A lo largo de la historia del cristianismo han habido muchas personas que hoy en día son referentes. Pero así como son referentes, su fama, ha sido de tropiezo ¿En qué sentido? Hoy hablaremos un poco al respecto.
Grandes hombres de Dios como Agustín de Hipona, Lutero, Calvino, John Knox, John Owen, Charles Spurgeon, y podríamos hacer una lista enorme, han sido luz siendo utilizados por Dios para abrirles los ojos a las personas en sus épocas a la doctrina bíblica. En la actualidad los conocemos por las grandes enseñanzas que nos han dejado y podemos leer libros suyos, ver frases en las redes, o hasta escuchar alguna que otra prédica que transcribieron y grabaron. Sin dudas el ministerio de estos hombres ha sido de gran bendición para el mundo. En su momento, los reformadores, los puritanos, y demás hombres del Señor, fueron utilizados para volver a guiar a las personas hacia Cristo y hacia lo que dice Su Palabra. El problema que mencionamos antes no tiene nada que ver con lo que hicieron en vida estas personas, sino en cómo los tomamos hoy en día. Hemos dejado que las doctrinas que enseñaban estas personas creen numerosas divisiones y hasta dejar que la Biblia misma quede desplazada (algo que era justamente lo que querían evitar estos hombres). Hablemos un poco más de esto.
El tema de las divisiones no es nada nuevo, en 1° Corintios ya había división sobre los que seguían a Apolos, a Pablo, o a Pedro. Pero esa división no era por lo que ellos enseñaban, sino por cómo lo tomaban las personas. Un caso distinto es quizás el de el Arminianismo y el Calvinismo, allí sí hay puntos bastantes distintos en cuanto a la doctrina. Pero es impresionante cómo hemos tomado los nombres de estos hombres para dividir ¿Cuántos calvinistas han creado división al descubrir las doctrinas de la gracia? De vuelta, el problema no está en la doctrina, sino en cómo nos movemos. Otro caso distinto también es el de la escatología, las distintas posturas han creado división. Encima, para justificar las posturas, muchas veces se afirman que distintos hombres a lo largo de la historia tenían tal o tal postura. Por ejemplo, en el libro "Porque el tiempo sí está cerca" de John MacArthur, al principio da toda una clase de historia sobre personas desde el primer/segundo siglo que tenían su misma postura. O en el caso de otra postura como la amilenial, muchos se agarran de que muchos de los reformadores pensaban así. Independientemente de cuál postura tengamos acerca de un tema, es un grave error el utilizar el nombre de estas personas como un argumento en el debate, y aquí es a donde quería llegar.
La enseñanza de estos hombres llegó a tal punto que hoy en día muchos se han terminado basando en sus palabras más que en la Palabra de Dios. Y quizás lo que decían era totalmente bíblico, pero eran humanos, con error. Aún entre ellos habían diferencias doctrinales. En sus épocas, los reformadores, los puritanos y todos estos hombres querían conducir a la iglesia que se estaba desviando de vuelta a la Biblia. Pero nosotros, sin darnos cuenta, muchas veces también nos desviamos de la Biblia al basarnos, no en lo que dice la Palabra, sino lo que decían estas personas. Es una línea muy fina, ya que estos hombres de Dios predicaban lo que la Palabra dice, es por eso que los leemos y escuchamos, pero cuando nuestra justificación para algún argumento es "Tal pastor decía tal cosa al respecto" o "La confesión de fe de tal año dice..." ahí tenemos un problema. Hasta las prédicas de hoy en día, por más expositivas que puedan ser, si las mismas contienen más citas de pastores que versículos, allí hay un problema. Hemos usado su fama y su sabiduría para desplazar la Biblia sin darnos cuenta.
Ante esto sé que muchos dirán "no, no es mi caso", o también puede ser que vean muy extremo decir que desplazamos la Biblia. Pero déjeme ponerlo de esta forma: si invirtieramos el mismo tiempo que pasamos leyendo libros o escuchando prédicas en estudiar la Biblia y teología, ¿cuánto más sabríamos de la Palabra? Si, los libros, las prédicas, nos ayudan a poder estudiar, pero eso es lo que deben ser, una ayuda, no la interpretación. Calvino no debe interpretar la Biblia por vos, tú lo debes hacer. Las enseñanzas de todos estos hombres no es que no sirven, pero ellas deben ser utilizadas para guiarnos en nuestra interpretación, ser una ayuda, no la interpretación tal cual. Aunque en la mayoría de los casos coincidirá lo que interpretemos de lo que decían estos hombres, la diferencia es que ahora tendremos la base bíblica. Muchas veces levantamos la bandera de "Sola Scriptura" pero en realidad le añadimos también las palabras de pastores y hombres de Dios que escuchamos. Y sí, sé que técnicamente las palabras "Sola Scriptura" es algo que salió de los reformadores, pero es algo totalmente bíblico, y el fundamento de ese principio no está en lo que se dijo en esa época de la reforma, sino en la Palabra de Dios.
