Continuamos con nuestro estudio sobre la primer epístola del apóstol Juan. En el pasaje del día de hoy el autor nos hablará de una parte fundamental del Evangelio: Reconocer nuestro pecado.
"5 Este es el mensaje que hemos oído de Él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en Él. 6 Si decimos que tenemos comunión con Él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; 7 pero si andamos en luz, como Él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. 8 Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. 9 Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. 10 Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a Él mentiroso, y Su palabra no está en nosotros." 1º Juan 1:5-10
El pasaje de hoy se desprende directamente de los versículos del blog anterior. El versículo 5 comenzará aludiendo al versículo 3 hablando de aquello que anunciaban "para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo." Veremos que justamente la comunión es la base del pasaje de hoy. El mensaje es el siguiente: "Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él." Pero a partir de esto es que se desprenden un montón de cosas implícitas en el mensaje que Juan desarrollará en los versículos siguientes. Pero primero analicemos un poco el mensaje en sí. Dice que "Dios es luz", y en la Biblia se lo relaciona tanto con el conocimiento como con la santidad, pero por lo general lo hacen en contraposición con las tinieblas. Estar en tinieblas podía significar estar cegado a una verdad o en pecado dependiendo el contexto. Si bien aquí el contexto habla más que nada del pecado, también menciona a la verdad. Pero este no es el punto fundamental (el hecho de que Dios sea luz) sino que lo que resalta Juan es que al ser luz no tiene ningún tipo de relación con las tinieblas. A continuación es que el autor hablará de las dos perspectivas (luz y tinieblas) en los humanos. Veremos que los versículos 6, 8 y 10 hablan de aquellos que están en tinieblas, y los versículos 7 y 9 de los que andan en luz. Empecemos por el primer grupo.
Es importante identificar a este grupo. Para esto debemos recordar el contexto de la carta que vimos en la introducción de la misma. Juan estaba escribiendo la carta para afirmar a los creyentes ante los ataques de falsos maestros con la doctrina de los que más tarde conoceríamos como gnósticos. En el blog anterior ya vimos con el autor les habló de la encarnación de Cristo, refutando así la idea que los gnósticos tenían sobre que Cristo en realidad no era un humano, sino que era Dios aparentando ser humano, siendo sólo espíritu. Ahora, el autor les mostrará la verdad sobre otra doctrina que creían los gnósticos. Ellos decían que no importaba cómo vivía uno. John MacArthur, en su comentario de la Biblia, nos habla sobre cómo al creer esto, no sólo vivían una vida de inmoralidad total, sino que también negaban que tuviesen pecado. Ellos no eran pecadores, ellos habían sido elegidos por Dios para tener un conocimiento superior, esto es lo que decían. Teniendo esto en mente analicemos los versículos 6, 8 y 10.
Cabe aclarar que el apóstol Juan dice esto en forma de suposición ya que no es un ataque directo contra los falsos maestros. Él no buscaba atacarlos sino que buscaba mostrarle la verdad a los destinatarios, los verdaderos creyentes. El versículo 6 comienza diciendo "Si decimos que tenemos comunión con él", y claramente los gnósticos decían que tenían comunión con el Padre ya que hablaban de que Él les había dado un conocimiento superior. Pero a la par que decían esto, pecaban con libertad, justamente andaban en tinieblas, por lo que algo no cuadraba bien. Porque ¿cómo podrían tener esa comunión de la que se jactaban cuando se movían de forma totalmente opuesta a Dios? También habla de cómo no practican la verdad, siendo la verdad las cosas de Dios, ellos vivían como si no les importase lo que Dios decía. Y es que esta incongruencia ellos no la veían porque no veían su pecado. Aquí es cuando viene el versículo 8 entonces. Este versículo nos habla de algo de lo que nos habla Pablo en Romanos 3: todos, absolutamente todos, somos pecadores. Si bien los gnósticos decían que el cuerpo en esencia era malo, una vez adquirido ese "conocimiento superior" dejaban de verse como pecadores porque el cuerpo no importaba (justamente por esto pecaban tanto, porque no les importaba el cuerpo). Juan entonces hablará de que si decimos que no pecamos no estamos siendo honestos con nosotros mismos, y dice que la verdad no está en nosotros, siendo esa verdad la verdad bíblica, la cual justamente dice que sí somos pecadores. Y ahora entonces es que viene el versículo 10, donde justamente habla de esa verdad. Como la Biblia, Dios mismo, dice que todos pecamos, si decimos que nosotros no estamos diciendo que Dios miente, por lo que estamos blasfemando y en consecuencia pecando. No hay forma de librarse, todos pecamos, y estamos seguros de que es así simplemente porque Dios lo dice, por lo que una persona que niega esta verdad está negando el Evangelio, a Dios mismo, y en consecuencia no hay forma de que tenga comunión con Dios.
