Que la salvación es por gracia es un hecho. Si vemos en la Biblia no hay forma de que digamos lo contrario. Y ante esto surgen las preguntas ¿Tengo algún rol?¿De qué sirven mis obras? Hoy intentaremos responder esto.
"8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 9 no por obras, para que nadie se gloríe. 10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas." Efesios 2:8-10
Cuando decimos que la salvación es por gracia hay dos implicaciones. Primero, y la más obvia, es que nada de lo que nosotros hagamos influye en el hecho de que seamos salvos. Dios fue el que nos escogió, nos regeneró y nos dio la fe y el arrepentimiento. Si bien pareciese en un primer momento como que nosotros somos los que decidimos por Él, la realidad es que detrás de esa decisión estuvo la obra regenerativa de Dios haciendo que una persona que no le busca (Romanos 3), tenga fe en Su obra. Y toda esta elección de parte del Señor no fue por algo que vio en nosotros, sino que justamente es algo que no merecemos y salió de Él, eso es la gracia. Este primer punto fue por el lado de que la salvación es por gracia y no por obras, como dicen los versículos 8 y 9 de Efesios 2.
Pero hay otra implicación que es que toda nuestra vida es por gracia. Si vemos en Romanos 8:30 podemos apreciar todo el plan de salvación, de principio a fin, de la predestinación (algo que pasó antes de la fundación del mundo según Efesios 1:4) hasta la glorificación (la cuál será cuando estemos con Él en el fin de los tiempos). Es interesante que a lo largo de todo este plan, siempre lo vemos actuando a Dios, no hay mención del hombre. Y esto es porque la salvación no es únicamente el momento donde creímos en la obra redentora de Cristo, sino que la salvación es todo ese plan, ese proceso, del cual habla Pablo en el versículo que vimos de Romanos 8. Entonces, si decimos que la salvación es únicamente por gracia, no hablamos sólo de un momento en el que creímos, sino de todo el proceso del cual nosotros nos damos cuenta que Dios está obrando en ese momento de creer. Es de esto que surge la pregunta sobre qué rol tenemos y de qué sirven mis obras ¿Acaso, al ser todo por gracia, puedo vivir como quiera y sin preocuparme total Dios me hará crecer? Si ha leído Romanos alguna vez sabe que estas preguntas que pueden surgir ante la gracia también las intentó refutar Pablo en el capítulo 6, más específicamente a partir del versículo 15.
Ni la salvación, ni la santificación son por obras, ambas son por gracia ya que la santificación es parte de la salvación. Pero esto no hace entonces que las obras no tengan ningún lugar ni importen. Las obras importan, pero no para producir algo, sino como resultado de lo que Dios está produciendo en nosotros por gracia. Las obras sirven, pero para ser testimonio de la obra de Dios, para que Él se lleve toda la gloria. Vayamos al ejemplo más claro: el arrepentimiento. Cuando nos arrepentimos en el momento en que nos convertimos, vemos que en realidad este es un producto de la obra regenerativa de Dios. Él nos hace nacer de nuevo, ya que antes estábamos muertos en nuestros delitos y pecados (Efesios 2:1), y como consecuencia de eso es que vemos nuestro pecado, el sacrificio de Cristo, y nos arrepentimos.
Como ya hemos hablado en distintos blogs, y como habla Pablo en Romanos 6, el hecho de que la salvación (y entiéndase esto como todo el proceso que vimos) sea obra de Dios no significa que podamos vivir en pecado o que las obras no importen. Sino que las obras van a ser la consecuencia y la externalización del proceso de santificación que Dios está haciendo. Si bien somos santificados por gracia, únicamente por el obrar de Dios, esto se ve reflejado en nuestro obrar. Somos llamados a vivir en santidad, pero estas obras no producen nada, porque sino nos estaríamos llevando la gloria. Sino que estas son un reflejo de que Dios está haciendo algo, es la gracia la que las produce. Si creemos que por nuestras obras nos vamos a santificar, nos estamos poniendo en el lugar de Dios, y estamos interpretando todo al revés.
El versículo de Efesios que leímos antes lo deja bien en claro. Allí vemos que no hay una diferencia entre la salvación y la santificación. Dios preparó nuestras buenas obras ¿Cómo es esto? Porque Dios es el que nos santifica, Él las produce. Por lo cual, un creyente va a buscar en su forma imperfecta andar en esas obras, pero esa búsqueda es producida por el obrar de Dios en nosotros. Eso es lo que significa el versículo 10. En la vida del cristiano van a ver obras, y debemos buscarlas, pero no para santificarnos, eso lo hace el Señor, sino para que ellas sean de testimonio de que Dios está obrando en nosotros y Él se lleve toda la gloria. Si hemos sido salvos y hemos visto el Evangelio, la obra de Cristo, entonces eso cautivará de tal forma nuestro corazón, producirá amor en nosotros, lo cual conducirá a buenas obras. Pero ese amor, como dice 1° Juan 4:19, es porque Él nos amó primero, viene de Él. Toda raíz de buenas obras, toda raíz de lo bueno que hay en nosotros está en Él, se origina en Él. Es por gracia que somos santificados, salvados, y es esa misma gracia de nuestro Señor la que prepara obras para nosotros, la que hace que vivamos de una manera distinta al mundo. Como dije antes, nuestras obras no producen la santificación, pero sí son la consecuencia de la misma. Y Dios nos muestra gracia todos los días, por eso es un proceso. Es por eso que allí es donde la gracia y las obras se encuentran aunque no estando al mismo nivel, sino siendo el obrar del cristiano el resultado de la gracia que Dios nos tiene al obrar en nosotros. Cuanto antes veamos esto, cuanto antes veamos la obra maravillosa de nuestro Señor, cuanto antes veamos todo este proceso que el Señor está haciendo en nosotros más le podremos dar la gloria a Él. Sólo a Dios sea la gloria.
Comentarios
Publicar un comentario