Hay un concepto que a mi parecer es muy errado que dice que la Biblia se debe interpretar a la luz del contexto gramatical, el contexto histórico (que hasta aquí sí coincido) y el contexto de la iglesia. Este último habla de que la Biblia se debe interpretar a la luz de lo que la iglesia ha creído a lo largo de la historia. A simple vista parece algo muy papista, relacionado con lo que se llama "la tradición católica". El problema es que a lo largo de la historia de la iglesia también se han creído una diversidad enorme de cosas, por lo que tampoco es muy confiable guiar nuestra interpretación según la historia. Entiendo el concepto igualmente de que si creemos que la Biblia dice algo, pero no hubo un solo erudito a lo largo de la historia que lo haya interpretado de la misma forma en realidad es muy probable de que nos estemos equivocando. No somos todos eruditos, y parte de la humildad al interpretar la Palabra es dejarnos ayudar por la luz que Dios le ha dado a los hombres a lo largo de la historia. Pero es eso, una ayuda, no es la interpretación. La interpretación bíblica es literal, gramatical e histórica (y con historia me refiero al momento en que se escribió la sección que estamos leyendo), no según tradición. Por ejemplo, cuando hago series de estudios sobre epístolas, suelo consultar varios comentarios (prácticamente todos los que tengo a mi disposición), pero esto lo hago luego de haber leído, meditado y analizado el pasaje, cosa que lo que los comentarios dicen no determinen mi interpretación, sino más bien sean una guía para ver si efectivamente estoy interpretando correctamente o si me estoy pasando por alto detalles que los eruditos saben y afectan a la interpretación (tales como cosas históricas o gramaticales que yo no sé). La interpretación de otras personas es una ayuda, pero no es mi interpretación propia, la cual me corresponde a mí hacer. Nos hemos hecho muy vagos y es más fácil aceptar lo que otras personas han dicho, que examinarlo a la luz de la Palabra y ver si efectivamente es así o no. Obviamente debemos tener cuidado de no salirnos con una interpretación nueva que nadie conoce y que pueda terminar en cualquier cosa, y por eso sí debemos ser humildes y aceptar la ayuda de los eruditos. Pero nuestra base no debe ser esa ayuda, sino lo que vemos en la Biblia.
No estoy diciendo bajo ningún aspecto que no escuchemos o leamos todo lo que nos han dejado los siervos de Dios a lo largo de la historia de la iglesia. Pero sí digo que nos cuidemos en qué tanta importancia les damos. Uno no es bíblico por los pastores que sigue, es bíblico por seguir la Biblia. Aún con los casos de división que vimos al principio debemos tener cuidado de que las etiquetas no nos dividan. Tenemos una tendencia de que a cada interpretación distinta que aparece sobre cualquier tema le ponemos una etiqueta y hasta un referente. Primero tengamos cuidado porque al crear tantas etiquetas, sobre temas que muchas veces ni son relevantes, podemos crear divisiones. Y segundo, poner un referente o usar referentes para justificarse es totalmente lo opuesto a lo que afirmamos creer sobre la suficiencia de las Escrituras. Las diferencias doctrinales van a existir, pero tengamos cuidado de que esas doctrinas estén fundamentadas en la Biblia y que no causen divisiones, siempre y cuando las diferencias sean con doctrinas que no sean principales, o sea cualquiera que no modifique al Evangelio, Evangelio hay uno solo. Todas estas personas a lo largo de la historia, con sus predicaciones, buscaban volver a tener como fundamento a la Biblia y que Dios sea el único glorificado. Así que tengamos cuidado de darles más importancia, dándoles un poco de gloria, y terminar yendo en contra de aquello que estas mismas personas querían. Ellos no eran el ejemplo definitivo, Cristo lo fue, y Él se revela a nosotros por medio de las Escrituras.
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