Planes de lectura, devocionales, tenemos un montón de alternativas para leer la Biblia de diferentes formas en nuestro día a día. Hoy veremos cómo es que debemos ir a la Palabra y cómo poder sacarle el mejor provecho en nuestro diario andar.
Creo que uno de los problemas cuando recién nos convertimos es que todo el mundo nos dice que debemos leer la Palabra pero nadie nos enseña cómo. Ante esta situación es que muchos van a hacer devocionales y planes de lectura, ya sea de lectura en un año u otros, o mismo también empezar desde Génesis 1:1 y leerla en orden. El problema de esto es que la mayoría de las personas no llega a terminar esos planes ¿A cuántos nos habrá pasado que comenzamos el 1° de Enero a hacer un plan de lectura en un año y el 31 de Diciembre siguiente estamos lamentándonos de que lo dejamos unos meses atrás? Creo que el principal problema para esto es que muchas veces, en nuestro afán por leer la Palabra y aprender más de Dios, llegamos a ver, inconscientemente, a la Biblia como un libro común de aprendizaje, como uno de esos libros que nos daban en la escuela sobre las ciencias sociales. Recuerdo un gráfico que vi en una página que decía la cantidad de horas que se tardaba en leer cada libro de la Biblia. Por ejemplo, Salmos decía que se podía leer en 5 horas, el Pentateuco en 14 horas, libros cortos como Judas en 4 minutos. Si uno es de leer rápido quizás puede llegar a leerlos en ese tiempo, pero ¿Es esa la forma de leer la Palabra de Dios?
Cuando uno lee el Salmo 119 y ve lo enamorado que estaba el salmista por la Palabra y cuánto meditaba en ella, nos es difícil pensar que el pentateuco lo leyese en 14 horas. Y es que si vemos en la misma Palabra, la Biblia no es solamente un libro que se lee y ya, es algo que se mastica. Con esto se nos viene a la cabeza la ilustración de la palabra que se usa, que es rumiar, sobre como la vaca pasa su alimento por los 4 estómagos que tiene para digerirla bien. Y esa es la intención con la que debemos ir a la Palabra. Cuando uno se pone a leer la Biblia, uno debe ir con un corazón humilde a querer aprender más, y si uno va con el sentir de aprender más, de conocer más del Dios que se revela en ella, uno no va a hacer una lectura superficial, sino que va a indagar un poco más.
Ahora, con esto no me refiero a que cada día debemos hacer un estudio teológico exegético de la porción que leamos, pero sí hablo de prestar una atención genuina a cada palabra. Para esto es que debemos tratar de despejar toda distracción posible que pueda haber alrededor, por eso mismo la Biblia habla de que te encierres en tu cuarto para hacerlo (Mateo 6:6). Pero también, dentro de este concepto de ir a la Biblia con la intención de aprender está nuestro corazón. Muchas veces estamos leyendo la Biblia en nuestro diario devocional y vamos pensando cómo se aplica eso a personas que nos rodean, nunca a nosotros. Ese es un serio problema, ya que muchas veces nos ponemos en modo de juez con las personas por estar leyendo con esta intención. Santiago lo deja bien en claro, la Biblia es como un espejo, un espejo hacia nosotros, no hacia los demás, y ese espejo nos deja vernos en comparación con Dios para saber tanto lo mal que estamos, como lo hermoso del Salvador que tenemos. Entonces, no lea la Biblia por leer, aunque obviamente algo va a hacer, la Palabra nunca vuelve vacía. Pero eso no es prudente. Si usted de verdad se quiere parecer cada vez más a Cristo, entonces leerá la Biblia con esa intención de poder cambiar, de poder indagar en la Palabra, en modo detective buscando aprender cada detalle.
