La ira de Dios es algo de lo cual hoy en día se va de un extremo a otro. Muchos ni siquiera mencionan la ira de Dios, pero otros lo llevan al punto de ponerlo como un atributo de Dios mismo. En este blog veremos qué es la ira de Dios y cómo debemos hablar al respecto de la misma.
Primero que nada debemos definir lo que es la ira. El diccionario lo pone como un "sentimiento de enfado muy grande y violento." En el original de la Biblia se utilizan varias palabras refiriéndose a un ardor, enojo, o hasta literalmente a la nariz (esto llevándonos al resoplar que uno tiene al enojarse). Como podemos ver no es simplemente un enojo, sino que es un enojo fuerte, que muchas veces deja de ser pasivo y pasa a ser activo ya que se externaliza. Cuando nosotros pensamos en este tipo de enojo, de ira, desde el punto de vista humano, es algo totalmente pecaminoso, pero no es así en Dios ¿Por qué? Porque la ira es un resultado de su Santidad y Justicia. Si vemos en la Biblia, siempre la ira de Dios aparecía cuando los hombres hacían cosas en contra de su Santidad, por lo cual, en respuesta a esto es que su Justicia caía con poder enviando el juicio. Esto es la ira de Dios en la Biblia, algo 100% Santo porque va en contra del pecado, y algo 100% Justo.
Como dije anteriormente muchas personas no hablan más de la ira de Dios y otras lo ponen como un atributo, siendo estos dos puntos opuestos. Concentrémonos primero en el segundo pensamiento, aquel que dice que la ira es un atributo de Dios. Si vemos en libros de teología sistemática, en muchos aparece la ira como un atributo, pero ¿es esto así? Hace unas semanas terminamos nuestra serie sobre los atributos de Dios, allí vimos que un atributo es algo que Dios es en esencia, que en Él está en su máxima expresión, y que cada atributo contiene al resto de los atributos en Dios. Vayamos punto por punto. Primero, si Dios fuese en esencia ira, esto haría que Dios esté siempre enojado, ya que la ira sería parte de Él, entonces ya no sería una respuesta de su Santidad como lo vemos en la Biblia. Después, si decimos que la ira es un atributo, esta estaría siempre en su máxima expresión y tendría el mismo nivel de importancia que el resto de sus atributos. Sin embargo, la Biblia dice que Dios es "Lento para la ira, y grande en misericordia." (Salmos 103:8), poniendo así claramente a la Misericordia por encima de la ira. Si la ira estuviese en su máxima expresión en Dios y fuese parte de su esencia, entonces sería complicado que sea lento para la ira, ya que sería parte de sí al mismo nivel que la misericordia. Por último, la ira debería contener el resto de sus atributos. Si decimos esto, entonces la ira debería ser eterna, pero cuando no había pecado, y cuando el pecado se acabe, ¿contra qué estaría enojado Dios?¿contra sí mismo? ¡No! En la eternidad la ira de Dios ya no va a estar porque no va a haber pecado, y si fuese un atributo estaríamos en un problema ya que Dios dejaría ser parte de su esencia, lo cual no solo va en contra de su esencia, sino también de otros de sus atributos como la eternidad y la inmutabilidad. Ahora, que la ira no sea un atributo de Dios no significa que en ella no puedan haber algunos de los atributos reflejados, tal como su Poder, su Soberanía, su Santidad, Justicia, incluso su Amor; pero no por eso es un atributo, sino que al ser algo que sale de Dios, esto no va a negar la esencia de Él.
La ira de Dios no es un atributo sino la respuesta al pecado por parte del Santo y Justo Dios. Sin embargo, que no sea un atributo no hace que sea poco importante. Muchas personas han dejado de hablar de la ira de Dios porque para el mundo es más atrayente que Dios sea sólo amoroso a que Dios pueda airarse. Si bien el Amor sí es un atributo de Dios, negar que Dios se enoja es negar su Santidad y Justicia. Salmos 7:11 dice: "Dios es Juez Justo, y Dios está airado contra el impío todos los días.". Dios efectivamente se enoja (de vuelta, como respuesta de su Santidad y Justicia), entonces no podemos negarlo. Ahora muchos dirán "Bueno, sí, Dios se enoja, pero no hace falta predicarlo en el evangelio de amor". Falso. Cuando hablamos del evangelio tenemos que hablar de la ira de Dios, quizás no exactamente con la palabra "ira", pero si que sea implícito, ya que la ira de Dios está sobre el pecador. Cuando le contamos las buenas noticias a una persona de que Dios murió por ellos en la cruz debemos contar antes las "malas noticias" de que somos pecadores y por la Santidad y Justicia de Dios, su ira, su juicio está sobre nosotros. Si omitimos esta parte ¿Para qué Jesús murió por nosotros?¿Para que nos vaya bien?¿Para que vivamos felices y completos? ¡No! ¡Para salvarnos de la ira venidera de Dios! (1° Tesalonicenses 1:10) Durante la tribulación las personas no salvas sufrirán las copas de la ira de Dios aquí en la tierra, y muchos desastres ocurrirán. Pero a su vez, las personas que no son salvas estarán por la eternidad sufriendo de la ira de Dios, porque las personas pecaron y Dios es Santo y Justo (Juan 3:36). Ahora, ¿qué pasa con el cristiano? Ciertamente somos pecadores pero Cristo nos salvó de la ira de Dios. Esto no significa que la ira de Dios sobre nosotros desapareció, sino que Cristo asumió toda la culpa y se bebió toda la copa de la ira de Dios que era para nosotros (Romanos 5:9).
En conclusión, ¿Es importante la ira de Dios? Por supuesto, es parte del evangelio y debemos hablar de ella si queremos comunicar el mensaje completo, pero tampoco nos vayamos al extremo de que es un atributo de Dios, ya que, como vimos, esto no es parte de Su esencia. La ira de Dios es algo hermoso para un cristiano porque nos deja ver nuestra salvación, lo hermoso y a su vez terrible del sacrificio de Cristo, y nos deja ver un poco más a nuestro Dios. Pero para el incrédulo, la ira de Dios debería ser totalmente horrible, ya que si no se arrepiente de sus pecados y cree en Cristo, la sufrirá con todo su poder. Si hablamos de la ira de Dios igualmente, tenemos que hablar de la gracia, ya que esto es el evangelio. Si hablamos de la gracia pero omitimos la ira ya vimos que es un evangelio incompleto y liberal. Pero si hablamos de la ira y no hablamos de la gracia de Dios, esto es un legalismo extremo. Hablemos la verdad en amor, pero siempre la verdad completa.
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