Continuamos con nuestro estudio sobre la carta hacia los Colosenses y en el pasaje de hoy veremos una de las declaraciones quizás más profundas, teológicamente hablando, acerca de la persona de Cristo.
"15 Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. 16 Porque en Él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de Él y para Él. 17 Y Él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en Él subsisten; 18 y Él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, Él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia; 19 por cuanto agradó al Padre que en Él habitase toda plenitud, 20 y por medio de Él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz." Colosenses 1:15-20
Los versículos anteriores a los que veremos hoy terminaron hablando sobre cómo fue Cristo el que salvó a los colosenses y a nosotros. Ahora es que Pablo hablará más en profundidad sobre la persona de Cristo misma y su preeminencia, cómo Él es superior a absolutamente todo. Pero para ver el pasaje de hoy repasemos un aspecto importante del contexto de esta carta. Según lo que se lee, más que nada en el capítulo 2, los colosenses estaban siendo atacados por personas que habían mezclado la cultura de esta ciudad pagana, con el judaísmo, el gnosticismo (que todavía no era lo que se conocerá realmente como gnosticismo) y el cristianismo. Estas personas eran falsos maestros que trataban de convencer a los hermanos de la iglesia de Colosas por lo que Pablo, al escuchar de esto por parte de Epafras, les escribirá para afirmarlos en la doctrina correcta, la de Cristo. Dentro de toda esa mezcla rara que tenían estos falsos maestros, algo que habían tomado del paganismo era el culto a los ángeles (Colosenses 2:18), por lo que el apóstol en el pasaje de hoy lo que probará es que Cristo está por encima de absolutamente todo y sólo Él es digno de adoración.
Comenzando con el versículo 15, Pablo habla de que Cristo es "la imagen del Dios invisible". Esta imagen es una muy distinta a la que vemos en Génesis 1 cuando Dios dijo de hacer al hombre a Su imagen. Cristo no es un ser creado a imagen, sino que Él ES la imagen. La clave para entender esto está en el invisible. Al Padre nadie lo ha visto jamás, y Jesús vino a la tierra para justamente revelarnos al Padre, mostrarnos al Dios invisible. Pero esto no habla en absoluto de un aspecto físico, sino de la esencia misma de Dios. Cristo en Su obra en la cruz exhibió todos los atributos de Dios para que ahora sí podamos conocer al Padre, por lo que Cristo posee todos los atributos de Dios, ya que es la misma esencia de Dios el Padre, Su imagen. Ante esto muchos pueden decir "bueno si, el Padre lo creó de esa forma", pero si continuamos leyendo el versículo veremos que esto no es así. La primogenitura de Cristo sobre toda la creación no está hablando de que Él es un ser creado, el primero de ellos, sino que Él es el heredero de todo, así lo vemos en el Salmo 89:27. Entonces alguien que sería parte de la creación no podría heredar la creación misma, debe ser alguien externo, y este es Jesucristo mismo. Además, cualquiera que tenga exactamente la misma esencia de Dios, Su imagen, significa que posee todos Sus atributos, y si alguien tiene todos los atributos de Dios es Dios mismo, por lo que aquí se afirma también la deidad de Cristo.
Los versículos 16 y 17 continuarán hablando de Cristo y la creación. Cuando habla de que todo fue creado "en Él" se refiere a que Él fue el medio. Recordemos la creación, fue Dios mismo quien creó absolutamente todo simplemente hablándolo. Si vemos el original de la creación, veremos que para referirse a Dios se usa la palabra ""Elohim", la cual está compuesta por la palabra "Elo", proveniente de la palabra "El", la cual se utiliza para Dios, el ser Todopoderoso, y la parte de "him" denota pluralidad en la palabra, por lo que cuando se traduce en génesis "hagamos" estamos viendo una conversación dentro de esa pluralidad, de la Trinidad de Dios, de la cual Cristo forma parte teniendo así su lugar en el proceso de la creación. Ahora, dentro de esta creación, Pablo nombra algunas cosas medias extrañas como tronos, dominios, principados, potestades; bueno, esto es en referencia a los ángeles. El apóstol no niega la existencia de ángeles y demonios, pero lo que dice es que esos seres a los que los falsos maestros les estaban rindiendo culto fueron creados por Cristo mismo (los demonios habiendo sido creados como ángeles, no como demonios), por lo que Él es mayor que ellos, esto es lo que vemos en el principio del versículo 17.
