Sin dudas el egoísmo es una cosa totalmente contraria al carácter de Dios, y aún así muchas personas buscan acercarse a Dios por razones meramente egoístas, siempre centrados en sí mismos. Hoy veremos estos distintos casos, qué es lo que hizo Jesús y la correcta razón para acercarse a Dios.
Muchas personas se acercan a las iglesias en búsqueda de Dios simplemente para encontrar la solución a sus problemas, para vivir felices y la realidad es que si buscan eso muchas veces se sentirán decepcionados. Los casos más comunes de esto se dan cuando se predica un evangelio centrado en el hombre, un evangelio que dice "Jesús te ama", y no habla absolutamente nada de la Justicia de Dios. Personas que se sienten solas, sin ganas de vivir, y escuchan justamente que alguien las ama, que alguien tiene un propósito para ellos, que Dios los ayudará con sus problemas, claramente van a ir corriendo a la iglesia. Pero esta es una búsqueda de Dios totalmente egoísta. Sería lo mismo decir "busco a Dios para sentirme bien, no me interesa quién Él sea". Esto lo que hace es reducir a Dios a un simple mayordomo, alguien que está a tu disposición cuando lo necesitas. Hacen que el propósito de Dios sea ayudarnos a vivir una buena vida terrenal, cuando en realidad nuestro propósito es glorificarle a Él. Es una búsqueda constante en la satisfacción personal. Pareciese como si no alcanzase el hecho de que Cristo murió en nuestro lugar; no, también me tiene que hacer sentir bien. El sacrificio de Cristo es más que suficiente para atraernos a Él, porque ahí se reflejó cada uno de los atributos que son la esencia de quién es Dios, pero nuestro egoísmo nos nubla de ver eso.
Otro caso más diluido de este acercamiento a Dios egoísta es el de aquella persona que busca acercarse a Dios para librarse del infierno. Y si, obvio que Cristo nos rescata del infierno, pero esa no debe ser la razón para acercarnos a Él. Si esa es la razón, usted se está centrando en sí mismo, simplemente se quiere escapar de la condenación, no importa después a dónde vaya ni a quien tiene que seguir. Un evangelio que te llama por las cosas que te promete en tu vida, es un evangelio totalmente egoísta. Este "evangelio" no busca a Dios, busca el bien propio, y nada más alejado de la realidad del evangelio bíblico.
Pero esto no es nada nuevo, Jesús mismo tuvo que enfrentarse a este mismo tipo de personas. ¿Cuántas veces se acercaban a Jesús por sus milagros pero no por lo que enseñaba ni por quién era? Veamos Lucas 9:57-62 donde tres personas quieren seguir a Jesús pero sus corazones no estaban en el lugar correcto. Sobre todo, el primer caso de estos tres:
Buscar una vida exitosa en esta tierra es lo opuesto a buscar a Cristo, ya que para buscar a Cristo debemos dejar de mirarnos a nosotros mismos. Nuestro corazón a la hora de encontrarnos con Dios debe ser el de simplemente estar maravillado por Él. Buscamos a Dios por quien Él es, no por lo que nos puede dar. Y lo que Dios nos da que debería maravillarnos es la restauración de nuestra relación con Él (la salvación), no aquellas cosas que cuando este mundo pasen se queden acá. Si fuese al revés, entonces la cruz no tendría tanta importancia, porque la cruz no nos da el sentirnos bien con nosotros mismos, sino que allí Dios nos llama a arrepentirnos de nuestro viejo hombre. Es solamente cuando lo buscamos a Él y dejamos de vernos a nosotros mismos que vamos a vivir una vida plena, no porque andemos buscando eso, porque ya no nos debería importar nada aquí, sino porque estamos haciendo lo que Él quiere, glorificar Su Nombre. Si estamos buscando a Dios de una forma egoísta hay dos opciones: O seguimos buscándolo hasta que Él nos humilla y nos hace ver nuestro error, haciéndonos apreciarle de verdad, llevándonos al genuino arrepentimiento y en consecuencia al genuino evangelio; o seguimos buscándolo de esa forma egoísta, con la cual nunca lo encontraremos (por más que vayamos a la iglesia, leamos, etc.) y en consecuencia nunca habrá salvación sin un encuentro con Él. Para acercarnos a Dios debemos tener el corazón de Pablo en Filipenses 3:7-10:
Muchas personas se acercan a las iglesias en búsqueda de Dios simplemente para encontrar la solución a sus problemas, para vivir felices y la realidad es que si buscan eso muchas veces se sentirán decepcionados. Los casos más comunes de esto se dan cuando se predica un evangelio centrado en el hombre, un evangelio que dice "Jesús te ama", y no habla absolutamente nada de la Justicia de Dios. Personas que se sienten solas, sin ganas de vivir, y escuchan justamente que alguien las ama, que alguien tiene un propósito para ellos, que Dios los ayudará con sus problemas, claramente van a ir corriendo a la iglesia. Pero esta es una búsqueda de Dios totalmente egoísta. Sería lo mismo decir "busco a Dios para sentirme bien, no me interesa quién Él sea". Esto lo que hace es reducir a Dios a un simple mayordomo, alguien que está a tu disposición cuando lo necesitas. Hacen que el propósito de Dios sea ayudarnos a vivir una buena vida terrenal, cuando en realidad nuestro propósito es glorificarle a Él. Es una búsqueda constante en la satisfacción personal. Pareciese como si no alcanzase el hecho de que Cristo murió en nuestro lugar; no, también me tiene que hacer sentir bien. El sacrificio de Cristo es más que suficiente para atraernos a Él, porque ahí se reflejó cada uno de los atributos que son la esencia de quién es Dios, pero nuestro egoísmo nos nubla de ver eso.
