No hay duda de que Dios utiliza todo para Su gloria, de hecho, absolutamente todo fue creado para eso (Romanos 11:36). Pero ¿acaso eso significa que Dios utiliza aún también nuestro pecado para Su gloria? ¿No son estos polos opuestos? Hoy veremos esto con mayor profundidad.
Primero que nada, para ver esto debemos ver algunos conceptos básicos sobre el pecado. Comencemos entonces por su definición. La Biblia lo pone como que es la transgresión de la Ley (1° Juan 3:4) ¿De qué Ley hablamos? Bueno, claramente de la Ley de Dios, de Sus mandamientos. Es por esto que en repetidas veces vemos en la Palabra que Dios aborrece el pecado y es contrario a Él (Deuteronomio 25:16, Proverbios 15:9, por ejemplo). Muchos han llegado a describir al pecado como el enemigo de Dios. Sin embargo, si el pecado fuese el enemigo de Dios, este debería poderle hacer algo de competencia a nuestro Señor, cuando en realidad nada, ni nadie, puede. Si lo pensamos de esta forma, el Dios Omnipotente y Soberano no tiene enemigos, de vuelta, pensándolo de esta forma, porque no hay nadie que se pueda parar a hacerle frente. Aún así, no podemos negar que el pecado va en contra de la Santidad de Dios, ya que justamente es eso, es ir en contra de Su Santidad, al igual que Satanás, quienes la Biblia los pone como enemigos pero en un concepto de alguien que va en contra, no que tienen posibilidad contra Dios
Ahora, otra cosa que debemos aclarar antes de ir a nuestro punto del día de hoy es que Dios no crea el pecado ni lo produce. Creo que el primer capítulo de Santiago lo deja bastante en claro en los versículos 13 a 15: "Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte." Dios al ser Santo no puede pecar, ni tentar a alguien a que peque, porque eso iría en contra de la Santidad que posee. No, el pecado se origina en nosotros, ni siquiera en el Diablo. Y sí, muchas veces se la echamos a él la culpa, pero el diablo no es omnipresente como nuestro Dios como para hacer pecar a todas las personas del mundo. Claramente Satanás tuvo su parte tentando a Adán para que el pecado entre al mundo, pero fue por medio del hombre que entró (Romanos 5:12), fue en Adán en quien se originó el pecado de las personas (por más de que el Diablo haya pecado antes).
Una vez establecidas estas dos cosas, es que vamos a ver cómo Dios utiliza el pecado para Su gloria igualmente. Como vimos en nuestra serie sobre los atributos de Dios, Él es Soberano por sobre todo, y eso incluye el pecado. Dios tenía un único y perfecto plan desde el principio en el cual estaba contemplado el pecado. No es que Dios tenía un plan pero Adán pecó y tuvo que ir al plan B teniendo que cambiar todos sus planes. No, simplemente esto no es así porque Dios ya nos había escogido desde antes de la fundación del mundo para salvación ¿Salvación de qué? Justamente del pecado que Dios tenía contemplado que pasase en Su plan. De vuelta, esto no lo hace a Dios autor del pecado para nada, sino que Él siendo Soberano lo utilizó igualmente en Su plan. Pensémoslo de la siguiente forma: Si Adán no hubiese pecado, Cristo nunca hubiese tenido que venir, morir y resucitar, no hubiese existido el Evangelio, que es donde Dios demostró todos sus Atributos y donde más se glorifica. Dios permitió que Adán pecase para que un día podamos tener a Cristo. No sólo Dios utilizó el pecado de Adán para darnos a Cristo, sino que cada acto en el Antiguo Testamente Dios lo ha utilizado para preparar el camino para el Mesías. Además, Dios también utilizó el pecado de Judas para que sea él quien entregue a Cristo. Dios utilizó el pecado de los judíos y los romanos para que Cristo sea crucificado. Si bien, de nuevo, el pecado se origina en las personas, Dios siendo Omnisciente sabía las intenciones del corazón de las personas una vez caídas y las permitió utilizándolas para Su gloria.
Está más que claro que sin pecado no habría evangelio y que Dios entonces lo utilizó a pesar de ser contrario a Él. Pero ¿acaso esto se aplica para nuestro día a día? Si creemos que Dios es Soberano y Omnipotente, entonces tenemos que creer que si Él quisiese podría eliminar al pecado en un instante, o yendo a algo más pequeño, librarnos en un instante de la lucha que nosotros tenemos. Piénselo, en un instante, chau lucha contra el orgullo, chau lucha contra la envidia, chau lucha contra la codicia, chau lucha contra la pornografía, etc. Sin embargo, es como con el pecado de Adán, Dios lo podría haber evitado desde un principio, pero no lo hizo porque tenía otros planes más grandes para Su gloria (el Evangelio). Dios puede dejarnos en la lucha contra el pecado para enseñarnos algo. Lo más probable es que en nuestra lucha contra el pecado aprendamos a depender más de Él, a tener una relación más profunda con nuestro Salvador, a adorarle de forma genuina, a tenerlo como prioridad y centro de cada una de nuestras cosas en nuestra vida, o muchas otras cosas más. Y con esto no quiero decir que continuemos con el pecado bajo ningún punto de vista, Pablo lo deja bien en claro en la carta de Romanos cuando dice que no debemos perseverar en el pecado para que la gracia abunde (Romanos 6:1-2). ¿Qué es lo que quiero que pensemos con esto? Muchas veces nos condenamos por seguir cayendo, y vamos día a día llorando para que Dios nos libere de nuestra lucha (Lo cual me parece bien que nos duela seguir en esa lucha, a un cristiano le debe pasar eso ya que en Él mora el Espíritu Santo). Pero también deberíamos pensar qué nos quiere enseñar Dios con aquello, qué es aquello en lo que estamos decayendo y necesitamos. Creo que es cuando comenzamos a trabajar en aquello que Dios nos quiere enseñar cuando comenzamos a ganar nuestra lucha. Y es hermoso que detrás de todo eso siempre esté Dios produciendo ese querer y hacer para luchar. Todo siempre depende de Dios, pero si Dios nos va a librar de algo, quiere que entendamos el cómo, por qué y para qué. Luchemos contra nuestro pecado, ya que como vimos es contrario a Dios, y lo único que hacemos al pecar es sumarle carga a Cristo en la cruz (aunque Él claramente ya murió por todos nuestros pecados), pero a su vez, en el medio de la lucha, examinémonos para ver qué es lo que Dios nos quiere enseñar en el medio de la lucha, sólo así esta terminará y saldremos vencedores habiendo aprendido algo más de nuestro hermoso y Soberano Dios.
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