presentes, vos te estarás concentrando en lo que realmente importa, en lo que realmente es suficiente para tu vida, en lo que realmente le de sentido: Cristo y el hecho de estar reconciliados con Él. Creer en la suficiencia del Evangelio no empieza por la vida práctica. Empieza por ver uno lo hermoso, grande, maravilloso de esa Gran Noticia.
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