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"Añadid a vuestra fe"

2° Pedro 1:5-7 es quizás uno de los pasajes más conocidos de la Biblia para los cristianos. En el mismo podemos observar la responsabilidad que tiene el creyente, y hoy vamos a estudiar un poco más en profundidad esto. 

Blog 198: "Añadid a vuestra fe"

"5 Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; 6 al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; 7 a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor." 2° Pedro 1:5-7

Primero quiero aclarar algo, no vamos a ir viendo punto por punto, palabra por palabra cada aspecto que aquí se menciona, ya que son bastante claros a lo que se refieren, sino que vamos a analizar el pasaje en sí. Para esto debemos ver un poco el contexto, el cual viene desde el versículo 3 en adelante "3 Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, 4 por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia." Lo fundamental para poder interpretar este pasaje es la segunda palabra del versículo 3: "todas". El pasaje habla de que absolutamente todo lo necesario para tener en un momento la naturaleza divina Dios nos lo dio. Obviamente todavía no son del todo manifestadas, eso se hará en la glorificación. Pero es importante recalcar la providencia de Dios que ya nos ha dado todo.

Muchos toman este pasaje para decir que Dios nos capacita en un primer momento y luego nosotros somos los que debemos trabajar para sumar todo lo que dice nuestro texto principal. Pero con esta interpretación, que suele ser bastante común, hay unos grandes problemas. Primero es que si fuese así, entonces estamos diciendo que la obra de Dios no es completa y nosotros la debemos complementar con nuestro esfuerzo. Es muy peligroso de afirmar esto porque lo estamos poniendo a Dios como alguien que hace las cosas de forma incompleta, alguien irresponsable al cual nosotros debemos acudir y terminarle el trabajo. Segundo es que si así fuese estaría contradiciendo lo que dice el versículo 3, donde afirma que Dios ya nos ha dado todo lo necesario. Si Él nos dio todo lo perteneciente a la vida y a la piedad ¿por qué nosotros entonces debemos seguir sumando? Además hay un problema, porque la palabra en el original que se utiliza para piedad en el versículo 3, es exactamente la misma que en el versículo 7. Entonces ¿cómo puede ser que en un punto nos diga que Dios nos lo dio, pero luego nos llama a nosotros a añadirlo?

Bueno, este pasaje creo que es la perfecta muestra del equilibrio entre lo que Dios hace y nuestra responsabilidad. Vemos que es Dios quien hace en un primer momento la obra, eso es indiscutible, pero luego también es Dios haciendo la obra, continuándola ¿Cómo es esto? Leamos Gálatas 5:22-23 "Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley." Ahora compare las palabras que vimos en nuestro pasaje con los frutos del Espíritu acá expresados. Vemos que hay una coincidencia en muchas de estas cosas. Parece como si hubiese una contradicción. Porque Pedro nos está diciendo que nos esforcemos para añadir todas esas cosas en nuestra vida, pero Pablo nos dice que son en realidad frutos del Espíritu. Bueno, no es una contradicción. Todas estas cosas provienen de Dios, es Él quien las trabaja en nosotros, eso no lo podemos negar. Tanto Gálatas como los versículos previos a nuestro pasaje de hoy nos lo dicen. Pero eso bajo ningún aspecto quita la responsabilidad humana. Y esto no lo digo sólo yo, veamos las palabras de Calvino sobre este pasaje:

"Cabe preguntar aquí si Pedro, al asignarnos la tarea de suministrar o añadir virtud, hasta ahora ensalzó la fuerza y el poder del libre albedrío. Quienes buscan establecer el libre albedrío en el hombre, en verdad conceden a Dios el primer lugar, es decir, que comienza a actuar u obrar en nosotros; pero imaginan que al mismo tiempo cooperamos y que, por tanto, se debe a nosotros que los movimientos de Dios no se vuelvan nulos e ineficaces. Pero la doctrina perpetua de las Escrituras se opone a esta noción delirante: porque testifica claramente que Dios forma en nosotros los sentimientos correctos y que Él los hace efectivos. Testifica también que todo nuestro progreso y perseverancia provienen de Dios. Además, declara expresamente que la sabiduría, el amor, la paciencia, son dones de Dios y del Espíritu. Por lo tanto, cuando el Apóstol requiere estas cosas, de ninguna manera afirma que estén en nuestro poder, sino que solo muestra lo que debemos tener y lo que debemos hacer. Y en cuanto a los aspectos piadosos, cuando el cristiano es consciente de su propia debilidad, se encuentra deficiente en su deber, no le queda más que acudir a Dios en busca de ayuda y socorro."

Este pasaje no nos está hablando de que nosotros somos los que tenemos el poder para moldearnos de esta forma conforme al carácter de Cristo, eso es algo que Él hace. Pero no porque sea algo que Dios produce en nosotros, algo que no podemos por nosotros mismos producir, significa que no debemos buscarlo. La vida del creyente no es una vida de esperar a que Dios actúe, sino que es una vida de búsqueda constante, con diligencia, con intensidad, por una vida que se parezca cada vez más a la de su Salvador, pero siempre teniendo en cuenta de que cualquier cambio que se produjo en nosotros no fue por esa diligencia y esfuerzo, sino porque Dios lo produjo en nosotros. Es Él quien obra, quien continúa la obra (Filipenses 1:6), quien produce en nosotros Sus frutos, pero eso no quita que tengamos una responsabilidad. Dios nos da una responsabilidad pero igualmente es Él quien actúa. Esto es uno de los grandes misterios de la Biblia. Nunca vamos a entender cómo funcionan la responsabilidad del hombre y el obrar de Dios, pero en la Biblia vemos las dos cosas. Nosotros debemos ser diligentes, pero siempre detrás de absolutamente todo está Dios obrando. El 100% de nuestro cambio, el 100% de nuestra vida cristiana es producido por Dios.

Para terminar, veamos lo que nos dicen los versículos siguientes a nuestro pasaje. Primero el versículo 8 nos habla justamente lo que dijimos antes, que el cristiano no es ocioso, sino que se esfuerza, pero ese esfuerzo, ese no estar ocioso, es resultado de justamente una vida cada vez más llena del Espíritu, lo cual también hace que profundicemos en nuestro conocimiento de nuestro Salvador. Y los versículos siguientes nos muestran lo que venimos hablando desde hace mucho tiempo: que todo esto es resultado de contemplar más y más el Evangelio. En el versículo 9 vemos que justamente alguien que no recuerda el Evangelio no va a crecer, porque es al ver lo pecadores que somos, que dependeremos día tras día de Aquel que murió en nuestro lugar, Aquel que desde un primer momento fue quien obró en nosotros. La vida cristiana es una vida de dependencia, pero eso no quita que no debamos ser diligentes mientras vemos igualmente que Dios es el que obra en cada aspecto y recordando siempre el Evangelio como el motor para buscarle más a Él. Tienes una responsabilidad, y debes ser diligente con la misma, pero recuerda que siempre es el Señor el que está obrando detrás de todo y quien se lleva la gloria por el más ínfimo de los cambios que nos hace parecernos más a Cristo. Todo es por Él y para Él.

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