La salvación es por gracia, eso no se puede discutir. Pero cuando hablamos de la santificación hay ciertas dudas sobre qué tanto nuestras obras y nuestra obediencia aportan hacia la misma. Hoy veremos qué pasaría si la santificación dependiera de nosotros.
Mientras la salvación fue el comienzo de nuestra vida unidos a Cristo, la santificación es el proceso por el cual Su carácter se va formando en nosotros hasta que Él vuelva y nos glorifique. Como dijimos al principio, la salvación es por gracia, está más que claro que no es por obras (Efesios 2:8-9). No importa lo que hagamos, nunca nos podríamos salvar a nosotros mismos. Si la salvación fuese posible por las obras, entonces harían a la cruz de Cristo innecesaria, ya que podríamos llegar al cielo por nuestros propios medios. Ahora, ¿qué pasaría si la santificación fuese por obras?
Primero, hay varios versículos con los que tendríamos conflictos. Por ejemplo Filipenses 1:6: "estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo;". El pasaje habla de cómo Dios comenzó con la salvación y cómo es Él quien la continuará hasta la glorificación. No somos nosotros el que perfeccionamos la obra, es Cristo, el versículo lo deja bien en claro. Romanos 7 habla de cómo Pablo, siendo ya creyente, en ese momento de su vida, hacía cosas que no quería ¿Cómo es esto? Bueno, él quería agradar a Dios, ya que había sido regenerado, pero igualmente continuaba pecando. Y es que hasta que no estemos glorificados por Cristo, seguiremos pecando, con lo cual sería muy difícil santificarnos a nosotros mismos con esto encima.
Otro pasaje con el que entramos en conflicto es 1° Corintios 3, en los versículos 5 al 7 dice: "¿Qué, pues, es Pablo, y qué es Apolos? Servidores por medio de los cuales habéis creído; y eso según lo que a cada uno concedió el Señor. Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento." Aquí estaba la iglesia de Corinto peleando por distintos bandos, siendo algunos seguidores de Pablo y otros de Apolos. Ante esto es que el apóstol Pablo interviene, diciendo que si bien Dios los ha utilizado para llevar la Palabra, la obra es de Dios, y es a Él a quien le debemos dar la gloria. Y el crecimiento no habla sólo de la salvación, sino de toda la vida cristiana. Ya desde el versículo 5 nos habla de que el creer mismo fue concedido por el Señor (salvación por gracia), pero luego el versículo 6 nos habla de que es Dios mismo quien nos hace crecer. No somos nosotros, no es a quien sigamos, es el Señor quien lo hace.
Ya hemos hablado en nuestra serie sobre Filipenses cuando llegamos al capítulo 2, versículos 12 y 13, cómo este pasaje muestra cómo la santificación es del Señor. Vamos a repasar un concepto rápido de este pasaje. En el versículo 12 Pablo anima a los filipenses a ocuparse de su salvación. Vimos cómo en realidad esto se refiere a la santificación ya que no hay forma de que se refiera a la salvación porque esta no es un proceso en el que nos podamos ocupar. Sin embargo, vemos en el versículo 13 que esa obediencia con la cual nos ocupamos de nuestra santificación es producida por el Señor, Él produce en nosotros tanto el deseo, como el hecho de obedecerle. Entonces la santificación no viene por la obediencia, sino que viene del Señor que la produce en nosotros y en consecuencia es que podemos obedecerle.
Acá es cuando llegamos al concepto clave. Muchos creen que es a raíz de la obediencia que nuestra santificación crece, pero lo que vemos en la Biblia (por ejemplo en los versículos que mencionamos antes) es que es al revés, es a raíz de que Dios nos santifica, nos hace crecer, continúa la obra en nosotros, que nuestra obediencia crecerá. Como dijimos antes, así como la salvación es por gracia, la vida cristiana es también por gracia, y gracia sobre gracia ¿Qué implicación tiene esto con respecto a la obediencia? Que el hecho de que obedezcamos a Dios es porque Él, sin nosotros merecerlo, lo produjo en nosotros. No hay mérito en nuestra obediencia, sino que al igual que la salvación es una muestra de gracia de Dios hacia nosotros. Por nuestras fuerzas nunca podríamos obedecer a Dios, Pablo lo deja bien en claro en Romanos. Lo único a lo que podemos llegar es a una vida de moralismo, pero eso está lejos de lo que realmente es la santificación (una vida de respuesta a la gracia de Dios producida por esa misma gracia).
¿Qué pasa entonces cuando la Biblia nos manda a nosotros a vivir de cierta forma? Evidentemente esa es la manera en la que Dios quiere que vivamos, pero esto es imposible si no miramos a Cristo y Él nos capacita para hacerlo. Los imperativos en la Palabra están puestos para que dependamos de Dios para hacerlos, no para hacerlos en nuestras fuerzas. Es al ver que yo no puedo vivir como Dios quiere que viva que acudiré a Él, y por gracia, por Su buena voluntad, Dios nos dará el querer como el hacer. Es por esto también que siempre ante de las partes prácticas de las cartas del Nuevo Testamento tenemos la parte teológica donde se nos anima a ver a Cristo, y es porque primero viene Su obrar y es a raíz de eso, a raíz de Su trabajo en nosotros, que le obedeceremos.
Hay una frase muy conocida de Jonathan Edwards que dice que no aportamos nada a nuestra salvación excepto el pecado que la hace necesaria. La palabra salvación podría ser intercambiada tranquilamente por la palabra santificación. Tú no aportas nada a tu santificación excepto la necesidad de que Dios la produzca en ti y, ampliando, es por eso que podemos obedecer.
Para terminar, pensemos en el título del blog, ¿qué pasaría si la santificación dependiera de nuestra obediencia? Bueno, lo mismo que pasaría si nuestra salvación dependiera de que obedezcamos, de las obras: La cruz sería innecesaria. El Evangelio en la vida del cristiano es tan necesario como en el momento de la salvación, y es que la santificación, según Romanos 8, es parte del proceso de salvación, y toda la salvación es por gracia. Si creemos que aportamos algo para nuestra santificación, ¿para qué seguimos necesitando gracia entonces? El esfuerzo humano en la santificación es el esforzarse en ver lo incapaces que somos y acudir corriendo a nuestro Dios día tras día para que nos haga crecer en santidad, no es un esfuerzo por obedecer por nuestra cuenta. La vida cristiana no es una vida de obras, sino de dependencia, confiando en que Dios nos dará aquello que no merecemos ni podemos: el serle fieles con nuestras vidas. Esto es esperar en la gracia, esto es vivir el Evangelio. Y si me malentiende y piensa que estoy diciendo que podemos vivir como el mundo, simplemente no ha entendido cómo actúa la gracia en la vida del cristiano y lo invito a que vuelva a leer el blog desde el principio. La conclusión es: nuestra santificación depende 100% de Aquel que da el crecimiento, por eso es que tanto debemos buscarle, porque somos 100% dependientes de Él.
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