Otro caso más diluido de este acercamiento a Dios egoísta es el de aquella persona que busca acercarse a Dios para librarse del infierno. Y si, obvio que Cristo nos rescata del infierno, pero esa no debe ser la razón para acercarnos a Él. Si esa es la razón, usted se está centrando en sí mismo, simplemente se quiere escapar de la condenación, no importa después a dónde vaya ni a quien tiene que seguir. Un evangelio que te llama por las cosas que te promete en tu vida, es un evangelio totalmente egoísta. Este "evangelio" no busca a Dios, busca el bien propio, y nada más alejado de la realidad del evangelio bíblico.
Pero esto no es nada nuevo, Jesús mismo tuvo que enfrentarse a este mismo tipo de personas. ¿Cuántas veces se acercaban a Jesús por sus milagros pero no por lo que enseñaba ni por quién era? Veamos Lucas 9:57-62 donde tres personas quieren seguir a Jesús pero sus corazones no estaban en el lugar correcto. Sobre todo, el primer caso de estos tres:
57. Yendo ellos, uno le dijo en el camino: Señor, te seguiré adondequiera que vayas.En el versículo 57 vemos a una persona dispuesta a seguirlo a Jesús a cualquier lado, pero en el versículo 58 vemos que Jesús revela lo que realmente había en su corazón. Aquí vemos a una persona totalmente interesada, que al ver la cantidad de milagros que hacía Jesús seguramente pensó que podía vivir una buena vida si le seguía, pero cuando Jesús le muestra que Él no tenía nada en realidad, ni siquiera un lugar para vivir, esta persona se aleja. Intentar seguir de manera egoísta a Cristo es imposible, porque justamente Dios nos manda a negarnos a nosotros mismos, a dejar todo, tomar nuestra cruz y seguirle. Este fue el corazón de los 11 discípulos cuando Jesús los llamó, que al instante dejaron todo ¿Acaso lo hicieron porque Jesús les prometió algo? No, simplemente le siguieron por quien Él es. Si le hubiesen seguido por razones egoístas, hubiesen terminado totalmente decepcionados, ya que todos murieron bajo persecución. Judas, sin embargo, sí fue un ejemplo de esta forma de seguirle egoísta, y miren a dónde lo llevó. Dios no nos promete una vida terrenal satisfactoria, de hecho dijo que íbamos a padecer persecución por causa de su nombre.
58. Y le dijo Jesús: Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza.
Buscar una vida exitosa en esta tierra es lo opuesto a buscar a Cristo, ya que para buscar a Cristo debemos dejar de mirarnos a nosotros mismos. Nuestro corazón a la hora de encontrarnos con Dios debe ser el de simplemente estar maravillado por Él. Buscamos a Dios por quien Él es, no por lo que nos puede dar. Y lo que Dios nos da que debería maravillarnos es la restauración de nuestra relación con Él (la salvación), no aquellas cosas que cuando este mundo pasen se queden acá. Si fuese al revés, entonces la cruz no tendría tanta importancia, porque la cruz no nos da el sentirnos bien con nosotros mismos, sino que allí Dios nos llama a arrepentirnos de nuestro viejo hombre. Es solamente cuando lo buscamos a Él y dejamos de vernos a nosotros mismos que vamos a vivir una vida plena, no porque andemos buscando eso, porque ya no nos debería importar nada aquí, sino porque estamos haciendo lo que Él quiere, glorificar Su Nombre. Si estamos buscando a Dios de una forma egoísta hay dos opciones: O seguimos buscándolo hasta que Él nos humilla y nos hace ver nuestro error, haciéndonos apreciarle de verdad, llevándonos al genuino arrepentimiento y en consecuencia al genuino evangelio; o seguimos buscándolo de esa forma egoísta, con la cual nunca lo encontraremos (por más que vayamos a la iglesia, leamos, etc.) y en consecuencia nunca habrá salvación sin un encuentro con Él. Para acercarnos a Dios debemos tener el corazón de Pablo en Filipenses 3:7-10:
7. Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo.
8. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo,
9. y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe;
10. a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte,
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