En un mundo lleno de charlas motivacionales, en el que todo intenta animarte a conseguir las cosas por vos mismo, el cristianismo se ha unido a este mensaje. Pero ¿es esto también lo que dice la Biblia?
Para analizar esto vayamos al principio de todo: ¿Para qué fuimos creados? Colosenses 1:16 nos dice que no sólo todo fue creado por Dios, sino que también es para Él. A esto podríamos sumar versículos como Isaías 43:7, Romanos 11:36 para llegar a la misma conclusión: El propósito de cada ser humano es glorificar a Dios. Ahora, como vemos en Romanos 6:23, por nuestro pecado estamos separados de Dios, por lo que, si bien Dios en el último día se glorificará también en los inconversos, Él nos llama a arrepentirnos de nuestros pecados y vivir también una vida que le glorifique. Entonces, para glorificar a Dios con nuestras vidas, para cumplir nuestro propósito de ser, de existencia, debemos convertirnos, creer en el Evangelio y así estar bien con el Señor. Y con esto es con lo que empezaremos a sumergirnos en el tema de hoy.
¿Puede acaso una persona salvarse a sí misma, estar bien con Dios por su cuenta? Como vemos en Romanos 3, todos somos pecadores, o sea que absolutamente nadie es justo. Por lo que por nuestras obras no nos podemos salvar (Efesios 2:9). Pero no sólo esto, sino que Romanos también nos habla de que absolutamente nadie busca a Dios. Vemos en los siguientes capítulos de Romanos que la justificación es por fe en la obra de Cristo, en el sacrificio de Jesús en la cruz en lugar de nosotros pagando así Él por nuestros pecados. Pero volviendo a lo anterior, si nadie busca a Dios ¿cómo entonces alguien puede llegar a tener fe? Es que la fe, viene por gracia. Efesios 2:8 dice: "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios". Déjame parafrasearlo para que sea más entendible "La salvación es por medio de la fe, pero esta fe no viene de nosotros mismos (ya que no le buscamos), sino que es un regalo de Dios, y esto es lo que hace que la salvación sea por gracia, que sea un regalo inmerecido." Como hemos visto en nuestra serie sobre el calvinismo es necesario que el Espíritu Santo nos regenere para que así nosotros podamos ver nuestro pecado y creer en Cristo, ya que estamos muertos espiritualmente y no nos podemos resucitar a nosotros mismos. Es Él quien nos convence de pecado primero.
Con esto podemos observar que no podemos salvarnos a nosotros mismos, la salvación es 100% del Señor, ni siquiera podemos creer en Él si no fuera por Su obra. Para poder creer en el sacrificio de Cristo debo reconocer que es lo único que me puede reconciliar con Dios, que mis obras nunca alcanzarán y que soy un pecador. Básicamente el Evangelio, a diferencia de todo lo que dice el mundo, nos habla de que nosotros no podemos. Creer en el Evangelio es decir "Señor no puedo, pero vos pudiste por mí".
Ahora, esto es para la salvación pero ¿qué pasa con el resto de mi vida cristiana? Bueno, parafraseando, hay algo que dijo mi pastor una de las primeras veces que fui a la iglesia donde estoy yendo hoy en día, que fue lo que me hizo quedarme allí, que se aplica perfectamente aquí: "El Evangelio no sólo es el ABC de la vida de un cristiano, no sólo es el inicio, sino que es algo a lo que debe volver cada día". Durante toda nuestra vida cristiana también debemos decir "Señor no puedo, pero vos pudiste por mí" Esto es lo que llamamos depender de Dios.
Indaguemos un poco más profundo. Dios nos llama a vivir en santidad, eso es indiscutible lo vemos en toda la Biblia aún desde nuestro llamado (1° Pedro 2:9). Ahora ¿podemos?¿Podemos realmente ser santos en esta vida? Y no hablo de nuestra posición santa, la cual recibimos a los ojos de Dios al momento de convertirnos por Su gracia. Sino que hablo de un estado de santidad en esta vida. Primero que en el momento en que llegásemos a un estado así ya estaríamos glorificados. Segundo que si podemos ser santos como Dios nos manda, entonces el Evangelio en la vida de un cristiano ya no serviría de nada. Y es que no, no podemos, pero es justamente, como en la salvación, cuando vemos que no podemos que lo buscamos a Él ¿Por qué? Porque, como Sus hijos, queremos agradarle, queremos hacer lo que Él nos pide, vivir como Él quiere que vivamos. El problema es que nosotros no podemos, y es allí donde recordamos el Evangelio, cómo desde un principio nunca pudimos, pero Él sí pudo y por eso le buscamos más, dependemos más de Él.
