En la antigüedad Dios le dio al pueblo de Israel Su ley para mostrarles cómo debían vivir pero principalmente cómo debían relacionarse con Dios mediante el tabernáculo. Pero hablando del presente, si bien ya no estamos bajo esa Ley, ¿tiene el cristiano otra Ley a la que obedecer?
Empecemos hablando de la Ley hacia Israel, y no, esta no son sólo los 10 mandamientos de Éxodo 20. Lo que los judíos llaman Ley es el pentateuco, los primeros 5 libros de la Biblia. Si bien en ellos hay mucha parte histórica, también hay muchas indicaciones hacia el pueblo de Israel. En ella podemos encontrar indicaciones sobre la ropa, la comida, sobre cómo tratar las enfermedades, etc. Pero en lo que principalmente se enfoca la Ley, como mencionamos antes, es en el trato del pueblo hacia con Dios. Vemos capítulos y capítulos sobre los sacrificios a Jehová, sobre cómo se debían conducir los que servían en el templo, también sobre qué cosas eran pecado, qué cosas agradaban a Dios, etc. Ahora, esta Ley era para el pueblo de Israel, esto lo podemos decir entre muchas cosas (y versículos del Nuevo Testamento) porque en la actualidad no tenemos ningún templo como el que se describe allí, ni ningún lugar donde hacer sacrificios, con lo cual la gran parte de esa Ley sería imposible de cumplir. Y de aquí es que surge una pregunta: Entonces ¿toda esa Ley ya no sirve? No, la Ley nos es muy útil, pero no para cumplirla, ya que, como dice Romanos 3, es imposible, sino para mostrarnos el carácter Santo de Dios y en contraposición lo pecadores que somos. Gálatas 3:24 lo deja bien claro: "De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe." El ayo era la persona que cuidaba e instruía a los hijos pequeños del amo de la casa, era quién preparaba al niño para su herencia. Una vez cumplida cierta edad, el ayo entregaba al hijo preparado a su padre, este le ponía una nueva ropa, y ahora ya era heredero de la fortuna de su padre. La Ley entonces sirve para prepararnos para ir delante del Padre, ya que nos muestra quién es Dios (un Dios Santo) y quienes somos nosotros (pecadores que no podemos cumplir con lo que Dios nos pide). Una vez que entendemos esto por el poder del Espíritu que nos convence de pecado, es que iremos corriendo a Cristo para que nos saque nuestro viejo hombre y nos vista de nueva ropa que Él lavó en la cruz con Su sangre.
Entonces, la Ley de Israel no está hecha para que la cumplamos, sino para mostrarnos nuestra necesidad de un Salvador. Eso es con la Ley del Antiguo Testamento, pero ahora ¿según qué nos debemos guiar? Bueno en el Nuevo Testamento tenemos, principalmente en las epístolas de Pablo y los evangelios, muchos verbos indicativos que nos muestran cómo se debe mover un cristiano. Sin embargo, hay un problema en cómo tomamos esos indicativos. Muchas personas lo toman como si esta fuese una nueva Ley, todas cosas que debo hacer porque la Biblia lo dice, y aquí es donde yace el problema. Dios no nos liberó del pecado, ni de la Ley, para ahora meternos en otra Ley. Todo lo que el Nuevo Testamento nos habla sobre cómo debemos vivir NO es una nueva Ley (esto no significa que no intentemos vivir de esa forma, ya lo veremos más adelante). El pensamiento común ante los indicativos es: "Yo debo esforzarme a vivir de esta forma para que así Dios me santifique". Y si vemos en la Palabra, ese es el mismo pensamiento que tenían los fariseos con la Ley y la salvación, ellos decían que debían obedecer toda la Ley para ser salvos ¿Pero acaso alguien fue salvo por la Ley judía? NADIE, porque era imposible de cumplir. Si bien después de Cristo tenemos al Espíritu Santo que nos ayuda, nadie vive constantemente de la forma que los indicativos del Nuevo Testamento nos dicen que debemos vivir. Pongamos un ejemplo, Efesios 5:25 dice "Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella" ¿Acaso hay algún marido que ame a su esposa de la MISMA manera que Cristo amó a la Iglesia? Ciertamente lo puede intentar, pero nunca llegará a hacerlo. El principal mandamiento según Jesús es que lo amemos con todo lo que somos (Mateo 22:37-38). Ahora, si nosotros hiciésemos esto no pecaríamos en absoluto, porque amaríamos más a Cristo que a nuestro pecado. Si bien podemos tener lapsos en los que el Espíritu nos ayuda a vivir de esta forma, no es nuestra forma de vivir constante, porque sino un cristiano no pecaría jamás.
