Hace unos días esta cuenta cumplió 3 años y creo que es momento de que les comparta un poco sobre mí. Siempre me fue de mucho ánimo escuchar el testimonio de las personas, saber la historia que hay detrás de cada hermano con el que me encontraré en el cielo y cómo Dios obró en ellos. Espero que mi historia también les sea de bendición.
150 blogs, 3 años donde Dios estuvo sosteniendo todo lo que es un cristiano reformado. En el primer año hice un blog sobre cómo había empezado esto y allí les conté parte de mi testimonio, pero aquí lo estaré contando completo. Nací en 1997 en la ciudad de Buenos Aires, Argentina. Tuve la bendición de nacer en una familia cristiana. Mis padres habían estudiado en un seminario pentecostal. Si bien tenían sus problemas doctrinales, amaban al Señor y creían en el verdadero Evangelio. Cuando era chico era lo que se considera "un buen nene", no causaba problemas, me iba bien en el colegio, pero a causa de eso siempre me comparé con los demás, y eso trajo serios problemas. Yo decía ser cristiano y que Jesús había muerto por mí, pero no tenía ni idea de por qué había sido necesario que Él muera. Por lo que al preguntarme si era salvo, sabía la respuesta de "si, porque Cristo murió por mí", pero en mi interior pensaba "y si, obvio que voy a ir al cielo, si soy un niño bueno" comparándome con el resto de las personas. Iba a una iglesia con mis padres la cual, si bien es la primer iglesia bautista de Argentina, hoy en día (y ya en ese entonces) está ultra-carismática, sigue el Evangelio de la prosperidad y cuanta falsa doctrina anda por allí. Estando en ese lugar, recuerdo que en la escuelita dominical, cada vez que invitaban a recibir a Jesús en tu corazón yo levantaba la mano "por las dudas", pero no predicaban el Evangelio verdadero. Así fue como yo crecí totalmente engañado.
Llegó el año 2008 y comenzó quizás la etapa más dura de mi vida con tan solo 10/11 años. En el lapso de 10 meses tuve tres quebraduras de huesos. La primera fue casi expuesta en el brazo por una caída y la segunda fueron tres fisuras en la pierna derecha. En esta última me dejaron mucho tiempo (4 meses) el yeso y mis huesos de esa pierna se comenzaron a descalcificar. Por lo que luego, caminando, me doblé el tobillo y me quebré el fémur de esa misma pierna. A todo esto, por tantas quebraduras, el sexto grado de la primaria lo hice encerrado en mi casa. Con esa última fractura pensaron que tenía huesos de cristal (aunque me empezaron a hacer análisis y descubrieron que no, que era por la fractura anterior) y además en un primer momento me pusieron el yeso mal, por lo que el hueso se me soldó mal y me quedó más corta la pierna. Durante este tiempo estuve prácticamente inmovilizado y sin salir de mi casa, estando también 3 semanas en silla de ruedas. Cuando me sacaron el último yeso, mi pierna derecha estaba fuera de eje y había olvidado cómo caminar, por lo que con 11 años tuve que volver a aprender a caminar. En lo único que podía pensar era en por qué me pasaba todo eso. Y, si bien por fuera me mostraba como si me estuviese aferrando a Dios, por dentro me estaba muriendo.
Terminó ese año y en 2009 me tuve que cambiar a un colegio más cerca para no viajar tanto, ya que el anterior quedaba muy lejos, iba allí porque era un colegio cristiano. En la nueva escuela, comencé en séptimo grado, que aquí es el último año de primaria. Y póngase en situación, entra un chico nuevo, gordo (por todo el tiempo inmovilizado que tuve), rengo y que caminaba mal todavía, y además sacaba buenas notas, por lo que tenía todas las cartas para que los niños de ese lugar me hagan bullying. En este punto de mi vida fue cuando comencé a dejar de fingir que era un cristiano. Si bien quizás en la iglesia y con mis padres me mostraba así, ya en mi día a día ni me esforzaba por pretender, no me autoengañaba. Fue tanto el bullying (sobre todo por mi discapacidad) que llegué a estar al borde del suicidio en 2 ocasiones.
En 2010 comencé el secundario en una escuela nueva, nuevas personas, por lo que, si bien me costaba integrarme tras haber estado tanto tiempo solo y aislado, las cosas comenzaron a cambiar. A todo esto, en la iglesia también estaba prácticamente solo. Aprendí a caminar, empecé a entrenar en natación por lo que bajé de peso, de a poco pude ir integrándome. En 2012 fui a un campamento en San Miguel del Monte donde comencé a notar algo más distinto. Allí me di cuenta de que no estaba haciendo las cosas bien, pero hasta ahí llegó la repercusión. No fue hasta 2013 que volví al campamento y recuerdo que en el fogón, el predicador comenzó a decir toda una serie de pecados con los que me vi identificado con cada uno. Luego de eso terminó diciendo que si vivías así te estabas yendo al infierno. Fue allí donde comprendí, ahora sí, por qué Cristo tuvo que morir por mí. Recuerdo que llorando y de rodillas, porque no me podía mantener en pie, le pedí perdón al Señor y le rogué que me cambie para vivir para Él. Su amor, Su gracia, me impactó en ese momento.
