Continuamos con nuestro estudio sobre la primer epístola del apóstol Juan. En el pasaje de hoy veremos como Juan nos muestra la verdadera prueba de que Cristo es Dios y estamos en la verdad para dar a sus lectores una confianza más fortalecida.
"6 Este es Jesucristo, que vino mediante agua y sangre; no mediante agua solamente, sino mediante agua y sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio; porque el Espíritu es la verdad. 7 Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno. 8 Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan. 9 Si recibimos el testimonio de los hombres, mayor es el testimonio de Dios; porque este es el testimonio con que Dios ha testificado acerca de su Hijo. 10 El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo. 11 Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. 12 El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. 13 Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios. 14 Y esta es la confianza que tenemos en Él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, Él nos oye. 15 Y si sabemos que Él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho." 1° Juan 5:6-15
Los primeros versículos de nuestra porción de hoy se suelen ver como uno de los retos de interpretación de l carta. Pero a pesar de la dificultad de entender lo que simboliza el agua y la sangre, me parece que se da demasiado énfasis a eso en lugar de ver a qué es lo que le da énfasis Juan. De hecho, el versículo 7, es una glosa (no aparece en los manuscritos más antiguos) por lo que ya directamente lo descartaremos y no lo analizaremos. Sino que vamos a analizar rápidamente estos versículos para así pasar a lo que realmente hace énfasis el autor.
El versículo 6 comienza hablando de Jesucristo, y esta palabra sola ya nos dice la intención del autor. Hablar de Jesús era como hablar de la persona, el humano. Mientras que "Cristo" tiene una connotación divina del Mesías. Por lo que al poner Jesucristo, Juan está haciendo referencia a la humanidad y divinidad al 100% ambas en Él, algo que, como hemos visto, los falsos maestros negaban. Con esto como base es que el apóstol defenderá por qué esto es así. El resto del versículo nos habla de que Él vino mediante "agua y sangre" haciendo especial énfasis en la sangre. Podría dar todas las posturas al respecto, pero la realidad es que no me parece tan relevante. La mayoría de los teólogos hablan de que el agua se refiere al bautismo de Cristo y sangre a Su muerte. Al dar, los falsos maestros, un énfasis mayor a la espiritualidad de Cristo (al nivel de negar su humanidad) es entendible que hable del agua, del bautismo, donde el Padre declaró al Hijo ante el mundo y vimos una manifestación del Espíritu Santo. Sin embargo, Juan nos habla también de Su muerte, esto hace que se dé un igual énfasis a Su humanidad, ya que si fuese espíritu no podría morir.
Como ya dijimos antes, el versículo 7 nos lo saltaremos ya que no está en los escritos más antiguos. Pero el versículo 8 es el que conectará el versículo 6 con lo que hablará de aquí en adelante. Sabemos que Cristo vino siendo 100% hombre y 100% Dios, pero ¿qué pruebas tenemos de esto? Deuteronomio 19:15 nos habla de que para que un testimonio sea considerado como verdadero debía tener dos o tres testigos, y eso es justamente lo que hace Juan en el versículo 8. Nos da 3 testimonios que verifican que Cristo es Dios y Hombre a la vez. El Espíritu Santo, la manifestación de Dios en el bautismo de Jesús, y la muerte de Cristo son tres testimonios de esto.
El caso del bautismo y de la muerte son dos testimonios bastantes claros de cómo verifican la Deidad y Humanidad de Cristo. Sin embargo, el testimonio del Espíritu Santo quizás no está tan claro, además este es el primero que menciona, por lo que le da mayor énfasis, el cual se debe a lo que vemos en los versículos 9 y 10. No todos habían estado en el bautismo ni en la crucificción, sino que lo creían de lo que los apóstoles les habían contado. Ahora, si confiaban en el testimonio de unos hombres ¿cómo no iban a confiar en el testimonio de Dios? Y ¿cuál es el testimonio por parte de Dios? La morada del Espíritu Santo en nosotros. Como ya vimos antes en la carta, sin la humanidad y la Deidad al 100% cada una en Cristo no habría Evangelio, y sin Evangelio el Espíritu nunca habría venido a nosotros a morar. Algo para destacar es que cuando el pasaje habla de que el Espíritu testificó, la conjugación original del verbo nos habla de una acción que ocurrió en el pasado pero que continúa hasta hoy en día.