¿Qué quiero decir con esto?¿Que los imperativos del Nuevo Testamento no importan? No, no digo eso, sino que no debemos verlos como un deber. Permítame explicarme. Dijimos antes que nadie fue salvo por la Ley judía. Y ahora te digo que nadie es santificado o glorificado por vivir de acuerdo a los indicativos del Nuevo Testamento. Sino que justamente comenzamos a vivir de esa forma, de acuerdo a los indicativos, porque el Señor nos está santificando. Aquí hay una GRAN diferencia. Mientras el que espera la santificación por cumplir lo que el Nuevo Testamento dice lo hace esforzándose él mismo, el que descansa en el Señor lo hace porque surge de él a causa de que Dios lo está santificando ¿Cómo sabemos esto? Bueno, en nuestra serie de Filipenses hablamos sobre cómo la santificación es del Señor en base a los versículos 12 y 13 del capítulo 2, pero veamos otros versículos. 1° Juan 5:3 dice: "Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos." Según este versículo ¿de dónde surge que podamos guardar sus mandamientos? De amar a Dios, es por esto justamente que sus mandamientos no son gravosos, no son una carga, porque no son algo que debamos hacer, no es una ley, sino que es algo que debería surgir de nosotros. Pero, como dijimos antes, no es un estado constante Ahora, ¿por qué creen que Cristo resumió toda la Ley en amarle a Él y al prójimo? Porque es a partir del amor que surgirá la forma correcta de vivir y relacionarnos tanto con Dios como con otras personas. Mientras más amemos a Dios y al prójimo, menos pecaremos contra ellos, porque le amaremos más que la tentación a pecar. Para crecer en santidad no debo seguir una serie de pasos o cumplir con ciertas cosas, porque eso es simplemente una Ley. La santidad no es el resultado de vivir una vida piadosa, sino que vivir una vida piadosa es el resultado de la santidad. Y con esto surge una nueva pregunta: ¿Cómo crezco en santidad? Bueno, si crees que tú te puedes hacer crecer en santidad estás equivocado. Juan 17:17 dice: "Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad." Observemos que es Dios el que santifica, sino diría santifíquense en Su verdad. Dios es el que nos santifica, pero Él utiliza medios para esto, y eso es mediante la Palabra de Dios, la Biblia. Pensemos un momento en qué es la Biblia. Es la revelación escrita de Dios. Con lo cual, mientras más leemos la Biblia, más le conocemos, y entre más le conocemos más surgirá el amor por Él porque ¿cómo no amarle? Y es justamente en consecuencia de ese amor que podremos vivir de acuerdo a lo que la Palabra nos dice, no porque tengamos que hacerlo, sino porque queremos por amor.
No me malentienda, yo no digo que no importa cómo vivamos, ni digo que no debemos vivir como la Biblia nos llama a hacerlo. Sino que hablo de la motivación para vivir de esa forma. Un cristiano debería mostrar una vida piadosa, pero un inconverso también se puede forzar a vivir una vida así y muchos no notarían la diferencia (mírenlo a Judas, ninguno de los 11 notó que él no era salvo). La diferencia está en el corazón, mientras el inconverso lo hace en sus propias fuerzas y le es una carga, para el cristiano genuino vivir de esa forma no es gravoso, porque surge de lo que él más ama: Cristo. Lastimosamente hoy vemos muchos cristianos verdaderos viviendo como ese inconverso, y no hablo de vivir en pecado, sino que hablo de vivir bajo una carga enorme tratando de cumplir todo lo que dice la Biblia en sus propias fuerzas, tratando de vivir una Ley para el cristiano. Pero la Biblia no nos llama a eso sino a amar a Cristo por sobre todo, y es a partir de eso que surgirá de forma natural y para nada forzada esa forma de vivir. Y si la santificación la produce el Señor ¿por qué no hace crecer a todos los cristianos de la misma forma? Bueno, porque Dios utiliza medios como Su Palabra, y si un cristiano no lee la Palabra no le conocerá más y en consecuencia tampoco le amará más. O mismo si al leer nos concentramos en el sacar principios para saber lo que tengo que hacer, en lugar de estar conociendo a Dios, estaremos creando una guía para nosotros, siendo entonces el objetivo de nuestra lectura nosotros mismos en lugar de Dios. Recuerda, la Biblia es la revelación de Dios, no es un manual de instrucciones porque si así fuese el centro de la misma seríamos nosotros, no Dios. ¿Quieres crecer en santidad? (Lo cual debería ser el deseo de todo cristiano) Entonces no te cargues con una ley de cosas que debes hacer, concéntrate en el principal mandamiento: Amar a Dios, y esto sólo se puede hacer si cada vez le conoces más. Esto es lo que Dios utiliza para que, a Su tiempo, Él produzca en nosotros esa vida piadosa como resultado de amarle más. Si el deber fuese más importante que el amor, entonces como principal mandamiento Dios no hubiese dicho que era amarle a Él sino que ese mandamiento hubiese sido simplemente obedecerle. No digo que no haya que obedecerle, todo lo contrario, digo que la obediencia surge del amor a Él. Sin ese amor simplemente estamos cumpliendo una ley que no santifica en sí misma. Si hay algo con lo que quiero que te quedes es que no te concentres en el deber, sino justamente en amar más a tu Salvador, todo lo hará surgir Él de allí. La obediencia y la forma de vivir son importantes, nos muestran que estamos creciendo en santidad, pero ellas no nos santifican, sino que son el resultado de la obra de santificación por parte de Dios. Si te estás cargando con una mochila, si sientes que no puedes más, si sientes que no puedes obedecer más a Dios, es porque te estás concentrando en algo equivocado, te estás concentrando en obras, en una santificación justamente por obras, cuando la Biblia nos llama a concentrarnos en Cristo, a fijar nuestra mirada en Él, a amarle más. Y es a partir de eso justamente que surgirá la vida piadosa, que creceremos en santidad, lo cual, como dije antes, debe ser el deseo de todo cristiano ya que surge de nuestro corazón regenerado.
Comentarios
Publicar un comentario