Los imperativos en la Biblia ¿los puedo cumplir a la perfección? En nuestras fuerzas ni siquiera los podemos cumplir en una primer instancia. Pero en dependencia de Dios, recordando que yo no puedo, Él hace que pueda obedecerle, no a la perfección, pero puedo, aunque "no yo, sino la gracia de Dios conmigo" (1° Corintios 15:10). Los imperativos son un constante recordatorio del Evangelio, son un constante recordatorio de que yo no puedo y lo necesito a Cristo. Si busco cumplirlos por mi cuenta, sólo me voy a frustrar. Pero estos verbos están puestos en la Biblia para llevarme a buscar a Cristo, quien hará crecer en mí un carácter como el Suyo. El ejemplo de Pablo creo que es bastante evidente cómo demuestra esto. Leamos lo que nos dice el apóstol en Romanos 7:14-25:
"14 Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado. 15 Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. 16 Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena. 17 De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí. 18 Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. 19 Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. 20 Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. 21 Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. 22 Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; 23 pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. 24 ¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? 25 Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado."
Lo que está diciendo Pablo aquí básicamente es: "Yo quiero agradar a Dios, pero no puedo. Como una nueva criatura surge en mí el querer agradarle, pero eso no significa que yo pueda. Es más, hago todo lo contrario: sigo pecando. Por más de que no quiera y lo deteste sigo pecando y no quiero seguir más así. Pero gracias a Dios por Cristo, porque un día me librará de esto." Estos versículos son el gran "YO NO PUEDO" del apóstol. Pero ese "yo no puedo" no lo lleva a darse por vencido y vivir una vida de pecado, sino que lo lleva a meditar en Cristo. Justo después de estos versículos viene el capítulo 8 de Romanos. Quizás uno de los capítulos, teológicamente hablando, más ricos de la Biblia. Y luego de repasar todo el plan de salvación de Dios, en el capítulo 12, comenzará la parte práctica de la carta. El darnos cuenta de que no podemos vivir una vida santa no nos debe hacer darnos por vencidos y esperar sentados a que el Señor nos glorifique, sino que nos debe hacer buscar más de Dios para que sea Él quien produzca en nosotros una vida cada vez más a su imagen. De vuelta, esto es lo que llamamos depender de Dios.
Concluyendo, el mundo hoy en día te dice que vos podés, que debes esforzarte para cumplir tus objetivos. Y mismo también dentro de las iglesias se habla mucho del esfuerzo humano. Pero la Biblia nos dice lo contrario, que no podemos, y esto no sólo para la salvación, sino que para nuestra santificación también. Hoy en día se ve a muchos cristianos en el afán de "tengo que hacer esto", "no tengo que hacer lo otro", etc. Pero si no comenzás a darte cuenta de que no podés estarás haciendo todo en tus propias fuerzas y no en dependencia de Dios, lo cual nunca terminará bien. Debemos buscar una vida de santidad, pero no buscando las obras santas, sino a Aquel que las produce en nosotros. No por nada la Biblia no nos llama a que nos esforcemos en las obras, sino que nos esforcemos en la gracia (2° Timoteo 2:1). Además, lo vemos en todas las epístolas que la parte práctica de la vida cristiana viene luego de meditar en la teoría, esta siendo el Evangelio, eso es esforzarnos en la gracia. Y es que todo surge de allí. Mientras menos nos miremos a nosotros mismos, que somos incapaces de hacer cualquier cosa, y más lo veamos a nuestro Salvador, más podremos vivir una vida que le agrade a Él. Pero de vuelta, no por nosotros, sino por Dios; no en nuestro esfuerzo, sino en la obra que Él hace en nosotros. Él se lleva toda la gloria. El Evangelio nos desmotiva mostrando nuestra incapacidad en cada sentido, pero nos motiva mostrándonos a Cristo, quien nos ayuda en nuestra debilidad. Entre antes veas tu incapacidad, antes comenzarás a depender de Cristo. Y para cerrar les dejo las palabras del mayor "desmotivador" de la historia. Cristo en Juan 15:5 dice "Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, este lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer."
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