La iglesia moderna ha dejado de hablar mucho de obedecer a Dios. Ellos simplemente se conforman con el "Jesús está en tu corazón". Sin embargo es un tema muy importante para el cristiano, tema, el cual, se lo desvirtúa mucho igualmente. Por eso hoy quiero que hablemos en específico sobre la obediencia.
El Antiguo Testamento está lleno de versículos con imperativos a obedecer la Ley de Dios. Sin embargo, en Gálatas vemos que eso era simplemente para mostrarles su incapacidad y necesidad de Cristo. El Antiguo Testamento apunta directamente a Cristo aún en estas cosas. El problema en que muchos se han apoyado en este famoso "no estamos bajo la Ley" para vivir una vida de libertinaje, ignorando versículos como 1° Pedro 1:15 donde se nos llama a vivir en santidad. El Nuevo Testamento nos habla también de la obediencia, pero no para obtener la salvación, sino para crecer en santidad, para parecernos más a Cristo. Y esto hace que cambie totalmente el significado de la obediencia, por lo que para entender cómo obedecer a Dios debemos comenzar primero por encontrar qué es la obediencia.
La universidad de Oxford define la obediencia de la siguiente forma: "Acción de acatar la voluntad de la persona que manda, de lo que establece una norma o de lo que ordena la ley." Si esto lo comparamos con el Antiguo Testamento es muy fácil, obedecer a Dios termina siendo cumplir con su Ley. Pero como dijimos antes, ya no estamos bajo la Ley, sino bajo la gracia. Cristo cumplió con la Ley, vivió la vida perfecta, para que nosotros, incapaces, no tengamos que hacerlo. Concentrémonos en la primer parte de la definición, donde dice que es "acatar la voluntad de la persona que manda". Teniendo en cuenta que Dios es el Soberano por sobre todo, Él es la primer persona que manda en el universo. Y Su voluntad no sólo la vemos en la Ley, sino que el Nuevo Testamento nos revela mucho sobre cómo quiere Él que Sus hijos vivan. Gran parte de las epístolas tienen una parte práctica con imperativos mostrándonos esto.
Ahora, a simple vista pareciese como si, cumpliendo esos imperativos, estaríamos obedeciendo a Dios. Pero Dios no se queda con sólo eso. Si simplemente decimos que cumplir con los imperativos del Nuevo Testamento es obedecer a Dios estamos en un problema, porque un inconverso podría obedecer a Dios. Pongamos algunos ejemplos. Santiago en el capítulo 3 nos llama a refrenar nuestra lengua... ¿Puede un inconverso callar frente a una situación cuando en realidad quiere explotar? Claro que sí. Obviamente para el cristiano es más fácil, pero un inconverso lo puede hacer. La Biblia, en múltiples ocasiones, llama a los hijos a obedecer a sus padres ¿Entonces todos los hijos inconveresos son totalmente desobedientes a sus padres? ¡NO! ¿Quieren una justificación bíblica de esto? Recordemos la historia del jóven rico en Mateo 19:16-30. Si bien para el final de la historia Jesús le demuestra que en realidad no estaba cumpliendo con el total de los 10 mandamientos, ya que es imposible, no me cabe duda de que igualmente algunas cosas sí obedecía. Y no, no hablo de que los cumpliese a la perfección, pero sin dudas algunas cosas sí "obedecía". Por ejemplo, quizás sí odiaba a alguna persona, pero no la había matado. No cumplía con ese mandamiento a la perfección, a la estatura de Cristo (nadie puede de hecho), pero sí se esforzaba por obedecer la superficie.
La obediencia a Dios es más que simplemente cumplir con unos imperativos. Recordemos los dos principales mandamientos en los que Cristo resumió toda Su Ley: Amar a Dios por sobre todo y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Y esto no es una casualidad. No es que Cristo estaba resumiendo así los primeros 4 mandamientos en amar a Dios y los últimos 6 en amar al prójimo, como muchos sostienen. No, la ley no eran sólo los 10 mandamientos, además Jesús dice que no sólo se resume en estos dos mandamientos la Ley, sino también los profetas, lo cual terminaba siendo prácticamente todo el canon de la Biblia que tenían hasta ese momento. Básicamente lo que Jesús está diciendo es que TODAS sus ordenanzas se resumen en esas ¿Por qué? Porque si nuestra obediencia no sale de esto es en vano. Cumplir los imperativos es en vano si no cumplimos con los dos principales mandamientos.
