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Serie de Filipenses: Un llamado a pensar en Cristo (Filipenses 4:2-9)

Continuamos con el estudio de la carta hacia los Filipenses. Hoy, llegando ya al último capítulo de la carta, veremos en los versículos 2 al 9 del capítulo 4 cómo Pablo anima a los filipenses a pensar en Cristo para que esto afecte en sus vidas.

Blog 113: Un llamado a pensar en Cristo (Filipenses 4:2-9)

"2 Ruego a Evodia y a Síntique, que sean de un mismo sentir en el Señor. 3 Asimismo te ruego también a ti, compañero fiel, que ayudes a éstas que combatieron juntamente conmigo en el evangelio, con Clemente también y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida. 4 Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos! 5 Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. 6 Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. 7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. 8 Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. 9 Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros." Filipenses 4:2-9

En el blog anterior hablamos sobre cómo Pablo aplicaba todo eso de lo que habló sobre cómo Cristo era todo para él y animaba a los filipenses a hacer lo mismo. Esta sigue siendo la intención de este pasaje pero ahora de una forma muchísimo más directa. El pasaje de hoy se extiende de ese "estad así firmes en el Señor" del versículo 1 del capítulo 4. Como vimos en el blog anterior, Pablo los exhortaba a estar firmes, no en nuestras obras, no en nuestro caminar, sino en el Señor, ya que es Él quien nos hace avanzar. Y este "en el Señor" es lo que se seguirá repitiendo una y otra vez. Veremos como del versículo 2 al 5 el "concentrarnos en Cristo" del que tanto habla Pablo afecta nuestras relaciones, y del versículo 6 al 9 como nos afecta a nosotros en lo personal. Comencemos.

El versículo 2 comienza siendo bastante directo. Ya al principio del capítulo 2 habíamos visto que habían ciertas contiendas en la iglesia. Ahora Pablo exhorta directamente a tener el mismo sentir en el Señor. Ya hemos hablado de ese sentir que se menciona en repetidas ocasiones en esta carta, es el mismo que hubo en Cristo, esa humillación. Básicamente a lo que el apóstol las está animando es a ser como Cristo y dejar esa pelea que tenían (pelea la cual seguramente no era en cuanto a doctrina, ya que vemos que Pablo no era tibio con esos problemas). Al concentrarse en Cristo es que verían lo absurdo de su pelea y tomarían el ejemplo de humildad de nuestro Salvador que se describe en el capítulo 2. Llegando al versículo 3 vemos como Pablo le pide a un compañero, y amigo al parecer, que estaba en Filipos a que intervenga en el medio y las ayude junto con otras personas de la iglesia (como Clemente) que ya habían servido con Pablo y él conocía. Sobre este versículo tengo varias cosas para decir. La mayoría de los teólogos se concentran mucho en tratar de descifrar quién era esa persona, ese compañero, del cual vemos un elogio especial por parte de Pablo, pero esto desvía demasiado la mirada del resto del versículo. Lo importante acá no es una persona, sino todo lo contrario, es la comunidad de la iglesia, un grupo de personas. Vemos en Evodia y Síntique el ejemplo de dos hijas de Dios, que si bien habían estado en el frente de batalla junto a Pablo por el Evangelio, un desacuerdo entre ellas hizo que Pablo tuviese que exhortarlas. Ahora si estas hermanas desviaron su mirada de ser como Cristo, nosotros no estamos exentos. Pero aquí también vemos la importancia de la iglesia, la cual es la encargada de ayudar a los hermanos a redireccionar la mirada en la meta: parecernos a Cristo.

El versículo 4 es uno de los versículos claves de la carta ya que es justamente el tema de la misma: gozarse en Cristo (a pesar de todo lo que esté pasando, incluyendo los pleitos). Es tan importante que Pablo mencione esto aquí, ya que es la forma de terminar con esa pelea y hasta la forma en la que somos santificados, concentrándonos en el Señor. Pablo tranquilamente podría haber dicho de regocijarse en la unidad de la iglesia, regocijarse con los hermanos, pero no, él es bastante claro cuando habla de cuál debería ser nuestro gozo principal: Cristo. Y es interesante que no sólo lo dice dos veces, sino que también habla de que siempre lo hagamos, y es que a partir de esto es que se moverá toda nuestra vida. Si nos regocijamos en Cristo siempre las peleas en la iglesia no tendrán sentido. Ahora, es imposible vivir en un estado constante con este tipo de gozo, porque si fuese posible significaría que no pecaríamos más, pero igualmente debemos buscar eso.

Terminando con esta sección sobre cómo el concentrarnos en Cristo, el regocijarnos en Él, afecta nuestras relaciones tenemos el versículo 5. Este sería el resultado de dejar la pelea y concentrarse en Cristo, que los demás verían gentileza en ellos (en lugar de conflicto). Con respecto de la promesa de que el Señor está cerca hay dos posturas. Unos dicen que habla de la segunda venida y otros dicen que habla de que la presencia del Señor está cerca, que Él está con nosotros. Según el contexto, y ya que hace 6 versículos atrás estaba hablando de la segunda venida, yo me inclino por esa posición ¿Pero qué tiene que ver la segunda venida de Cristo con lo que hablaba antes? Bueno, mucho. Primero, vemos en los evangelios que Jesús exhortaba mucho a vivir preparados, como las vírgenes que tenían aceite de más (Mateo 25:1-13). El regocijarse en Cristo y vivir de esa forma es la mejor manera de estar preparados para su venida. Lo segundo es que el decir que el Señor ya viene implica que está cerca el juicio, con lo cual es de vital importancia guardar el testimonio para mostrar a Cristo con nuestras vidas a los inconversos, y justamente el principio del versículo 5 nos habla de cómo nuestra gentileza debe ser conocida por todos.