Volviendo al tema, la mayor prueba de que Cristo es quien dijo ser no está en la ciencia, en hechos históricos, en relatos, etc. Sino que el mejor testimonio en nuestra conversión. La mayor prueba de la realidad del Evangelio son nuestros corazones transformados por el Espíritu Santo. Esto es poner en otras palabras los versículos 11 y 12. Además aquí Juan volverá a referirse a la vida eterna como vimos en aquel blog de los primeros versículos de la carta. En el mismo hablábamos sobre como Cristo en sí es la vida eterna, no hay nada fuera de Él. Un corazón regenerado, que ahora puede amar al Señor, que ve la vida de otra forma, a través de los lentes de Cristo, es la mejor prueba para afirmar que el Evangelio es verdadero, ya que es sólo a través de él que puede haber un cambio así en una persona. Sin el Evangelio las personas simplemente seguirían siendo esclavas del pecado, pero como el Evangelio, Cristo, es verdadero, podemos ver a personas con un nuevo corazón.
Ahora es cuando llegamos al versículo que nos recuerda la intención del apóstol al escribir esta carta. Vemos que Juan no es que quería diferenciar a los verdaderos creyentes de los que se habían autoconvencido de que lo eran, sino que es justamente a los verdaderos cristianos que habían quedado con dudas acerca de su salvación por la salida de los falsos maestros de la congregación, que les intenta mostrar hacia dónde deben fijar su confianza. Tristemente, hoy a 1° de Juan, se lo toma mucho de la primer forma, dudando de la salvación de las personas, cuando ese en realidad era el espíritu de los falsos maestros de los que habla Juan. Tampoco es que el apóstol les está "dando seguridad de salvación", no somos quienes para hacer esto, la seguridad de salvación viene por el testimonio del Espíritu Santo. Pero lo que sí hace es orientarlos en la dirección correcta, ubicar la mirada del lector en dónde sí encontrará su confianza: En Cristo, en el Evangelio.
Si bien los versículos 14 y 15 parecen como si hablasen de otro tema del que venía hablando Juan, la realidad es que continúa con el mismo hilo. Estos versículos hablan sobre cómo la confianza del verdadero testimonio del Espíritu Santo en nosotros se va a ver reflejada en la oración. El versículo 15 hay que verlo a la luz del versículo 14. No es que Dios nos va a dar cualquier cosa que le pidamos, sino que el versículo 14 nos pone un filtro a esto y nos dice que Él nos dará las cosas de acuerdo a Su voluntad. Pero esto, en el contexto que viene hablando Juan, es algo hermoso porque si estamos fijando nuestra mirada en Él en lugar de nosotros, vamos a pedir cosas que sean de acuerdo a Él, a Su Palabra. Cuando le rogamos a Dios para que nos santifique, eso es algo de acuerdo a Su voluntad, lo vemos en la Biblia (1° Tesalonicenses 4:3). El tiempo y la forma de hacerlo no lo sabemos, pero podemos estar seguros que Dios lo hará porque es también lo que Él quiere para nosotros. Ahora, cuando pedimos cosas como por ejemplo un auto, no sabemos si esta es Su voluntad. Quizás lo pedimos con la mejor intención, pero no hay ningún versículo en la Biblia que nos hable de que la voluntad de Dios para nosotros es que tengamos un auto.
Es cuando nos centramos en el Evangelio, en Cristo, que nuestros deseos se alinean con los de Dios y es entonces pedimos de acuerdo a Su voluntad. Entonces, esta confianza que surge de ver la obra del Espíritu Santo en nosotros, cómo el Evangelio actuó, también nos sirve para estar seguros en Él, y ambas confianzas provienen de ver una misma cosa: a Cristo, esa vida eterna manifestada, la buena nueva de que Dios se hizo carne para cumplir la vida que jamás podremos cumplir y pagar así nuestros pecados en la cruz. El Evangelio no sólo nos hace estar firmes en nuestra salvación, no sólo es el testimonio que nos da seguridad, sino que también es el que nos da confianza a la hora de vivir nuestra vida cristiana, algo que se ve muy en claro en nuestra forma de orar a nuestro Padre. La regeneración que nos dio el Espíritu Santo no sólo nos transformó, sino que también es una evidencia constante que tenemos en nosotros de que estamos en la verdad. Por lo cual, nunca te olvides de semejante obra del Señor en ti, cómo Él cambió tu corazón de piedra en uno de carne sensible a las cosas de Dios.
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