Terminando con el análisis de los 5 puntos que definió el sínodo de Dort, hoy conocidos como los 5 puntos del calvinismo, resumidos en el acróstico TULIP (tulipán en inglés). Hoy veremos el último de los puntos: Perseverance of the saints o Perseverancia de los santos.
Si bien este es el punto menos controversial del calvinismo, es muchas veces mal aplicado. La perseverancia de los santos nos habla de lo que Dios hace para guardarnos hasta nuestra glorificación, no habla de algo que hagamos nosotros. Aún así muchas personas la utilizan desde un punto de vista legalista, queriendo decir que nosotros debemos actuar en esto. Y si, la Biblia nos manda a trabajar en nuestra santificación, pero recordemos que siempre Dios es el que pone en nosotros así el querer como el hacer, y los dos versículos que hablan de esto están uno seguido del otro (Filipenses 2:12-13). Pablo mismo decía que lo que él no quería hacer, eso hacía, entonces no nos pongamos una carga que no podamos llevar. Obvio que tenemos que obedecer, pero es como en la salvación, Dios nos manda a arrepentirnos y creer, pero ya vimos que Dios es el que está detrás de eso regenerándonos y atrayéndonos con su gracia, que Él es el que concede el arrepentimiento; bueno, lo mismo con la santificación. Dios nos manda obedecerle, pero detrás de eso está Dios produciendo el querer como el hacer. Estas doctrinas son llamadas las doctrinas de la gracia no sólo por los 4 puntos anteriores, sino que por este también. El centro de todo esto es el obrar de Cristo, entonces ¿por qué siempre queremos meternos en el medio? La preservación es un obrar de Dios, si fuese por nosotros ya estaríamos todos perdidos y sería imposible una santificación, ya que seguimos en este mundo. Estamos en un proceso constante de santificación según este punto y si bien debemos ocuparnos de esto (teniendo en cuenta que eso también viene de Dios) debemos tener en claro que no estamos todavía glorificados.
Otro forma en la que se aplica muy mal este último punto es cuando nos ponemos desde la perspectiva de ver entonces quién es salvo y quién no. Muchos, cuando ven una persona pecar, o quizás al ver que alguien no vive de acuerdo al estándar que ellos mismos ponen, comienzan a dudar si una persona es salva o no. R.C. Sproul ante esto pone los ejemplos de David y Pedro. Tanto a David, como Pedro, si los veíamos luego o en el medio de su pecado (David con Betsabé, y Pedro negando en la cara prácticamente a Jesús) muchos hubiesen dicho que no eran salvos. No eran pecados tranquilos, uno era un adúltero y asesino, y el otro estaba negando en la cara al Señor. Pero a pesar de eso, ellos se arrepintieron de sus pecados y uno es conocido como un hombre conforme al corazón de Dios y otro como el líder de la iglesia primitiva. Nosotros no vemos los corazones, no hay forma de saber con certeza si una persona es salva o no, no somos quienes para juzgar. Podemos ver como la persona está viviendo su vida, pero quizás está en unos de esos baches en los que estuvieron David y Pedro, y sabemos que si es un hijo verdadero de Dios, esta doctrina nos enseña que Él lo traerá de vuelta. Mismo si empezamos a dudar de la salvación de personas, eso puede llevar a que alguien que es débil en la fe comience a dudar de sí mismo, con lo cual tengamos cuidado en hacer tropezar a nuestros hermanos con esto.
Para concluir, la perseverancia de los santos no nos abre las puertas para empezar a ver la vida de cada uno a ver si persevera o no para ver si es salvo o no, sino que lo que nos hace es descansar en que dependemos de Dios, y en que Él es fiel con sus promesas, en que no nos dejó a la deriva, sino que Él nos santifica. Si bien nos puede dejar caer, como pasó con Pedro que Dios dejó que Satanás lo zarandee como a trigo, el Señor nos restaurará y nos traerá de vuelta a Él haciéndonos ver como realmente le amamos porque Él nos amó primero. Recordemos que estas son las doctrinas de la GRACIA que nos muestran el obrar y la iniciativa de Dios tanto en la salvación como en la santificación. Con esto quiero animar a que nos comportemos de acuerdo a esta gracia que se nos dio, no solo obedeciendo a quien nos dio este regalo, sino extendiendo gracia hacia otras personas. Que el estudio de esta doctrina bíblica nos sirva para poder ver más en profundidad lo maravilloso de nuestro Señor y poder apreciar lo asombroso de su plan diseñado desde antes de la fundación del mundo para con toda su creación.
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