Algunos la buscan, otros claman por ella, la presencia de Dios es algo que se menciona mucho en la actualidad pero que también está muy mal interpretada. Por eso hoy hablaremos sobre este tema.
Para hablar de esto hay que tener primero un concepto bien en claro, y es el de la Omnipresencia de Dios. Este es uno de sus atributos, el cual significa que Dios está en absolutamente todos lados. Él está tanto en el cielo como en cada rincón de la tierra, nada lo puede contener. Sin embargo, tanto en el Antiguo Testamento, hablando del tabernáculo/templo, como en Apocalipsis, hablando del cielo, vemos a la presencia de Dios ubicada en un lugar ¿Cómo es esto?¿Acaso Dios se restringe por momentos para estar sólo en un lugar? No, sino que allí en esos lugares estaba la manifestación de Su presencia, Dios seguía siendo Omnipresente estando en todos lados. Esos son los casos del Antiguo Testamento y de Apocalipsis pero ¿qué pasa en la actualidad? Bueno, es lo que analizaremos hoy.
Pero antes, también hay que entender otra cosa, y es el contexto. Hay dos cosas que se malinterpretan muy mal del Antiguo Testamento sobre la presencia de Dios por no tener en cuenta el contexto. Lo primero es el hecho de "entrar en la presencia de Dios". Es muy común esa frase o también decir "venir ante Su presencia", pero ¿de dónde surge esto? Salmos 95:2 (en la versión de las américas) dice "Vengamos ante su presencia con acción de gracias; aclamémosle con salmos." Bueno, si el salmista lo dice ya está, es bíblico, pero no, no estamos teniendo en cuenta el contexto histórico. En el Antiguo Testamento, como dijimos antes, estaba la manifestación de la presencia de Dios en el tabernáculo, por eso no podían entrar al lugar santísimo, porque Su manifestación estaba allí y caerían muertos ante el Santo Dios. Al estar la presencia de Dios allí, y al ser el templo el lugar donde se rendía culto a Jehová, es lógico lo que el salmista dijo en el versículo que leímos antes. Pero hoy en día no es así. En nuestras iglesias locales no está la manifestación de la presencia.
Lo otro que se malinterpreta es el descender de la presencia de Dios. Como dijimos al principio, muchos buscan y otros muchos claman porque la presencia de Dios descienda o venga a algún lado. Esto es algo que también viene del Antiguo Testamento y de Hechos 2. A este último hay que interpretarlo como lo que fue, un hecho aislado que dio inicio a la Iglesia y del cual no se puede hacer doctrina ya que nunca más vemos que se haya repetido en la Palabra. Sin embargo, en el Antiguo Testamento vemos (más notoriamente en el libro de los jueces) que el Espíritu de Dios venía sobre las personas y estaba con ellas para fortalecerlos o guiarlos en ciertos momentos. El problema aquí es que el Espíritu podía dejar a la persona, como pasó con Saúl en 1° Samuel 16:14. No es que perdiese la salvación tampoco, sino que nunca la tuvo, y el Espíritu estuvo con él para ayudarlo a guiar al pueblo, no para salvarlo. Además, y esta es la diferencia principal, el Espíritu estaba CON él, venía SOBRE él, y no estaba EN él. Esto es por lo que no podemos tomar ese descender del Espíritu como algo que pase en la actualidad ya que hoy en día el Espíritu está dentro nuestro, ha hecho morada, tabernaculizó, hizo un tabernáculo de nosotros.
Entonces, clamar para que el Espíritu descienda, o para estar en Su presencia, es no entender que ya tenemos al Espíritu suyo dentro nuestro. Esa manifestación de Dios que estaba en el tabernáculo, hoy en día tabernaculizó en nosotros, ahora somos el templo (1° Corintios 3:16–17). Es triste porque muchos claman por sentir algo, que algo venga, cuando en realidad ya lo tienen dentro pero lo están ignorando o no lo entienden. No sólo Dios está en todos lados, sino que habita dentro nuestro. Es por eso que un hijo de Suyo está siempre en la presencia de Dios, no sólo porque Él es omnipresente, sino también porque Él está en nosotros ¡Estamos siempre en la presencia de Dios!
Ahora, en ciertos contextos, se busca esto y al hacerlo las emociones surgen. Si bien no soy cerrado como algunos cesacionistas, aunque también lo soy, creo que esas emociones pueden ser por dos razones. La primera es que en ese momento estamos tan concentrados que nos hacemos conscientes de que Dios está allí. No es que Dios vino, no es que Su presencia llenó aquel lugar (que esto también está sacado del contexto del Antiguo Testamento cuando Jehová descendía de la nube de estar guiando a Israel por el desierto y llenaba el lugar santísimo con la manifestación de su presencia), sino que es porque nos damos cuenta que efectivamente Dios está allí, está con nosotros y en nosotros. Al darnos cuenta y meditar en esto ¿Cómo no van a surgir emociones? Si el ser más hermoso del universo, nuestro Salvador, está con nosotros. Es como Isaías en el capítulo 6 o Juan en Apocalipsis, simplemente no nos podemos contener. Pero esto, de vuelta, no es porque Dios haya hecho algo sobrenatural, sino que es un momento donde nuestros ojos son abiertos al ver lo que tenemos todo el tiempo delante (y dentro) nuestro, y nos maravillamos de eso.
La otra razón por la que estas emociones pueden surgir quizás no es tan linda, y es que tristemente muchas "iglesias" utilizan esto como manipulación. Y si bien muchos han salido de estos lugares, les ha quedado en la mente esto del "mover del Espíritu". Es por eso que es tan importante entender el contexto de los pasajes que hablan al respecto y tener en mente dónde es que está habitando el Espíritu de Dios hoy en día: dentro nuestro. El hecho de querer más, de buscar emociones, de buscar algo sobrenatural por medio de un encuentro de la presencia de Dios es menospreciar el hecho de que Él ya está morando en nosotros. Mientras antes nos demos cuenta de la hermosa y grandiosa realidad de que el Santo Dios habita dentro de pecadores como nosotros, pecadores redimidos por Su sangre, antes podremos vivir maravillados de esto. La presencia de Dios es algo que ya tenemos dentro nuestro si somos Sus hijos. Deja de buscarla y comienza a disfrutarla. Lo único más alto y sublime que eso, que podremos llegar a experimentar, será cuando estemos no sólo en Su presencia, sino viéndole cara a cara cuando Cristo venga por Su iglesia. Vivamos con esa esperanza mientras disfrutamos y nos maravillamos de tener al Espíritu de Dios dentro nuestro. Repito esto porque quiero que sea algo que quede bien en nuestra mente: Debemos dejar de buscar la presencia de Dios que ya la tenemos, y comenzar a disfrutarla día tras día.
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