Con esto hablamos de la intención, lo cual es lo más importante, pero igualmente nos sigue faltando el cómo, ya que como vimos antes, muchas veces los planes y devocionales no nos funcionan. Primero que nada hay que aclarar algo con los devocionales escritos por autores humanos. Si bien suelen haber algunos muy buenos, hay de MacArthur, de Spurgeon, Paul Tripp, John Piper (Este lo puede encontrar gratis en la aplicación de YouVersion) estos devocionales siempre dirigirán su mirada a ciertos aspectos de la Palabra, usted estará muy limitado a lo que el autor le quiera hablar. A su vez, si tiene un error, que puede pasar, por más sana doctrina que tengan siguen siendo humanos, usted lo estará leyendo sin ningún problema. Estos devocionales no deben reemplazar a la lectura de la Biblia, lectura la cual vimos cómo realmente debemos hacerla. Está muy bueno hacerlos pero siempre acompañados por nuestra lectura propia de la Palabra.
Para leer de esta forma que decimos, como dije antes, debemos tratar de quitar toda distracción. Por ejemplo, muchos enseñan que el devocional debe ser si o si a la mañana, y si bien la Biblia habla de esto, el salmista también dice que día y noche él meditaba en la Palabra. Claramente está bueno poder tener un tiempo a la mañana para enfocar el día en Cristo, y quizás a la mañana usted disponga del tiempo y de un lugar tranquilo para hacerlo, pero muchas personas empiezan a fallar en el devocional justamente porque a la mañana están apurados, o porque en sus casas hay mucho movimiento y de esta forma no pueden prestar la atención debida a la Palabra. En estos casos lo que está bueno es quizás hacer un devocional corto a la mañana, orar por el día y leer algún devocional de los que dijimos antes, y luego, en el espacio en el que usted sepa que nada lo va a distraer, ahí sí leer la Palabra con su atención debida. Yo, por ejemplo, el único momento en el que me encuentro tranquilo y puedo prestar atención todos los días es cuando ya me voy a acostar, y de esta forma le puedo sacar mucho más provecho que si lo leyese a la mañana todo dormido. Pero bueno, cada uno debe encontrar su mejor tiempo.
Otro aspecto importante es el largo de la porción que se lee. Recuerdo a un compañero del instituto bíblico que quería leer la Biblia entera en un mes si mal no recuerdo. Lo que sí recuerdo con exactitud es que debía leer 40 capítulos por día ¿Qué tanta atención se puede prestar a cada palabra de 40 capítulos? También pasa con las lecturas en un año, para algunos es mucho leer 3 o 4 capítulos por día, ya que a partir del segundo capítulo les cuesta prestar atención. Le aseguro que le puede sacar mucho más provecho a un sólo capítulo bien leído que a 4 leídos con menos atención. Sé que muchas veces se incita a leer mucho, pero tranquilo, usted pone los límites de acuerdo a lo que usted puede. Lea lo que su mente le permita rumear durante el día, porque sino pasa que lee muchos capítulos de los cuales a la hora ni se acuerda de qué hablaban. Esa es la mejor manera de leer la Palabra, de acuerdo a sus límites tratando de sacarle el mayor provecho posible. Si tarda 4 años en leer la Biblia pero día a día medita en cada cosa que lee, va a ser más bendecido que si la lee en un año pero se olvida constantemente de lo que leyó. A su vez para estar más atento a lo que lee, créese su método de estudio, de qué manera puede estar más atento a lo que lee y le puede quedar mejor en su memoria. Yo tengo un método que en lo personal me funciona bastante bien, y es que tengo 5 resaltadores (o 5 colores si la lee de manera digital) para resaltar los versículos, cada color significa una cosa. Por ejemplo, tengo un color para las cosas referidas a Dios mismo, otro para las cosas de vida cristiana, otro para exhortaciones y mandamientos, otro para promesas y profecías, y otro para cosas que siento más personales. Un versículo se puede marcar de uno o de los cinco colores de acuerdo a su contenido, pero esto me hace que yo ya pueda ir buscando en la Palabra estos datos que me ayudarán en mi diario andar. Pero este es mi caso, a usted quizás le funcione otro método, el cual debe encontrar. Busque sus tiempos, su lugar, su propio plan, y su forma de estudiar, de esta forma es cómo le podrá sacar el mayor provecho a la Palabra y a su vez crear un mejor hábito, uno mucho más constante.
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