A los 5 puntos del calvinismo generalmente los relacionamos con el mensaje del Evangelio. ¿Pero sabías que las doctrinas de la gracia no sólo nos hablan de la salvación, sino también de la santificación? Y no, no me refiero solamente a la perseverancia de los santos. Hoy veremos esto con más profundidad.
Cuando hablamos de la santificación y los 5 puntos del calvinismo, automáticamente viene a nuestra cabeza la perseverancia (o preservación) de los santos. Y es que, si bien este punto es el que más directamente se relaciona, hay otros que también lo hacen. No hablaremos de los 5 puntos porque creo que la elección incondicional y la expiación limitada están tan enfocadas en la cruz que siento que sería muy forzado relacionarlos con la santificación. Pero si veremos que, además del último punto de los 5, la depravación total y la gracia irresistible están relacionadas en la Biblia también con la santificación.
Antes de continuar leyendo este blog, te recomiendo que vayas a leer los blogs que hablan al respecto de los 5 puntos. Aquí les dejo los links: depravación total, elección incondicional, expiación limitada, gracia irresistible, perseverancia de los santos). Ahora sí, comencemos.
Vamos a empezar por el último de los puntos, ya que es el que más se relaciona: La perseverancia de los santos. Un breve resumen de lo que dice este punto sería el siguiente: Basado en Filipenses 1:6 podemos decir que cualquier persona que ha sido regenerada será preservada en la salvación que le fue dada hasta el final de sus días. Si bien un cristiano puede tener sus "bajones" en los que no está muy bien y se puede hasta llegar a apartar, esto será sólo por un tiempo, ya que Dios si o si le hará volver porque Él es fiel a Su promesa. Cuando el Espíritu Santo viene a morar a la vida de una persona, para que esa persona se pierda para siempre, esa morada (la cual por su definición en el original es permanente) debería irse, y para que esto pase debería haber alguien más poderoso que el Espíritu para desplazarlo, lo cual es imposible siendo Él Todopoderoso.
Entonces, ¿cómo es que se relaciona esta seguridad de salvación de este punto con la santificación? Bueno por el hecho de que es Dios quien nos hace perseverar en Él. Es el Señor quien nos santifica hasta el día de nuestra glorificación, el que continúa haciendo la obra que ya empezó con la salvación. Es por esta razón de que muchas veces se le cambia el nombre a este punto, porque no es que nosotros perseveramos, sino que es Dios quien nos hace perseverar. De allí es que se lo llama muchas veces la preservación, porque es Él quien nos guarda. Así como nuestra salvación es 100% Suya, nuestra santificación también lo es, por más de que pueda parece que al arrepentirnos y tener fe, o al obedecer respectivamente, como que nosotros estamos aportando algo. La realidad es que tanto el arrepentimiento y la fe en la salvación, como la obediencia en la santificación son el resultado visible para nosotros de que Dios ha aplicado Su gracia y nos ha salvado o nos está santificando.
Ahora que ya vimos el más obvio, sigamos por el orden inicial y veamos el primero de los puntos: La depravación total. Basado en Romanos 3 principalmente, este punto nos habla de que somos esclavos del pecado por nuestra naturaleza pecaminosa a tal punto de que nunca buscaríamos a Dios, no le deseamos ni queremos hacer lo bueno a Sus ojos. A su vez, estamos muertos espiritualmente, por lo que para tener vida no nos podemos resucitar a nosotros mismos, necesitamos que alguien lo haga. Si fuese por nosotros nunca creeríamos ni nos arrepentiríamos, ya que ¿qué tanto puede creer un cadáver? Es primero que Dios nos regenera, nos da vida, y ahora podemos ver Su sacrificio, creer y arrepentirnos. Es sólo cuando Dios hace la obra primero en nosotros, que nosotros iremos a Él (Juan 6:65).