Pero como todos, tuve un gran bache en el medio. En 2015, mi último año de secundaria, comencé a desviarme. Tenía malas amistades (las cuales venían de la iglesia la mayoría) y vivía mi vida como uno más del mundo. Así seguí hasta que en diciembre de ese año, en una fiesta de cumpleaños de una amiga, mareado por el alcohol, con dolor en el riñón porque se suponía que no podía beber por una pastilla que estaba tomando, me vino a la cabeza un pensamiento. Vi a todos mis amigos en la fiesta, me vi a mí, y pensé "soy el único cristiano acá, se supone que debería estar siendo de ejemplo". Allí mismo dejé todo, me fui, volví a mi casa, y recuerdo que cuando llegué mi mamá me estaba esperando despierta, y allí mismo le conté por primera vez que en realidad no era salvo de chico, sino que me había convertido en 2013. Fue en ese momento donde quise ir a estudiar al seminario del campamento donde me había convertido. Si bien ya estaba inscripto, lo había hecho por mantener la fachada de cristiano, pero ahora realmente quería ir y conocer más de mi Dios.
Mientras todo esto pasaba, la situación en mi iglesia era distinta. Mi mamá en 2006/2007, cuando pusimos internet en nuestra casa, lo primero que hizo fue a ponerse a ver predicaciones, allí fue cuando vio el tan famoso video de John Piper de "John Piper odia el evangelio de la prosperidad". Continuó viendo videos y el Señor utilizó eso para abrirnos los ojos a que lo que predicaban en nuestra iglesia estaba mal. Mis padres se fueron de la iglesia pero yo me quedé porque estaba liderando el ministerio de niñez (aún en 2015 cuando estaba apartado), y les dije que cuando encuentren una iglesia sana a la que ir, dejaría todo y me iría allí. Igualmente yo no sabía mucho de doctrina, sólo sabía que el evangelio de la prosperidad no era bíblico, pero seguía esperando el bautismo del Espíritu Santo para hablar en lenguas y tener un "nivel mayor" de madurez, lo cual me afligía mucho por no recibir.
El seminario al que fui no es reformado, más bien es semi-pelagiano y claramente son decisionistas. Pero igualmente Dios lo utilizó en gran forma para enseñarme un montón de cosas. Recuerdo que, cuando comencé, creía todavía en la vigencia de los dones y hasta discutía con un amigo defendiendo mi postura. Pero el Señor me humilló al estudiar el tema por mi cuenta. Algo parecido pasó con el calvinismo, aunque allí ya estaba yendo hasta en contra del seminario. Teníamos una materia de sotereología (el estudio de la salvación) la cual yo llamaba anticalvinismo 1, porque lo único que hacía el profesor era refutar el calvinismo. Ante esto me vino la curiosidad, porque mis padres eran ya calvinistas. Comencé a estudiar el tema por mi cuenta y el Señor me abrió los ojos ante las doctrinas de la gracia. El tiempo del seminario fue un tiempo de aprendizaje y humillación (para que se den una idea, yo siendo técnico en computación, sabiendo de programas de diseño, pensando que me iban a mandar a servir a algo parecido me pusieron a lavar los baños de los edificios donde vivían 300 hombres).
A su vez, mientras estaba en el seminario, en 2017 se fundó, hasta donde yo sepa, la primer iglesia sana reformada en Buenos Aires. Mis padres comenzaron a ir desde el primer día. A mí me costaba dejar el ministerio en la anterior iglesia, pero Dios movió las cosas para que lo deje. Y el 1° de Enero de 2018 me dio apendicitis estando de vacaciones en la costa con mi familia. Tuve que volverme a capital de urgencia, estaba ya muy mal por tantas horas, y mi madre me dijo que en su iglesia estaban orando por mí (cuando de mi iglesia no tenía ni un mensaje). Cuando me recuperé fui a esta iglesia para agradecer por las oraciones, y desde ese día no me fui jamás.
Actualmente sirvo en mi iglesia liderando toda la parte técnica de sonido, multimedia y redes sociales. Estoy terminando mis estudios de diseño UX/UI y trabajo para pagarme la facultad. ¿Por qué les cuento todo esto? Porque creo que es un reflejo de la gracia de Dios. Él me ha dado oportunidades hermosas como las de capacitar a hermanos en lo mío para que sus iglesias puedan activar las redes sociales (las cuales, cómo siempre digo, son una herramienta enorme para la obra), me ha permitido servir en conferencias donde ha venido hasta John Piper, me ha permitido irme en una ocasión de viaje misionero a Paraguay y predicar en una iglesia muy humilde en un pueblito, me ha permitido evangelizar en la vía pública, y tantas cosas que me sorprenden y termino pensando que a mí me ha permitido todo esto, un chico que en 2015 estaba liderando un ministerio mientras tenía resaca por la noche anterior, una persona que vivió toda su infancia engañada, que se alejó de Él. Una pregunta que me hicieron una vez es "Si tuvieses la oportunidad de volver atrás y cambiar algo, ¿lo harías?" y yo respondo que no, porque cada cosa, cada sufrimiento, aún hasta la silla de ruedas, he visto que Dios los ha utilizado para mostrarme lo pecador que soy y el Dios grande que tengo que me llena de gracia día tras día. Una frase que se me ocurrió una vez mirando hacia atrás en mi vida dice "Dios orquesta la vida de sus escogidos para que un día ellos se encuentren con Él" y esa sinfonía que fue mi vida, aunque dolorosa por momentos, fue exactamente lo que necesitaba para llevarme al punto en el que tuve que decir "Señor, salvame, te necesito", y eso no lo cambio por nada.
Espero que les haya sido de ánimo escuchar cómo Dios obró en mi vida. Ahora los animo a hacer lo mismo, sé que los comentarios quizás tengan poco espacio, pero igualmente me gustaría que puedas compartir algo de cómo Dios obró en ti (o si no te animas también me lo puedes mandar por privado), así nos animamos unos a otros al mostrar cómo el Señor obró en nosotros. Y vos ¿cuál es tu historia?
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