Continuamos con nuestra serie sobre la epístola dirigida hacia Tito. Hoy comenzamos con el capítulo 3 donde veremos algunas indicaciones que Pablo da sobre cómo nos debemos manejar en este mundo.
"1 Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y autoridades, que obedezcan, que estén dispuestos a toda buena obra. 2 Que a nadie difamen, que no sean pendencieros, sino amables, mostrando toda mansedumbre para con todos los hombres. 3 Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros. 4 Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, 5 nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, 6 el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, 7 para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna." Tito 3:1-7
En el capítulo 2 el apóstol habló sobre cómo la gracia nos enseñaba a comportarnos unos con otros en amor y creciendo. Ahora Pablo saldrá del ambiente de la iglesia y vemos en los versículo 1 y 2 del capítulo 3 que habla sobre cómo el cristiano debe tener un buen testimonio para con las autoridades gubernamentales, y para con el resto de ciudadanos. Esto claramente no significa que porque la autoridad diga algo, fuesen a hacer cosas que van en contra de Dios. Sino que habla, como dice al final del versículo 1, que estén "dispuestos a toda buena obra" ¿Qué significa esto? Lo vemos en el versículo 2. Pero hay que tener algo en cuenta, los cretenses tenían fama de ser peleadores, orgullosos y, como dice el versículo, pendencieros. Es por esto que el apóstol los exhortará a que sean lo contrario, siendo mansos. Y una cosa interesante de esto es que la mansedumbre, según Gálatas 5:23, es un fruto del Espíritu, no es algo nuestro. Entonces ¿cómo es que se nos ordena algo que en realidad viene de Dios y no lo podemos producir nosotros? Es que la Biblia está colmada de esos imperativos, y la realidad es que nosotros nunca vamos a poder ser de esa forma por nuestro esfuerzo. Sino que debemos buscarlo a Dios, ver a Cristo para que Él sea quien vaya transformando nuestro corazón.
Bueno, todo muy lindo, pero ¿en qué me baso, además de Gálatas 5:23, para decir todo esto? Simple, lo vemos en todo lo que escribió Pablo previamente, que vimos en el blog anterior, y lo que va a escribir a continuación. Además es a esto a lo que se refiere cuando dice que estemos "dispuestos a toda buena obra". No es que nos dice que hagamos buenas obras (aunque sí las debemos hacer), sino que nuestra actitud sea de buscarlas en Dios, quien las creó de antemano para que andemos en ellas (Efesios 2:10). El énfasis no está en el hacer, sino en la disposición, el corazón de uno. Pero bueno, sigamos con el texto de hoy. En el versículo 3 vemos la palabra clave de este pasaje: "Porque". ¿Por qué se nos llama a comportarnos de esa forma? Por el Evangelio. Como venimos viendo, y como es el tema de la carta, Pablo continuará hablando sobre cómo el Evangelio impacta en la vida del creyente. Es como consecuencia de ver el Evangelio, de admirarnos de la obra que Dios hizo por nosotros, que surgirá esa forma de vivir.
Mientras leía el texto, había otro pasaje que siempre se me venía a la cabeza, y es Filipenses 2. Cristo se humilló hasta el más bajo nivel por personas como las que describe nuestro versículo 3, donde vemos la absoluta depravación total del hombre. Sin embargo, en el versículo 4 vemos uno de esos gloriosos "Pero" de la Biblia, donde se nos muestra la gracia de nuestro Salvador para con nosotros. Es interesante ese contraste entre el versículo 3 mostrándonos nuestra maldad, y el versículo 4 mostrando cómo Dios vino con amor y bondad. Creo que eso es algo que debe impactar aún más nuestras vidas.
Los versículos 5 al 7 son simplemente preciosos. Nos muestran cómo nosotros no hicimos absolutamente nada, sólo éramos lo que nos muestra el versículo 3, pero Él tuvo misericordia de nosotros. En el versículo 5 podemos ver dos palabras claves al final que son "regeneración" hablando sobre cómo nos dio una nueva vida, esa salvación en un primer momento, y después habla de la "renovación" la cual se refiere a un proceso. La salvación comienza en un punto (a esto se refiere regeneración), pero luego Dios nos sigue renovando ¿Y cómo lo hace? Por medio de Su Espíritu. La salvación no es solamente ese momento en el que creímos en el sacrificio de Cristo. Sino que es un proceso desde la predestinación hasta la glorificación (Romanos 8:30). Todo este proceso es 100% del Señor, y eso nos muestra Pablo aquí. Él nos va renovando por medio del Espíritu Santo desde el momento en que nos declaró justos delante de Dios (esto es lo que es la justificación en el versículo 7) haciendo que anhelemos esa vida glorificados junto a Él, la vida eterna.
Es como resultado de ver todo esto, es porque Él hizo todo esto por nosotros, que tendremos ese fruto del Espíritu de la mansedumbre para dirigirnos hacia nuestras autoridades y el resto de los ciudadanos. Ahora, este blog se llama "El Evangelio práctico", y es que es una frase que se utiliza mucho hoy en día. Pero muchas veces se la usa para hacer un llamado a obedecer, a tener una vida moral, una vida como la que describen los versículos 1 y 2, o lo que vimos al principio de Tito 2. Pero se olvidan del resto de versículos, del contexto, eso no es el Evangelio práctico, eso es simplemente mero moralismo. El verdadero Evangelio práctico no es algo que nos podamos forzar, ser intencionales en aplicar. El verdadero Evangelio práctico es lo que Pablo nos mostró en el capítulo 2 y lo que nos muestra en el pasaje de hoy. El verdadero Evangelio práctico es una vida que es el resultado del impacto de la obra de Cristo por nosotros. Mientras más meditemos en el Evangelio, más nuestra conducta se parecerá a la de Cristo, ya que el Espíritu nos va renovando por medio del conocimiento de nuestro Salvador. No es que porque ahora somos cristianos entonces nos debemos forzar a vivir una vida con un testimonio impecable, eso es moralismo. Sino que porque somos cristianos, podemos admirarnos de la obra de Cristo por pecadores como nosotros, y eso transforma nuestro corazón día tras día, lo renueva, haciendo que nuestra vida realmente refleje eso, que sea impactada por el Evangelio, que seamos mansos y humildes como nuestro Señor. Eso es el Evangelio práctico, no una vida forzada a las buenas obras, sino dispuesta, buscándole a Él por sobre todo, siendo la raíz de cada buena obra el Evangelio impactando en nosotros.
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