Cuando ya somos salvos, no es que toda nuestra vieja naturaleza se fue, eso ocurrirá en la glorificación, seguimos pecando porque todavía hay vestigios del viejo hombre en nosotros. Esta lucha interna es la que describirá Pablo en Romanos 7. Seguimos siendo incapaces delante de Dios de hacer cualquier cosa, la única diferencia es que ahora le tenemos a Él que sí es capaz. Es por esto que la depravación total en la santificación y la perseverancia de los santos van tan de la mano. Es sólo cuando entendemos nuestra incapacidad para vivir la vida cristiana que podremos apreciar realmente la obra que Dios está haciendo para preservarnos hasta el fin. Nuestra incapacidad no significa que no obedezcamos ni tengamos que hacerlo, significa que cuando lo hacemos, eso no salió de nosotros. No estamos hablando de que no debamos obedecer, sino de que no podemos, pero como Sus hijos queremos hacerlo, y al ver estas dos doctrinas nos damos cuenta de que la forma de hacerlo es en dependencia a Dios, ya que proviene de Él, es Dios quien produce en nosotros así el querer como el hacer. Y no, la dependencia no es quedarse quieto a esperar que Él haga algo, sino que es conocerle más, buscarlo, llenarnos más de Él, y a Sus tiempos, Dios nos hará crecer en santidad. La depravación total y la perseverancia de los santos no sólo nos hacen recordar nuestra incapacidad, sino que nos recuerdan que es Dios quien nos hace crecer (1° Corintios 3:6).
Y esto que mencionamos me da pie para hablar del último punto del calvinismo que vamos a ver: La gracia irresistible. Este es el cuarto punto, por lo que luego de hablar de que Dios eligió a las personas que iban a ser salvas antes de la fundación del mundo, no por méritos de la persona, sino por gracia, y luego de haber muerto sólo por ellas en la cruz, estos escogidos no podrían evitar la salvación para la cual fueron predestinados. La gracia irresistible nos dice que si una persona ha sido comprada con la sangre de Cristo, esa persona, cuando el Señor le abre los ojos, sólo puede responder en arrepentimiento y fe. Y no, no es que Dios lo trae obligado, justamente este punto es todo lo contrario. Al estar la persona cegada por el pecado, y serle sus ojos abiertos (no sólo a lo grave de su pecado sino también a lo hermoso del sacrificio de Cristo), esta persona será cautivada de tal forma, ya que el sacrificio de Jesús fue tan grande y majestuoso, que si o si querrá ir a Él. Y esto siempre pasará de esta forma porque si alguien, sobre quien Dios está aplicando la gracia de la salvación, decide no aceptarla, tendríamos un serio problema con Su omnipotencia, porque estaría venciendo al mismísimo Todopoderoso. En la regeneración, nuestros ojos son abiertos y nuestra voluntad cambia ante la hermosura de nuestro Salvador. Es allí donde Dios produce el querer y el hacer. Por Su sacrificio queremos ir a Él.
Si bien esto es lo que ocurre en el momento de la salvación, es también lo que ocurre durante nuestra vida cristiana. Nuestra obediencia, nuestra respuesta, es a causa de ver la majestad de Cristo. Pensemos en 1° Juan 4:19 ("Nosotros amamos, porque Él nos amó primero."), y pensemos cuáles son los dos mandamientos de los cuales se desprenderá toda nuestra obediencia y nuestra vida cristiana: Amar a Dios por sobre todo y al prójimo como uno mismo. Si nuestra obediencia surge de estos dos mandamientos que son amar, y nuestro amor es una respuesta al que Él nos demostró, entonces nuestra obediencia también es una respuesta a Su amor. Nuestra santificación, al igual que la salvación, surgirá como la respuesta lógica al ver lo que Cristo hizo por pecadores como nosotros. Entre más veamos la cruz, más surgirá en nosotros ese deseo de obedecer, pero no por nosotros, sino porque Dios lo está produciendo. Nuestra obediencia no viene por nuestra determinación, no viene por ser intencionales en cumplir con lo que la Biblia dice. Sino que la obediencia bíblica viene cuando vemos a la cruz, al sacrificio, a Cristo mismo.
Para terminar creo que es importante juntar los tres conceptos. Dios nos hace perseverar y crecer en santidad (perseverancia de los santos), y aunque nosotros no podamos obedecerle (depravación total), Él nos cautiva de tal forma con Su gracia que nuestra respuesta obvia y lógica es querer agradarle (gracia irresistible). Si no estamos viviendo una vida de obediencia, si no estamos viendo un crecimiento y estamos estancados, en lugar de esforzarte por vivir de acuerdo a la Biblia en tus fuerzas, mira a Cristo, medita en Su sacrificio, y que sea a través de ello que surga el esfuerzo, basado totalmente en el Evangelio, siendo Dios quien modifica nuestra voluntad, nuestro querer y hacer. Las doctrinas de la gracia son totalmente aplicables a nuestra vida cristiana. Al igual que con la salvación, ellas nos quitan el protagonismo y se lo dan totalmente a Dios. La pregunta ahora es: Si bien creemos en las doctrinas de la gracia para la salvación ¿las estamos viviendo en nuestro diario andar?
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