Ahora hablamos del otro grupo. Si leemos el versículo 7 sin contexto podemos llegar a interpretarlo de formas que rozan la herejía. Este versículo, si lo interpretamos de forma lineal, nos puede hacer pensar que la sangre de Cristo nos limpia de nuestros pecados porque andamos en luz, básicamente salvación por obras. Pero esto no es ni de cerca lo que el apóstol quiere decir acá. El estar en comunión unos con otros sí es resultado de estar en la luz, siendo la luz Dios mismo (estamos en Cristo, por eso es que podemos tener comunión entre nosotros como hermanos). Ahora, lo complicado viene cuando menciona al sacrificio expiatorio de Cristo. Nótese que no habla de que nos limpió, sino de una limpieza continua. Y es que al caminar en luz necesitamos día tras día que Dios nos limpie, lo cual no es hecho por medio de nuestras obras sino por medio de la sangre de Cristo. Y si bien el versículo 8 habla más bien de lo que decían los gnósticos sobre que no tenían pecado, según ellos, es aplicable para todos. Juan con el versículo 8 (y el 10 también) no sólo está refutando a los falsos maestros, sino que también les da una muestra de lo que es caminar en luz. Ese "andamos en luz" se ha sacado mucho de contexto para juzgar personas por su caminar, pero eso no es lo que hace Juan acá. No habla de una vida impecable, porque si pensásemos que es así, estaríamos diciendo lo mismo de los gnósticos: que no tenemos pecado. No, el cristiano sigue pecando, seguimos siendo pecadores, pero hay una diferencia: la sangre de Cristo que nos limpia. Y justamente de esto es de lo que hablará en el versículo 9. Ahora, este versículo también se puede sacar de contexto. Dios no nos perdona cuando nosotros vamos en oración a pedirle perdón, no, Él nos perdonó todos nuestros pecados en la cruz y Él es Fiel y Justo a ese sacrificio que hizo. Si fuésemos perdonados al momento de pedir perdón entonces, entonces seríamos perdonados por nuestros pecados por una acción nuestra, por una obra. Y sé que esto es complicado, pero desarrollémoslo un poco más.
Veamos qué es confesar un pecado. No es simplemente decirle a Dios perdón, la palabra en su original habla de ver al pecado tal y como el Señor lo ve, ver lo horrible del pecado. Ahora, esto sólo lo puede hacer una persona que no es esclava del pecado, alguien nacido de nuevo. Si Dios no nos regenera nunca podremos ver lo horrible del pecado tal y como Él lo ve. Y es en ese entonces, cuando Dios nos regeneró, que podemos ver lo horrible del pecado y entonces arrepentirnos. Cuando nos convertimos más que ver lo feo de nuestro pecado, lo mal que estábamos, y en consecuencia admirar el sacrificio de Dios por nosotros, admirar la gracia. Si bien Cristo ya nos limpió en la cruz, es en ese momento cuando nosotros lo entendemos. No es que el sacrificio de Cristo se hace efectivo en nosotros cuando nos arrepentimos, eso es darnos un poder que no tenemos. No, el sacrificio de Cristo ya fue hecho y es totalmente eficaz, pero nuestra mente necesita entender eso, y para eso justamente es la confesión. Cuando nos confesamos, no es que Cristo nos limpia en ese momento, sino es que gracias a ver el pecado tal y como Dios lo ve es que podemos apreciar la cruz y cómo Él nos limpió. Y si esto lo ponemos en el contexto de la carta, los gnósticos no veían su pecado, por lo que no habían sido regenerados. En cambio una persona que puede realmente confesar su pecado, y entiéndase de esto verlo tal y como Dios lo ve, es porque esa persona ha sido regenerada y, como el apóstol lo dijo en el versículo 7, Dios nos limpia constantemente de nuestro pecado por el sacrificio que Cristo hizo en la cruz, por Su sangre. John MacArthur en su comentario de este versículo dice: “En lugar de enfocarse en la confesión de cada pecado individual como algo necesario, lo que Juan tiene en mente aquí es el reconocimiento