Y aquí está el tema, sólo obedecemos cuando lo hacemos con la motivación correcta. Podemos cumplir con los imperativos, pero si nuestra motivación no es la correcta es lo mismo que nada, no estamos obedeciendo. Pongamos un ejemplo. En 1° Tesalonicenses 5:17 encontramos un imperativo que nos habla de orar sin cesar. No vamos a entrar en detalle de qué significa el sin cesar ni nada de eso, en lo que quiero que nos enfoquemos es en la motivación. Si oramos porque la Biblia nos manda a hacerlo, porque tengo qué, ¿es eso lo mismo que orar porque amo a Dios y quiero hablar con Él? ¡NO! Cuando mi motivación es el "tengo que hacerlo" entonces mi motivación deja de ser Cristo y ya no estoy obedeciendo porque no lo estoy amando por sobre todo, sino que simplemente lo hago por razones egoístas, porque "tengo que hacerlo". Un adolescente cristiano que no va a una discoteca porque le enseñaron en la iglesia que no es bueno, ¿está obedeciendo a Dios? No necesariamente, su motivación es "No es bueno hacer eso, no está bien", cuando en realidad su motivación debería ser que ama más a Cristo que el ir a un lugar donde probablemente termine pecando de alguna forma. La obediencia a Dios no es un deber, eso es moralismo, sino que la obediencia al Señor es amor. Mi motivación es Él. Lo mismo con el segundo mandamiento, cuando uno va a lastimar a alguien haciendo algo, si no lo hace por el simple hecho de que está mal, no va a estar obedeciendo, sino que obedecerá cuando no lo haga por amor a la persona. Uno es culpabilidad y moralismo, el otro es amor hacia Dios y hacia el prójimo.
Si nuestro afán por obedecer está en hacernos más santos, entonces no estaremos obedeciendo de verdad, porque hemos desplazado a Cristo de la ecuación. Cuando intentamos cumplir con los imperativos simplemente porque "debo hacerlo" Él ya no es quien nos hace crecer, no es el objetivo de nuestra obediencia ni siquiera el motor de la misma. Recordemos el versículo de 1° Pedro 1:15 "sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir;" ¿Cuál es la motivación aquí para obedecer a Dios? ¿Que la Biblia lo dice? No, nos la está dando el mismo pasaje, la motivación es Dios mismo. Como Él es santo, y yo le amo tanto, entonces quiero ser igual a Él porque lo amo.
Vimos entonces que la verdadera obediencia viene del "por qué" obedezco. Cuando mi razón es Cristo mismo, lo que lo amo, y no simplemente un deber, es entonces que obedezco de una forma bíblica a Dios. Ahora, ¿cuál es la respuesta a nuestra pregunta de hoy?¿Cómo obedezco a Dios? Si tu respuesta es "haciendo esto y aquello" dejame decirte que estás totalmente equivocado y debes volver a leer este blog desde el principio. La obediencia no es simplemente una obra externa, lo cual es un deber, sino que la obediencia viene, surge, de nuestro interior. Yo puedo ponerme un montón de restricciones para no hacer un montón de cosas, o un montón de ayudas para hacer ciertas otras, pero igualmente no voy a estar obedeciendo, porque en mi interior voy a estar en otro lado. Si quieres realmente obedecer a Dios, entonces te debes concentrar en Él, conocerle más mediante Su Palabra. Mientras más le conozco más me enamoraré de Él, y mientras más le amo, menos amaré las otras cosas que "no debo hacer" y más amaré las cosas que sí "debo hacer". Y entiéndase muy bien ese "debo hacer" entre comillas, porque en ningún lado la Biblia nos pone eso como motivación. La Biblia no nos llama al moralismo, hay una diferencia abismal entre el moralismo y la obediencia bíblica por amor.
Ya no "obedezco" por autoimposición, sino que lo hago por amor, y es entonces sólo de esta forma que puedo obedecer con los dos principales mandamientos. Si "obedezco" por deber, entonces no voy a estar haciéndolo por amor a Dios, por lo que simplemente no estaré obedeciendo el principal mandamiento, y no importa lo que haga o no haga JAMÁS le obedeceré realmente de esa forma. Esto es lo que les pasa a los inconversos, por eso ellos jamás podrán obedecer a Dios, porque no lo aman. Y ojo, esta no es una fórmula mágica. Nuestra obediencia, por más de que esté motivada por lo correcto (Cristo), por más de que cumpla con los imperativos motivado por amor, jamás obedeceré de forma perfecta, no estamos glorificados. Recordemos que no podemos nosotros obedecer a Dios, es sólo por Su gracia que vamos creciendo en santidad. Esto, sumado a una motivación correcta (por amor) hace que cuando desobedezca no me sienta culpable por que no hice lo que debía, sino que el amor me lleva a pedirle perdón al Señor. El deber, el moralismo, cuando fallo en mi obediencia, sólo llevan a la culpa; pero la verdadera obediencia, el amor, llevan al arrepentimiento.
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