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¿Qué tan libres somos?

A menudo se escucha en canciones las palabras "somos libres", ¿qué tanta verdad hay en ello? Basándonos en Romanos 6:15-23 quiero que veamos qué tan así es esto.

"15- ¿Qué pues?¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera.
16- ¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?
17- Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados;
18- y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia.
19- Hablo como humano, por vuestra humana debilidad; que así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia.
20- Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia.
21-¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerta.
22- Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.
23- Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro"



Tenemos mucho para analizar en este pasaje. Pablo viene hablando de que ya no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia y por consiguiente el pecado no nos domina más (Versículo 15). Ante esto algo que podía surgir es decir que podríamos pecar ya sin problema porque todo es gracia, somos libres de hacer lo que queremos a partir de ahora. Bueno en este pasaje Pablo va a refutar esa libertad. La Biblia deja bien en claro, y Pablo lo repite muchas veces en esta carta, que sin Cristo somos esclavos del pecado, seguimos su corriente, "eramos por naturaleza hijos de ira". Sin embargo, gracias a Dios (versículo 17), fuimos entregados a Dios y le obedecimos. Esto marca que no hay nada que el hombre pueda hacer en la salvación, ya que un esclavo nunca intervenía en la negociación entre un amo y otro cuando lo querían comprar. Dios nos compró por la sangre de Cristo, lo único que nos queda a nosotros es obedecerle cuando nos llega la noticia de esta compra (el evangelio) pero no le obedecemos para salvación, ya que Cristo ya nos compró, sino para santificación (versículos 19 y 22). Esto habla también de la gracia irresistible, un esclavo no podía negarse a cambiar de amo si este lo compraba, y sabemos que otro amo no nos puede comprar de nuevo ya que no hay más alto precio que la sangre de Jesús. Pero a la vez queremos cambiar de amo una vez que sabemos de Cristo y nos son abiertos los ojos por el Espíritu Santo, ya que la paga de ser esclavos del pecado es la muerte, pero la dádiva de Dios es la vida eterna (nótese que el versículo 23 dice dádiva, significa que es un regalo, no una paga por nuestro trabajo; de hecho la palabra que se utiliza en el griego es "carisma" que es justamente la gracia).
Volviendo al tema de la esclavitud y la libertad, Pablo nunca pone un punto en el que somos totalmente libres. O somos esclavos del pecado y libres de la justicia, o somos esclavos de la justicia y libres del pecado. Nótese que en el versículo 22, cuando dice "siervos de Dios" la palabra que se usa para siervos es la misma palabra que se usa para decir que somos esclavos del pecado, esta palabra en el griego original es "doúlos" la cual significa propiamente dicho "esclavos". En la traducción se hizo mucho más liviano esto para que no suene fuerte, pero la realidad es que somos esclavos de Dios. Pero esto no es algo malo, sino algo hermoso, ya que el fruto es la santificación, y el regalo que nos da nuestro amo finalmente es la vida eterna. A parte analizando todo el contexto de la Biblia, somos esclavos, pero somos esclavos amados por nuestro Señor. Si bien si, somos libres de la esclavitud del pecado, Pablo va a remarcar que somos libres del pecado para ser esclavos de Cristo. De la misma manera, una persona no salva también es libre, pero libre de la justicia (versículo 20). La diferencia está en que al ser libres del pecado, nuestro fin es la vida eterna, pero si somos libres de la justicia, nuestro fin es la condenación eterna. Mientras siendo esclavos de Dios nuestro fruto es para la santificación, siendo esclavos del pecado, el fruto son cosas vergonzosas, cada vez más pecado. La pregunta entonces no es si somos libres, porque ya sea libres del pecado o de la justicia, lo somos; sino de quién somos esclavos.

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