Hemos hablado de lo que es la seguridad de salvación, de como no debemos dudar de la salvación de las personas, pero creo que es importante hacer este blog directamente para las personas que están dudando de su salvación, ya que es impresionante la cantidad de personas que luchan con esto.
A menudo cuando hablamos de la seguridad de salvación nos referimos a pasajes como Juan 10:29 ("Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre."), 2° Corintios 1:22 ("el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones."), o versículos similares hablando de como en Él estamos seguros y nunca podremos caer de esa gracia. Sin embargo, ¿qué pasa con aquellas personas que no saben si ni siquiera han sido salvas?¿que no saben si están en la mano de Dios, si tienen las arras del Espíritu? Hoy voy a hablar directamente a esas personas.
No podemos negar que hay personas que saben el Evangelio intelectualmente pero que en realidad no han sido regeneradas. Sin embargo, al repetir tantas veces esto, muchas personas se comienzan a cuestionar si realmente han sido salvas o si solo saben el Evangelio con la mente ¿Por qué se da esto? La mayoría de veces por ver su propia vida. Al examinarse muchas veces no se ve un cambio tan grande como aquel que deja las drogas al convertirse, sino que se ve y reconoce que sigue cayendo en pecados con los que caía antes de conocer el Evangelio ¿Es este acaso un motivo para dudar de nuestra salvación? Muchas veces se habla de la seguridad de salvación utilizando la carta de 1° Juan, donde dice por ejemplo "Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado." en el capítulo 3, versículo 24. Sin embargo, es impresionante como a 1° de Juan se lo saca de su contexto. Si vemos sólo el versículo 24, y seguimos pecando, es muy probable que al vernos a nosotros mismos dudemos de nuestra salvación. Pero es justamente de esto que habla Pablo en Romanos 7, leamos desde el versículo 14 en adelante:
"14 Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado. 15 Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. 16 Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena. 17 De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí. 18 Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. 19 Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. 20 Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. 21 Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. 22 Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; 23 pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. 24 ¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? 25 Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado."
¿Qué está diciendo Pablo aquí? Básicamente habla de como los mandamientos de Dios son buenos, pero él, y nosotros, somos malos. Si bien ya había sido regenerado (esto lo vemos en el versículo 22), él seguía pecando, y si bien él no quería pecar, lo hacía ¿Por qué? Porque seguimos viviendo en este cuerpo caído. Hay un concepto que tenemos que tener bien en claro, y este es el de la depravación total. Esta habla de cómo, antes de ser regenerados por Dios, estamos muertos en nuestros delitos y pecados (Efesios 2:1). Esto significa que si Dios no nos regenera, nunca podríamos buscarle ni querer hacer sus mandamientos (Romanos 3:10-11). Pablo, en Romanos 7, nos habla de como su mente sí había cambiado y buscaba las cosas de Dios, con lo cual ya era salvo, pero igualmente seguía pecando ya que en este mundo no estamos glorificados, sino que vamos en un proceso de santificación, el cual a veces es muy lento. Hay un video, muy viral, del cual ya hemos hablado en otros blogs, de John MacArthur, donde una chica se acerca llorando y pregunta cómo puede estar segura de su salvación. Ante esto, el pastor John le empieza a hacer una serie de preguntas sobre si se preocupaba por ello, si quería obedecer a Dios, si lo quería buscar, etc. Ante todas las preguntas la chica responde que sí, pero que seguía pecando igual, y John le responde "Pues bienvenida al club". MacArthur habla de como el hecho de buscar a Dios de una forma genuina y querer hacer su voluntad, son signos de que algo pasó, ya que nuestra depravación total no nos dejaría hacer eso.
Muchas veces nos ponemos una carga muy grande, sabemos intelectualmente que la salvación es por gracia por medio de la fe, pero inconscientemente le queremos agregar nuestras obras, y sumarle nuestra santificación, cuando esta en realidad viene después. No estamos glorificados, sino que seguimos viviendo en este cuerpo de muerte aunque ahora con un corazón y mente regenerados que nos hace tener una convicción de nuestro pecado. Pero esta convicción del pecado no es para mirarnos a nosotros mismos, ya que así, es obvio que tendremos dudas de nuestra salvación, seguimos siendo pecadores; sino que esta convicción de pecados es para mirar a Cristo, para apreciar de una mejor forma Su sacrificio en la cruz por nosotros. Esta semana subí una frase de Bryan Chapell a Instagram y Facebook que dice: "Mis pecados no atan las manos de Aquel que ha decidido retenerme en Su gracia inmerecida e ilimitada." Somos salvos, no por nuestras obras, sino por Dios mismo, y absolutamente nada cambia eso. Tenemos un serio problema con esto, porque tendemos siempre a mirarnos a nosotros mismos cuando la Biblia nos llama siempre a poner los ojos en Cristo (Hebreos 12:2). A veces esta carga que nos ponemos, no solo viene de mirarnos a nosotros mismos, sino por lo que dicen otras personas hablando de vivir una vida piadosa, poniendo con esto la vara muy alta hasta para ellos mismos.
Con este blog no busco decirle a las personas que dudan de su salvación "tranquilo, si sos salvo", ya que eso no me corresponde. La seguridad de salvación viene por el Espíritu Santo (Romanos 8:16). Lo que si busco es aclarar conceptos, recordar que somos todos pecadores y no estamos glorificados, para así poder ir con una mente más clara en oración a Dios para que nos dé esa seguridad. Debemos aprender a dejar de vernos a nosotros mismos y ver a Cristo, esto es repasar el Evangelio, ya que Jesús es el centro del mismo, no nosotros ni nuestro pecado. Por último, veamos lo que dicen los versículos anteriores al que leímos de 1° Juan 3:24:
"Y en esto conocemos que somos de la verdad, y aseguraremos nuestros corazones delante de él; pues si nuestro corazón nos reprende, mayor que nuestro corazón es Dios, y él sabe todas las cosas. Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios;"
Aquí Juan nos habla de que si nuestro corazón nos está reprendiendo, si nos está haciendo dudar, no importa, ya que no importa lo que nosotros pensemos, sino lo que Dios piensa, y es en esto en lo que debemos confiar. Una vez más, la Biblia nos invita a dejar de vernos a nosotros mismos y ver a Cristo. Recuerda que la convicción de pecado que tenemos no es para condenarnos, sino para ver el Evangelio. También recuerda, que el Evangelio no es solo para nuestra salvación, sino para que en nuestro día a día sigamos creciendo en nuestra santificación.
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