Llegamos al momento del que tomamos el título para el blog de hoy: el final del versículo 16. Aquí es donde todo lo que viene diciendo Pablo sobre la creación, y lo que dirá después sobre la iglesia, toma un sentido particular. El autor no sólo expresa que Cristo fue quien creó todas estas cosas, sino que también nos marca el objetivo de las mismas, que también son para Él mismo. Antes hablamos de que Cristo es el primogénito de la creación, siendo esto el derecho a la herencia. Bueno, acá vemos la herencia. Todo lo creado es para Jesucristo, el Padre se lo dará al Hijo. Y esto está en todo su derecho, ya que Dios es el creador de todo, el heredero de todo, y a la vez, vemos al final del versículo 17, que es quien sustenta todo. Y cuando pensamos en esta palabra "subsisten" solemos pensar que es que todo está en su mano, Él está sosteniendo por debajo todo, pero esa no es la idea en el original, sino que este nos habla de que mantiene todo unido. Para ilustrarlo pensemos en un átomo, los electrones giran alrededor de un núcleo, si ese núcleo no estuviese, esos electrones saldrían para todos lados, el núcleo es el que mantiene al átomo unido, bueno, ese es Cristo. Él está en el centro de todo, manteniendo todo unido, siendo Soberano, teniendo todo bajo control, siendo la pieza elemental y el objetivo de todo.
Ahora, en el versículo 18, Pablo comenzará a trasladar esto que habló de la creación a la iglesia misma. Así como Cristo es Soberano y controla el universo, Él también es el Líder de Su iglesia, es la cabeza (quien dirige todo) del cuerpo. Así como Cristo fue el origen para la creación entera, Él lo es también para la iglesia, a esto se refiere cuando dice que es el principio. Jesús también fue el primero que resucitó de los muertos en gloria, pero no solo fue el primero, sino que fue quien lo hizo posible, por eso es que tiene la preeminencia, la supremacía, aún por sobre la muerte. Y en los versículos 19 y 20 vemos justamente este plan hermoso de redención del Padre. Dios Padre quiso que Su esencia misma se encarne, en la persona de Jesús se encuentra la plenitud de Dios, esto significa algo lleno, completo, no solo una parte. Dios nos transmite algunos de sus atributos a nosotros (como el amor o la santidad), pero en Jesús estaban absolutamente todos en su máxima expresión. Ahora, hablamos de que la creación es la herencia del Padre para el Hijo, lo que le dará al final de los tiempos, pero la creación está corrupta para un ser que posee la plenitud de la esencia de Dios (Dios mismo), por ello es que Cristo la reconcilió consigo mismo y la hizo apta para aquello por medio de Su sangre.
En el siguiente blog vamos a hablar más acerca de este sacrificio de Jesús y el impacto en nosotros, pero hoy quiero que nos quedemos solamente con Cristo. Por lo general se busca que cada mensaje tenga una aplicación para nuestras vidas, pero yo no quiero forzar nada. Este pasaje nos muestra lo glorioso de nuestro Señor, Su plan divino, la grandeza de todo lo que Él hace, y la relación hermosa que hay dentro de la Trinidad divina. En lugar de vernos a nosotros mismos buscando una aplicación, concentrémonos hoy en quien importa, en quien sostiene unido todo el universo: Cristo. Veamos este pasaje y contemplemos lo hermoso de nuestro Salvador. Que el blog de hoy no sólo nos recuerde que nosotros fuimos creados por y para Él, sino que nos recuerde quién es Él, nuestro Señor, y nos maravillemos aún más de su hermosura y majestad.
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