Continuamos con el estudio de la carta hacia los Filipenses. Hoy veremos en los versículos 1 al 11 del capítulo 2 cómo Pablo anima a los hermanos a vivir en unidad para la cual es necesario humillarse dándonos con esto el más hermoso ejemplo de humillación: Nuestro Señor Jesucristo.
"1 Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna misericordia, 2 completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa. 3 Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; 4 no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. 5 Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, 6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; 8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. 9 Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, 10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; 11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre." Filipenses 2:1-11
En el blog pasado vimos quizás uno de los versículos más famosos en cuanto a la vida cristiana (Filipenses 1:21). Hoy veremos uno de los pasajes más conocidos sobre Cristo pero también veremos que está íntimamente relacionado con nuestra vida. El capítulo 1 cerraba con Pablo animando a permanecer unidos y firmes frente a la persecución que estaban sufriendo. Ahora en el principio del capítulo 2 el apóstol continuará con este concepto de unidad. El versículo 1 comienza con un carácter condicional, pero en realidad esto es en forma sarcástica/retórica, observemos. Pablo está poniendo de forma condicional si hay consolación en Cristo, pero claramente se puede afirmar que sí la hay. Tanto la consolación, el consuelo de amor, la comunión, el afecto entrañable, y la misericordia son cosas que encontramos en Cristo. Palo entonces dice: si tienen estas cosas entonces completen mi gozo; y como sí las tienen en Cristo entonces los filipenses pueden darle más gozo al apóstol ¿Cómo? Lo vemos en el resto del versículo 2 donde se los llama a estar unidos, pero no solo unidos, sino sintiendo lo mismo. El original de unánimes nos habla de "de un alma" o sea "personas entrelazadas en armonía porque tienen los mismos deseos, pasiones y ambiciones" como lo pone el pastor John MacArthur.
Todo esto es muy fácil decirlo, pero hacerlo es otra cosa totalmente distinta. Del versículo 3 en adelante veremos lo que es necesario hacer para vivir, como iglesia, unidos: Humillarnos. Pablo les habla a los filipenses cómo no se debe buscar el beneficio personal, sino que debemos ver al otro como superior. Y no, esto no nos habla de tener baja autoestima, la Biblia no habla de autoestima porque ya sea que sea baja o alta, está centrada en nosotros. Lo que está hablando el apóstol al final del versículo 3 es lo que aclarará en el versículo 4. Humillarse es ver las necesidades del otro por encima de las nuestras, preocuparnos más por nuestros hermanos que por nosotros mismos. Tampoco esto significa vivir descuidados de nosotros mismos, pero sí que llegado el momento de decidir, nos muramos a nosotros mismos y velemos por el hermano.
Esta humillación de nuestro ser por debajo del de los demás es algo que era muy contrario a la cultura que se vivía en la ciudad de Filipos. Recordemos que era una ciudad que se jactaba mucho de ser colonia de Roma, o sea que se creían superiores al resto de ciudades. Ante esto, para ayudar a los hermanos a poder humillarse, Pablo dará el ejemplo más claro de humillación de la historia de la humanidad: Cristo encarnado. El versículo 6 nos habla de la posición en la que estaba Cristo antes de encarnarse. Dice que estaba "en forma de Dios", la palabra para forma en el original es "morfé", la cual nos habla de la misma naturaleza, los mismos rasgos. Llevándolo esto a Dios, esos rasgos son sus atributos, y alguien que tiene los mismos atributos y la misma naturaleza que Dios, es Dios. Si bien en este pasaje se suele hacer mucho énfasis a la deidad de Cristo, no debemos perder el foco principal que tenía Pablo al escribirlo, y este era el de darnos un ejemplo de humillación para que nosotros también lo hagamos. Continuando habla de cómo Cristo "no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres". Esta forma que aparece acá es la misma palabra que vimos antes, sin embargo luego Pablo acá aclara que era semejante a los hombres. Esta palabra "semejante" (jomoíoma) no nos habla de ya algo igual en naturaleza como lo hacía morfé, ya que Cristo, si bien era 100% humano, también es 100% Dios, con lo cual la naturaleza pecaminosa del hombre no la podía tener, por eso es que Pablo hace esta aclaración aquí. En este versículo 7 hay una palabra que ha sido de gran controversia y es "despojó" (kenóo) la cual habla de vaciarse. Ante esto, ha surgido toda una falsa doctrina denominada kenosis (proveniente de la palabra en el griego para despojó), la cual habla de que Cristo encarnado ya no era Dios ni gozaba de sus atributos. Bueno esto es imposible ya que Dios es inmutable, eterno e infinito, y esto iría en contra de esos atributos. Dios para dejar de ser Dios tendría que ir en contra de su propia naturaleza. John MacArthur en su comentario nos pone distintas cosas de las que Cristo sí se despojó sin afectar su naturaleza divina: Cristo se despojó de la gloria de estar en una relación cara a cara con el Padre; se despojó de su autoridad independiente ya que ahora estaba sometido por completo a la voluntad de su Padre; se despojó del libre despliegue de sus atributos y su gloria (la cual fue velada por su cuerpo humano), y se despojó también en la cruz de una relación con el Padre sintiendo toda su ira allí. Pero aún así, a pesar de todo esto, Él seguía siendo Dios (Colosenses 2:9). Ahora vemos igualmente al final del versículo 6 su primer actitud humillación. Él no vio todo esto como cosa a la que aferrarse. Mientras leía eso pensaba en como Dios si quería podría no haberse encarnado, podría haberse aferrado a su posición con el Padre, pero la Ley decía que esto tenía que pasar. Lo hermoso es pensar que esa Ley no lo estaba obligando a Dios a hacerlo, ya que Él mismo escribió la Ley. Dios, desde antes de la fundación del mundo, ya estaba dispuesto a humillarse y tomar la forma de esclavo (la mejor traducción para la palabra "siervo"). Al final del blog les cuento por qué estaba dispuesto a todo esto.