concienzudo y reposado de que uno es un pecador que necesita limpieza y perdón de Dios”. Básicamente lo que pasa cuando nos convertimos. Para aclararlo un poco más: si nos olvidamos de un pecado y no lo confesamos ante Dios, esto no significa que Dios no nos perdone por ese pecado, porque no depende de nuestra confesión el perdón del Señor. Pero igualmente a nosotros nos sirve tener esta práctica. Les doy un ejemplo personal. Recuerdo que en la secundaria tuve un período en el que decía muchísimas malas palabras, hasta que el Señor actuó en mí, pero igualmente ya era un hábito hablar así. Entonces, para ver el pecado como Dios lo ve es que empecé a tomar la práctica de la confesión y tenía la costumbre que siempre luego de decir una mala palabra le pedía perdón al Señor. No es que por eso dejé de decir malas palabras, fue por Dios, pero ese fue el medio que Él utilizó. La confesión es algo para nosotros, no para Dios. Es algo para dejarnos tranquilos a nosotros, lo cual era el objetivo de Juan en la carta: afirmar a los creyentes. Como dice el versículo 4 "para que vuestro gozo sea cumplido".
En conclusión, Juan aquí habla de cómo el verdadero cristiano, no es que no peca, sino que peca pero ve también lo horrible de su pecado y descansa en que Cristo lo limpió. Este pasaje de Juan se ha utilizado para poner dudas en la salvación de las personas porque "no andan en luz", pero el apóstol no habla de eso como vimos, porque el cristiano sigue pecando (aunque sí se arrepiente). Y no tampoco hablo de que uno puede vivir como quiera, eso es justamente lo que decían los gnósticos. Juan aquí tiene un equilibrio, porque dice que no puedes vivir como quieres, pero si sos cristiano y pecas tranquilo porque Cristo murió por ti ¿Y por qué no estaría una persona tranquila con su pecado? Porque justamente ve el pecado como Dios lo ve. Para cerrar quiero dejar algo bien en claro, Juan en esta carta no duda de la salvación de personas comunes, sino de falsos maestros, y siempre en la Biblia cada vez que se duda de la salvación de alguien es de falsos maestros, ya que ni siquiera creen el Evangelio. Pasaje como el de "Por sus frutos los conocereis" (Mateo 7:20), el de "Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento" (Mateo 3:8), y otros tantos como Simón en Hechos que intentó comprar al Espíritu Santo, si vemos el contexto habla de falsos maestros (en estos casos los fariseos, en el caso de Juan los gnósticos). Hablan de personas que pervertían la Biblia, pero si una persona dice entender realmente el Evangelio, lo conoce, lo sabe explicar, en ningún lado de la Palabra nos habla de que podamos decir que no es salva. Los apóstoles nunca pusieron en duda la salvación de las personas así. Y de vuelta, no es que un cristiano pueda vivir como el mundo, si vemos una vida de pecado, entonces debemos hacer lo que hace Juan aquí con sus destinatarios, repasar el Evangelio, mostrarle lo horroroso de su pecado para que pueda ver justamente su pecado como Dios lo hace (acto que igualmente sólo será posible por la regeneración del Espíritu Santo). Si la persona ha sido regenerada pero estaba en pecado, el Evangelio le ayudará a crecer al ver lo feo de su pecado y la gracia que el Señor tiene para con ella que le limpió en la cruz. Y si la persona solamente sabía el Evangelio de forma intelectual, repasar el Evangelio es lo único que podemos hacer igualmente porque la obra es del Señor. Ponernos en actitud de jueces sobre las personas es todo lo contrario a lo que hace Juan aquí. Ver lo horrible del pecado es lo que hace la gran diferencia, ya que eso nos lleva a la cruz y Juan en este pasaje es todo lo que quiere para sus lectores. Este es un gran motivo de oración para todos, que cada vez podamos ver más lo feo de nuestro pecado, así de esa forma podemos apreciar más la cruz.
Comentarios
Publicar un comentario