Hoy terminamos con nuestra serie sobre la epístola dirigida hacia Tito donde veremos las últimas indicaciones de Pablo a su discípulo y algunos saludos finales.
"8 Palabra fiel es esta, y en estas cosas quiero que insistas con firmeza, para que los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras. Estas cosas son buenas y útiles a los hombres. 9 Pero evita las cuestiones necias, y genealogías, y contenciones, y discusiones acerca de la ley; porque son vanas y sin provecho. 10 Al hombre que cause divisiones, después de una y otra amonestación deséchalo, 11 sabiendo que el tal se ha pervertido, y peca y está condenado por su propio juicio. 12 Cuando envíe a ti a Artemas o a Tíquico, apresúrate a venir a mí en Nicópolis, porque allí he determinado pasar el invierno. 13 A Zenas intérprete de la ley, y a Apolos, encamínales con solicitud, de modo que nada les falte. 14 Y aprendan también los nuestros a ocuparse en buenas obras para los casos de necesidad, para que no sean sin fruto. 15 Todos los que están conmigo te saludan. Saluda a los que nos aman en la fe. La gracia sea con todos vosotros. Amén." Tito 3:8-15
Nuestro pasaje de hoy está totalmente conectado con el pasaje que vimos en el blog anterior. Ya cómo empieza el versículo 8 diciendo "Palabra fiel es esta, y en estas cosas..." nos dice absolutamente todo. El apóstol Pablo da su última indicación con respecto a lo que Tito debía hacer con los hermanos de Creta. Nótese que el apóstol no le dice que Tito debía exhortar a que se esfuercen en hacer buenas obras, a que muestren una forma de vivir. Sino que en lo que Tito debía insistir por encima de las obras era en lo que venía hablando Pablo en los versículos 4-7, que no es otra cosa más que el Evangelio. Aquí el autor hace un llamado a predicar el Evangelio todo el tiempo, que se concentren en eso ¿Por qué? Porque así es la única forma en la que un cristiano puede hacer buenas obras. Es como resultado de una comprensión cada vez más profunda en nuestro corazón que el Evangelio hará surgir en nosotros esas buenas obras.
Si el apóstol hubiese exhortado meramente a decirles que sean intencionales en obedecer a Dios, quizás por un tiempo los hermanos en Creta hubiesen tenido un buen testimonio. Pero como hemos visto a lo largo de esta carta, si las buenas obras no se arraigan en el Evangelio, entonces ese moralismo será insostenible a lo largo del tiempo. Tampoco esas son las obras que agradan a Dios. Como dice John Piper, Dios se deleita mientras más nosotros nos deleitamos en Él. Si hacemos buenas obras por nuestra cuenta, lo estamos desplazando a Él del centro, y por más buenos que seamos, a Él no le importará eso si nuestro corazón no está en Él por medio del Evangelio. Eso mismo era lo que le pasaba al pueblo de Israel en Isaías 1. Es por esto que Pablo llama a seguir insistiendo y recordando el Evangelio. Recordando la gracia que Dios nos mostró en aquella cruz es la única forma de volver nuestro corazón a Dios y querer tener una vida que le agrade, no por deber, sino porque le amamos porque Él nos amó primero (1° Juan 4:19).
Estas obras por medio del Evangelio son las que realmente nos son provechosas. Y ahora vendrá un contraste en los siguientes versículos con respecto a esto. Predicar el Evangelio es lo más provechoso que podemos hacer, pero por otro lado, utilizar el púlpito para contender contra falsos maestros que intentan dividir la iglesia no lo es. Y quiero remarcar algo, esto NO significa que no debemos confrontar ni ir en contra de los falsos maestros. Si usted lee este blog desde hace algún tiempo, sabrá que esa no es mi postura. Pero lo que sí significa es que desde el púlpito nos debemos concentrar en predicar la verdad, el Evangelio puro y duro. A la persona que esté causando división, según lo que vemos en el versículo 10 y 11, le debemos aplicar el proceso de la disciplina de Mateo 18, donde se lo amonesta de forma privada varias veces antes de pedirle que se retire de la iglesia. Pero de vuelta, es algo en privado y esta carta siempre está hablando de alguien que atenta contra una doctrina fundamental y está causando divisiones y problemas desde dentro de la congregación.
Por último tenemos los saludos finales del apóstol pero hay algo interesante que noté aquí. Pablo le pide a Tito que vaya a Nicópolis con él y que enviaría a alguien para que se quede en Creta. Es curioso porque el apóstol le está dando un montón de indicaciones a Tito sobre cómo dirigir la iglesia allí pero al mismo tiempo le pide que se vaya. Esto es porque la carta no es sólo para Tito, sino que sirve para cada uno de los hermanos ¿Por qué? Porque en esta carta podemos ver cómo se exalta el Evangelio llevándolo a ser el centro también de nuestra vida cristiana, de la elección de pastores, y hasta también la razón para ofrendar a las misiones (versículos 13 y 14). De hecho es por eso también que la carta cierra diciendo "La gracia sea con todos vosotros" y no que sea sólo con Tito, porque la intención era que se lea esta carta en toda la congregación. Es por eso también que todo esto hoy en día la podemos tomar para nosotros.
Si bien la carta a Tito está dentro de las epístolas pastorales por estar dirigida principalmente a un pastor queriendo guiarlo en su oficio en la iglesia, la realidad es que está carta no tiene como eje ni el pastorado, ni la iglesia. El eje es pura y exclusivamente el Evangelio. Pablo toca un montón de temas en esta epístola, pero siempre la razón para todo son las Buenas Nuevas de Salvación. Si bien en el pasaje de hoy el apóstol le quiere dejar bien en claro que a lo que se debe dedicar, aún en medio de tantos problemas en Creta, es a insistir y predicar el Evangelio, creo que esto es algo también para nosotros. Si hay algo con lo que quiero dejarles de esta carta es con lo siguiente: Tú predícate el Evangelio todos los días. Como hemos visto hoy y a lo largo de toda esta serie, el Evangelio es totalmente esencial para nuestra vida cristiana, para vivir de todo corazón como Dios quiere que lo hagamos y no por simple esfuerzo nuestro. El Evangelio es la raíz, el centro, de absolutamente todo lo que hacemos, de absolutamente todo nuestro andar cristiano. Es por esto que debemos recordarlo y profundizar en la obra de nuestro Salvador día tras día. Así que termino esta serie diciéndote lo mismo que diría el apóstol Pablo una vez más: Tú predícate el Evangelio.
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