Esta fue la humillación de Cristo como Dios, pero a nuestro Señor no le alcanzó sólo con esto, sino que también como hombre se humilló. En el versículo 8 vemos la actitud tremenda de Jesús quien, no sólo siendo Dios decidió venir como hombre a la tierra, sino que como hombre fue un ejemplo de obediencia tal para con Dios que fue hasta la muerte por ello, y aclara que fue muerte por cruz. Esto tiene un doble sentido. Primero, la muerte por cruz para un judío era un horror porque la Ley lo llamaba maldito a esa persona (Deuteronomio 21:23). Y segundo, para los romanos también era humillante, era la peor forma de ejecución, no sólo por el dolor y muerte agonizante que sufrían, sino porque eran exhibidos públicamente. Y si, hasta ese punto fue que Cristo se humilló y que fue obediente al Padre.
En los versículos 9-11 ahora vemos la exaltación de Cristo, cómo Él, una vez resucitado, fue enaltecido por el Padre. Este "Nombre que es sobre todo nombre" no se sabe cual es. La postura más fuerte es que está hablando del título de Señor que menciona luego como parte de esa exaltación. A mí me gustaría sumarle algo a esta postura, que dice en Isaías 9:6 "Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz." El poder y señorío de Cristo es incomparable y tenemos la esperanza de que un día todos lo reconocerán (desde sus hijos hasta los que no lo son). Esto lo vemos en todos los tipos de rodillas que menciona el pasaje. Cuando Cristo venga, nosotros, su iglesia, vendremos ya casados con Él (en este momento estamos desposados, todavía no han pasado las bodas del Cordero). Pero también en ese entonces habrán personas que se habrán quedado vivas después de la gran tribulación, y a su vez muchos ya habrán muerto sin Cristo. Aquí vemos entonces a los que están en los cielos (la iglesia), en la tierra (los que quedan después de la tribulación), y los que están debajo de la tierra (los que murieron sin Cristo). Entonces, como dijimos, no sólo los hijos de Dios se arrodillarán ante Cristo en el momento de su segunda venida. Y esto es algo hermoso porque todo el mundo le verá como Señor, con ese Nombre sobre todos los nombres. El Señor volverá, y esa esperanza nos dejan estos versículos, pero a su vez, cuando el Señor venga, nosotros seremos enaltecidos con Él.
Así como el Padre exaltó a Cristo por su humillación, Cristo nos exaltará a nosotros por su obra redentora, y es por eso que Pablo habló de esto. Es en ese punto donde seremos glorificados, y vivimos con esa esperanza, porque si bien acá en la tierra nos debemos humillar, el día de mañana Cristo nos glorificará por su obra redentora. Y si bien creo que no hace falta aclararlo, creo que quizás es necesario, si nos "humillamos" para que Cristo nos exalte, eso no es humillación. Nos debemos humillar porque así nos pareceremos más a nuestro Señor. En una humillación el centro somos nosotros y en la otra es Cristo. El pasaje cierra diciendo "para gloria de Dios Padre", pero no sólo el que todos confiesen al Señor es para la gloria de Dios, sino también la humillación. Dijimos antes que Dios creó la Ley y Él mismo dijo que se tendría que humillar, pero como vimos en el blog de ¿Quién mató a Jesús y por qué? el objetivo de la cruz era Su gloria, ni siquiera salvarnos. Dios murió para dar a conocer en el Evangelio todos sus atributos para Su gloria (Romanos 11:36, Colosenses 1:16, Isaías 43:7, Romanos 3:25). Si Cristo estaba dispuesto a humillarse de tal forma para la alabanza de Su gloria, entonces ¿cómo no habríamos de hacer lo mismo? El estar en unidad mediante humillarnos da gloria a Dios. Si a Cristo no le importó humillarse a tal punto para dar gloria a Dios, ¿quiénes somos nosotros para vivir para nosotros mismos, para separar a su iglesia por vanagloria? Vivamos humillados en amor y en unidad, este es el ejemplo de Cristo para darle gloria al Padre.
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