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La Teología: un arma de doble filo

No podemos negar que en la actualidad está habiendo un resurgir de la pasión por estudiar Teología con mayor profundidad. Sin embargo, lo que podríamos pensar que es 100% beneficioso, a veces no lo es tanto. Hoy veremos un poco más acerca de esto.


Estudiar teología ciertamente es muy beneficioso, ya que la teología es justamente el estudio de Dios. Cuando estudiamos la Palabra en profundidad estamos aprendiendo teología. Esta se aplica en nuestro diario vivir cristiano. Desde el Evangelio mismo ya hay teología, ya que para conocer el Evangelio debemos conocer el carácter Santo, Justo, y de gracia de Dios. Si bien quizás es lo más básico en lo que respecta a la teología, podemos profundizar muchísimo al punto de ver todos los atributos de Dios en el Evangelio. A su vez en nuestro día a día al estudiar la Palabra y conocer más de Dios lo que estamos haciendo es estudiar teología. Juan 17:3 dice "Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado." Estaremos toda la eternidad conociendo a Dios, y hoy en día, es en lo mejor que podemos invertir nuestro tiempo. Esto justamente también es teología. La teología se aplica en todo momento en la vida del cristiano. Cuando oramos y decimos "en el nombre de Jesús", eso tiene todo un contexto teológico detrás. Cuando alabamos, las canciones tienen (o deberían tener) una base teológica.

Sin embargo, hoy no me quiero enfocar tanto en estos puntos, los cuales claramente sí son beneficiosos para nosotros. Con esta pasión que hay en el último tiempo por estudiar cada vez más teología, ha venido también un extremo afán por estudiar más sobre Dios. Muchas personas están 24 horas leyendo libros de teología sistemática o comentarios sobre la Palabra. Y no me malentienda, no digo que sea algo malo esto. El problema viene cuando es un afán desmedido por el conocimiento (ya no por Dios) y todo lo que esto conlleva. Hay una frase sacada de 1° Corintios 8:1 que dice "El conocimiento envanece". Si bien ese pasaje está hablando de otra cosa con respecto al amor entre los hermanos, creo que en cuanto a la teología se puede aplicar. Entre más estudiamos la Palabra, más peligro corremos con nuestro orgullo. Tanto conocimiento nos hace pensar que somos superiores porque "conocemos más a Dios", pero eso no es conocer a Dios. Nunca me voy a olvidar del consejo más sabio que me dijeron en mi vida: "Uno se cree sabio al saber mucha teología, pero el conocimiento no te hace sabio, sino cuanto aplicas de ese conocimiento. Una persona que sabe mucho pero no aplica nada es mucho menos sabia que una persona que conoce lo básico pero esto se ve reflejado en su vida."

Tener tanto conocimiento a medida nos hace desviarnos de aquello por lo cual comenzamos a estudiar, que era conocer a Dios. El orgullo pasa a ser el factor principal, ya no Dios, y como resultado buscamos ocasiones para demostrar lo mucho que sabemos. Desde conversaciones profundas de teología cual fariseos, hasta buscar enseñarle a personas con una segunda intención que no es la de ayudarle. Este es el gran peligro con el que se enfrenta cualquier estudiante de teología. También, muchas personas que se han reformado en su doctrina han tenido esta actitud incorrecta por la teología que adquirieron causando divisiones en iglesias en lugar de salir prudentemente de una iglesia no reformada. A su vez estar en este estado intelectual hace que si viene una doctrina nueva que parece más teológica y más intelectual, muchos se han dejado llevar por eso terminando en algo no tan bíblico aunque la persona se siente en un nivel superior de conocimiento.

De vuelta, estudiar teología no es malo, es algo hermoso porque nos permite conocer a nuestro Dios, pero siempre nuestro corazón egoísta va a querer resaltar allí queriendo sacarnos la mirada de nuestro objetivo: Conocer más a Dios para que nuestra vida se parezca más a la de su Hijo. La sabiduría no es el conocimiento, uno puede tener mucho conocimiento pero aún así ser un ignorante. Proverbios deja bien en claro que el principio de la sabiduría es el temor a Dios, con lo cual, si somos temerosos a Él, entonces no podemos estudiar con una intención pecaminosa. Estudiemos la Palabra, profundicemos, pero siempre teniendo la mirada en Cristo y con una actitud humilde, no queriendo demostrar lo que sabemos, sino humildes, esperando al momento que Dios nos habrá las puertas para ser de bendición con el conocimiento que Él nos dio. A veces es mejor no estar tanto tiempo estudiando y estar más tiempo orando para que Dios nos ayude a aplicar lo poco que sabemos. Con esto termino, recordemos que todo lo que podemos conocer de Dios es porque Él decidió revelarse a nosotros y su Espíritu nos ilumina al estudiar la Palabra, siempre es todo por gracia, con lo cual debemos actuar así, en amor. Dios nos da la teología para aplicarla, ser de bendición y ser formados a su imagen, nunca para juzgar, exhibirnos, o darnos a conocer ya que ni sale de nosotros sino que viene de Él


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