Comenzando el versículo 6 nos metemos en la parte donde Pablo ahora hablará de una forma más personal para cada uno. Si bien hay un cambio en la narrativa, ya que deja de dar directivas generales y comienza a dar directivas específicas para un cristiano, el eje sigue siendo el mismo: concentrarse/regocijarse en Cristo. Los versículos 6 y 7 nos hablan sobre cómo ese eje afecta nuestra vida de oración, y nuestra reacción ante las circunstancias. Si no nos concentramos en Cristo terminaremos abrumados por las circunstancias, sin embargo, si lo vemos a Él es que sabremos que Él es Soberano sobre las circunstancias. Ahora, el presentar nuestras circunstancias en oración no es para informarle a Dios sobre lo que estamos pasando, Él ya lo sabe. Nosotros oramos, no para informar a Dios, sino para poder estar tranquilos en que todo está en las manos del Señor, por eso también habla de hacerlo en acción de gracias, y es que sólo de esta forma podremos descansar de las circunstancias. Mientras las personas le pagan a un psicólogo para descargarse, nosotros nos descargamos en Cristo, quien no sólo escucha, sino que es Él que está en control de ese problema. Sólo cuando entendemos esto, es que nos vendrá la paz. No porque el problema esté solucionado, sino porque dejamos de ver el problema y lo vemos a Cristo. Y es en esta paz, es cuando nos concentramos en Cristo, que estamos resguardados de todo, simplemente porque nada más importa que Él. A menudo relacionamos ese "que sobrepasa todo entendimiento" con la magnitud de esa paz, porque un no creyente nunca podrá tener una paz tan grande. Y si bien habla de eso, también habla de una paz que no tiene sentido, ya que cuando todo a nuestro alrededor se pueda estar derrumbando, sin nos concentramos en Cristo, estaremos tranquilos, porque Él nos protege, porque Él está en control, y porque sólo Él importa.

Los versículos 8 y 9 son como una conclusión a todo esto, por eso comienza con un "Por lo demás". Lo que Pablo hará aquí es tratar de centrar nuestro pensamiento. Si bien muchos hablan de cómo el versículo 8 habla de centrarnos en la piedad, en las cosas buenas, a mí me gusta pensar que, si bien habla de esto, se puede estar refiriendo a algo más, algo de lo cual se refiere en toda la carta. Pensemos un momento, ¿qué cosa hay que sea verdadera, honesta, justa, pura, amable, de buen nombre (buena reputación), virtuoso, y digno de alabanza? A mí no se me ocurre ninguna cosa en esta tierra que sea así. El único que cumple todos estos requisitos es Cristo. Y sí, sé que el versículo lo solemos enfocar en pensar en una vida piadosa, pero pensar en Cristo tiene muchísimo más sentido en el contexto en el que Pablo viene escribiendo. Sólo Cristo es verdadero, honesto, justo, puro, amable, tiene buena reputación, es virtuoso, y digno de alabanza; y si pensamos en nuestro Señor, como vimos a lo largo de este blog y del resto de la carta, seremos transformados para ser más como Él. A esto también se suma el versículo 9, donde Pablo los anima a ser imitadores de lo que él hacía. Pero esto el apóstol ya lo había dicho en el capítulo 3, refiriéndose a cómo él veía sus obras como pérdida comparadas con Cristo, y cómo él ahora se centraba en nuestro Señor. Pablo sigue todo un mismo eje, centrándose siempre en Cristo y animando a los filipenses a que su mirada también esté centrada en Él. Cristo es central, pensar en Él, fijar nuestra mirada, es lo que nos irá transformando y hará que Dios nos conduzca a la meta. Y acá también es cuando vuelve ese versículo 4 hablándonos de regocijarnos en el Señor, y es que todo pasa por ahí. La vida en la iglesia, los pleitos, el testimonio, la oración, las circunstancias, nuestras vidas, todas serán transformadas a medida que nos concentramos en Cristo en lugar de intentar en nuestras fuerzas. Somos llamados a pensar constantemente en Cristo. Si bien, como vimos, podemos fallar, se nos puede desviar la mirada por diferentes razones y circunstancias, Pablo nos anima a volver a pensar en nuestro Salvador, a regocijarnos en Él, a concentrarnos en Cristo. De esto es de lo que habla la epístola hacia los filipenses, centrarnos en Cristo, ver todo como basura. Y es que de allí surgirá nuestra vida cristiana. De allí se arreglarán nuestros pleitos. De allí seremos humildes como Cristo. De allí podremos orar centrándonos en Él. De allí tendremos la paz que sobrepasa todo entendimiento. De allí es que podremos sentir cómo el Dios de paz está con nosotros. Centrémonos en Cristo, regocijémonos en Él, pensemos constantemente en Él, y cuando nos desviemos, volvamos, como Pablo nos anima, a seguir pensando en Él.

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