Estamos en una época donde tenemos acceso a un montón de contenido cristiano. Libros, prédicas, contenido en redes sociales, un montón de cosas que nos son de bendición. Pero a veces nos concentramos en cosas que quizás no nos edifican tanto (por más de que sean cristianas y hasta reformadas), por eso hoy hablaremos un poco más sobre este tema.
El siglo XXI ha traído consigo un montón de beneficios para el mundo cristiano. Podemos escuchar prédicas de pastores a lo largo de todo el mundo, leer libros de autores que originalmente están en otros idiomas, ver y leer un montón de contenido en internet y muchas cosas más. Pero a veces, al tener tanta variedad de cosas, nos descentramos de lo que realmente importa. No sólo porque no sepamos qué elegir para leer, ver o escuchar; sino porque muchas veces buscamos las cosas centrándonos en nosotros, en nuestros problemas y luchas.
¿A qué me refiero con esto? Pongamos unos ejemplos. Los jóvenes cristianos leyendo sobre la soltería, las madres leyendo sobre cómo criar a sus hijos y ser mejores esposas, los padres sobre cómo proveer para la familia y ser un buen esposo, las mujeres focalizándose en ministerios hacia la mujer, etc. Y no me mal entienda, son cosas que debemos aprender en cada etapa de nuestra vida, pero quizás hay un exceso de eso.
Nos solemos enfocar mucho en la parte práctica y cómo debemos vivir de una forma a la que Dios le agrade, pero al hacer foco en eso perdemos la mirada en el motor, el medio para hacerlo. Veamos las cartas del apóstol Pablo. La mayoría tienen su parte práctica al final. El caso más claro quizás es la carta a los Efesios, donde los últimos 3 capítulos Pablo habla sobre cuál es la vida que Dios desea para el cristiano en esta tierra. Al leer, escuchar o ver cosas como la de los ejemplos que mencionamos antes, lo que estamos haciendo es leer Efesios 4, 5 y 6. Lo que falta muchas veces es justamente la parte teológica.
Y no, con todo esto no hablo de inflarnos la cabeza con teología sistemática. Pablo no estaba haciendo eso en Efesios 1, 2 y 3. A lo que voy con todo esto es que necesitamos meditar más en el Evangelio. Todo bien con querer usar bien tu soltería, querer ser mejores padres o esposos, querer ser una mujer para la gloria de Dios, pero si eso no surge del Evangelio es inútil. Sé que muchas de las cosas que se leen sobre estos temas son centradas en la Palabra y tienen su base en el Evangelio, pero ¿cuándo fue la última vez que buscaste contenido que reflexione y/o profundice en el Evangelio y sólo en eso?
¿Qué páginas sigues?¿Qué libros lees?¿Cosas que sólo hablan sobre cómo ser un mejor esposo, una mejor mujer, un mejor joven? Por más de que tengan la etiqueta reformada, no es bueno excedernos en esas cosas. En lo único que sí es bueno excedernos, es en profundizar en el Evangelio ya que es a raíz de esto que seremos mejores esposos, mejores mujeres, mejores jóvenes. Por volver a nuestro ejemplo de Efesios, los capítulos 4, 5 y 6 Pablo los expresó como el resultado de la meditación de los tres capítulos anteriores que hablan del Evangelio. Si creemos que el final de esta carta son simplemente mandamientos y cosas que nos ayudan a agradar a Dios, hemos perdido de vista al Evangelio de nuestra vida cristiana. Pablo no está mostrando el resultado de vivir centrados en Cristo, en el Evangelio. Lo principal de la parte práctica no somos nosotros, no es nuestra vida, sino que sigue siendo Cristo, Él es lo que importa.
Hay otro aspecto que quizás no contemplamos tanto. Es muy curioso cómo los videos de los pastores reconocidos que más alcance suelen tener son los que confrontan a falsos maestros o falsas doctrinas. Evidentemente Dios ha utilizado esas cosas para abrirles a muchos los ojos. Pero ahora que ya estamos en la sana doctrina, es impresionante cómo muchos siguen consumiendo esas cosas. Obviamente es necesario denunciar a las falsas doctrinas y exponer la verdad. Pero de vuelta, no te enfoques en eso. Si ya estás en la verdad, aprovecha el tiempo que tienes para profundizar aún más en ella.
El Evangelio, Cristo, es lo más importante que tenemos en nuestra vida, nuestro tesoro. Entonces vivamos centrados en Él. Leamos, veamos, escuchemos cosas centradas en Él. Y vivir para Él no es una vida moral, sino que es una vida de conocerle cada vez más ("Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado." Juan 17:3). Es sólo a partir de eso que podremos comenzar a ser lo que Dios desea para nosotros, pero no por un moralismo, sino porque Él mismo nos está transformando por medio de conocerle más.
El objetivo de este blog no es que tiren los libros que hablan sobre vivir en soltería o ser mejores padres, no es que dejen de seguir los canales de YouTube que denuncian a falsos maestros, no es que dejen de seguir los cientos de blogs que hay hacia la mujer. Sino que lo que busco es llamarles la atención, advertirles, de que tengan cuidado, que no nos concentremos en nosotros o en un resentimiento hacia los falsos maestros, sino que nos concentremos en el Evangelio, que es lo único que importa y de donde surge absolutamente todo. Si le dedicas más tiempo a leer, ver o escuchar cosas como las que mencionamos antes, en lugar de profundizar en el Evangelio, hay un problema. Porque jamás tendrás el motor correcto para hacer esas cosas. Jamás tendrás el motor correcto para vivir de acuerdo a Dios en tu soltería, como padre, como madre, como mujer, etc. Recuerda que el Evangelio no es el sistema de ignición de nuestro vehículo que es la vida cristiana, sino que es el combustible que alimenta nuestro motor para seguir corriendo la carrera. Enfoquémonos en conocer más a Cristo, y ya que el Evangelio es donde Él más se revela, profundicemos en el mismo, total jamás podremos llegar al fondo, nunca se nos acabará el combustible. Esto es simplemente una invitación para que analicemos qué clase de contenido cristiano, tanto en libros como en redes sociales, como en internet, estamos consumiendo.
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